El director francés Bertrand Tavernier, gran maestro de su arte, ya ha ganado cuatro César de la Academia del Cine Francés, el premio Louis Delluc -considerado el Goncourt del cine- y el Gran Premio del Cine Europeo. A sus 73 años, este realizador de culto tiene poco que lamentar: “No sabía que iba a tener esta vida, que ha sido extraordinaria. He hecho siempre lo que he querido”, dijo, poco antes de sumar a las mencionadas distinciones el León de Oro del Festival de Cine de Venecia por su trayectoria. Así se homenajeó al responsable de una obra social y comprometida, que alcanzó su punto más alto hace más de dos décadas con películas como La vida y nada más (1989), La muerte en directo (1980) y Dos inquilinos (1977).

“Estoy extremadamente orgulloso de mis películas y las reivindico. Nunca he realizado concesiones para llevarlas a cabo, sino que las he hecho siempre libremente”, afirmó Tavernier, premiado por ser un “autor incondicionalmente ecléctico e instintivamente inconformista”, cercano a la Nouvelle Vague y con una gran atención a bases “narrativas sólidas”.

El cineasta dedicó el premio a Philippe Noiret, uno de los actores con los que más ha trabajado y que protagonizó su primer largometraje, L'horloger de Saint-Paul (El relojero de Saint Paul, 1974). En aquel entonces, “Noiret recibió a un hombre de 29 años que tenía 30 páginas de un guion y decidió hacer la película incluso contra la opinión de su agente”, esperando casi tres años a que el novel director consiguiera la financiación, contó. Cuando Tavernier le preguntó por qué había esperado tanto, parece que Noiret respondió, simplemente: “Había dado mi palabra”. “Era un señor, un caballero, alguien con quien me divertí mucho trabajando, un trabajador excepcional con una educación exquisita y una delicadeza increíble [...] Era mi hermano mayor”, resumió el homenajeado.

Antes de filmar su primera película, Tavernier ya había logrado escribir en las dos publicaciones especializadas más destacadas de su país -a la vez enemigas terribles entre sí-, Cahiers du Cinéma y Positif, en la época dorada de la Nouvelle Vague. Pero también fue agente de prensa de directores como Nicholas Ray, John Huston y Raoul Walsh, y autor -junto con Pierre Coursodon- del legendario libro 50 años del cine norteamericano, que ha sido citado por la mayoría de la crítica en Estados Unidos como una de las publicaciones definitivas sobre el desarrollo cinematográfico de ese país.