Se calcula que en Uruguay viven más de 4.000 dominicanos. Muchos de ellos vinieron con la ilusión de poder ahorrar; algunos lo han logrado pero otros descubrieron que la situación es más dura de lo que pensaban. Cerca de 20 habitantes de República Dominicana se reunieron ayer en la Intendencia de Montevideo (IM) para conformar una organización.

La mayoría de las mujeres trabajan como empleadas domésticas y los varones se emplean en empresas de seguridad. En República Dominicana tenían otros trabajos: auxiliares de contabilidad, enfermeras, mecánicos, choferes, terapeutas y una analista farmacéutica. Sienten que no se les abren otras puertas, y que las que se les han abierto son frágiles. “Con la capacidad que tenemos, aceptamos el trabajo de limpieza, aceptamos el trabajo de seguridad y aun así nos están maltratando”, planteó uno de los participantes de la reunión de ayer, que aseguró que hay empleadores que no aceptan los certificados médicos y los despiden si se enferman.

La discriminación es uno de los principales problemas. Relataron situaciones como las que viven en los ómnibus, con señoras que se cambian de asiento para no viajar junto a ellos, o el caso de una mujer que se dio de baja de la empresa de seguridad que tenía contratada porque le habían enviado un guardia dominicano. “No entiendo por qué nos tratan así”, reclamó un hombre. Sienten el rechazo de los uruguayos hacia los negros y también hacia los dominicanos. Expresaron que los medios de comunicación han contribuido a la estigmatización: a las mujeres se las asocia con la prostitución -como si las dominicanas fueran las únicas que se prostituyeran, reclamó una mujer- y a los hombres con la delincuencia. “Somos una comunidad laboriosa, que vino acá a aportar. No vinimos a quitar empleo, vinimos a colaborar y no somos una amenaza para nadie en ningún sentido”, afirmó un participante.

En República Dominicana viven más de 9,5 millones de personas; entre ellos hay alrededor de un millón y medio de migrantes que son tratados “como turistas”, compararon, y dijeron que ellos también aportan a la economía uruguaya porque pagan impuestos y alquileres. Muchos trabajan 12 horas diarias y tienen libres los domingos; varios viven en pensiones por las que pagan precios muy altos. Para algunos, el sueldo que cobran en Uruguay terminó siendo menor que el que tenían allá; otros plantearon que trabajando aquí en seguridad ganan más dinero que trabajando en sus especializaciones en República Dominicana, y denunciaron que los buenos sueldos en su país están restringidos a “los funcionarios de los gobiernos de turno”.

En 2014 Uruguay comenzó a exigir visa a los dominicanos, siguiendo el criterio adoptado por los países de la región. La decisión se justificó por “una posible tendencia de trata de personas con fines de explotación sexual de ciudadanas dominicanas, se alegaba que era un mecanismo de protección de estas mujeres”, explicó a la diaria la abogada Valeria España, especializada en derechos humanos y en temas de migración, que acompañó el encuentro de ayer. Pero lo cierto es que la visa impide que muchos dominicanos que quieran quedarse en Uruguay puedan traer a las familias. La exigencia de visa choca con el derecho a la reunificación familiar reconocido en la Ley de Migración, precisó España. La abogada cuestionó que “una medida que aparentemente tiene un cariz de seguridad termina estereotipando a una población en función de su origen” y que además “está comprobado que no garantiza disminuir las situaciones de riesgo”. Reclamó que “faltan datos, no se sabe con exactitud cuántos son los dominicanos que viven en Uruguay, cuáles son las condiciones de vida, cuántas mujeres están ejerciendo la prostitución, como se dice, o cuántas víctimas de trata existen. La información es una precondición para formular una política pública en serio”, reclamó.

Asistieron al encuentro jerarcas de la IM y de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, y Federico Graña, de la dirección de Promoción Sociocultural del Ministerio de Desarrollo Social. Todos reconocieron el nivel de discriminación de los uruguayos. Graña alentó a los dominicanos a organizarse, porque es una forma de “ayudar y presionar al Estado”. La organización también les ayudará en el vínculo con la propia Embajada de la República Dominicana, que no les ha proporcionado apoyo.