Siempre se ha dicho que el bajista Lemmy Kilmister, líder de la banda Mötorhead, es capaz de sobrevivir a las cucarachas que sobrevivan a un holocausto nuclear. Inmerso en el mundo del rock desde su adolescencia, Lemmy -al que nadie suele nombrar incluyendo su apellido- atravesó todas las edades de esta música con su eterna facha de motociclista irredento, viviendo todo tipo de excesos y demostrando una resistencia física lindera con lo sobrehumano.

Pero a los 69 años el castigado cuerpo de Kilmister parece estar empezando a pasarle factura; recientemente había hecho público que se vio forzado a dejar de beber whiskey, ya que su hígado no lo estaba tolerando, y debía limitarse a tomar solamente vodka, lo cual pareció algo típico de su personaje.

Sin embargo, los daños parecen ser más importantes de lo que se pensaba, ya que en un reciente concierto en Texas Lemmy tuvo que abandonar el escenario luego de haber tocado sólo tres temas, porque se sentía mareado y sin aire. “Me encantaría seguir tocando para ustedes, pero no puedo”, llegó a decir por los micrófonos antes de retirarse. Ayer se supo que la banda había cancelado por lo menos las dos siguientes presentaciones que tenía previstas, en Houston y Dallas.

El anuncio preocupó lógicamente a los fans de la banda, cuyo ardor se había visto reavivado con la salida de su último disco, Bad Magic, considerado el mejor que han hecho en al menos una década. Mötorhead se presentó en Montevideo por única vez hace cuatro años, en el Teatro de Verano, donde dio un concierto memorable que todavía resuena en los oídos de los afortunados que llegaron a verlo.