Las mayores batallas de superhéroes de este año no se darán ni en el conflicto de Batman y Superman en la película debut de la Liga de la Justicia, ni en el quebranto de la amistad entre el Capitán América y Iron Man en Civil War, sino en los ratings de Netflix y los canales de cable, cuando se comparen los márgenes de audiencia de las ya exageradamente numerosas series de superhéroes que cubren la pantalla chica tal como sus parientes más costosas cubren las de las salas de cine. La pulseada entre los productos de DC Comics y Marvel parecía haberse inclinado a favor de los primeros en la televisión, gracias a una gran cantidad de largometrajes animados pensados para su edición en DVD, y por haber apostado a hacer al menos tres series (Arrow, Supergirl y The Flash) con algunos de sus personajes de cómic fuertes y una producción bastante holgada para el medio. Pero Marvel, que venía triunfando en los cines gracias a Los Vengadores y las películas laterales de sus personajes, realizó una astuta alianza con Netflix que le permitiría lanzar al mismo tiempo cuatro series protagonizadas por diferentes personajes (Daredevil, Jessica Jones, Power Man y Iron Fist), de las cuales dos ya fueron estrenadas con buen éxito de público y crítica.

La reacción de DC parece ser la serie Legends of Tomorrow (Leyendas del mañana), cuyo episodio piloto fue emitido hace unos días por la aún novedosa CW Network -cadena producto de la unión de Times Warner y CBS, y que ya emite Arrow y Flash- y comparte el mismo universo imaginario con las otras series basadas en personajes de DC. Pero, a diferencia de Arrow, Gotham y Flash -que se tomaban unas cuantas libertades en relación a sus versiones de cómic, pero que igual seguían más o menos el modelo, Legends of Tomorrow es un producto pensado exclusivametnte para la televisión y que se nutre de personajes que también provienen de los cómics (Atom, Hawkman, Captain Cold) pero que son tan marginales que los guionistas tienen el permiso tácito de poder hacer con ellos más o menos lo que quieran. Y lo que quieren sigue de cerca a lo que está haciendo su competencia.

Generalmente DC y Marvel tratan de evitar crear personajes que se parezcan excesivamente, pero siempre tienen alguno que funciona como equivalente de otro en la casa adversaria, o que apunta al mismo público; los héroes de Legends of Tomorrow tienen un aire burlón y amoral que recuerda inevitablemente a los personajes de Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014), que posiblemente fue el mayor acierto cinematográfico de Marvel en los últimos tiempos, y el parecido, en lugar de disimularse, se acentúa en el vestuario de algunos de ellos y en la utilización de música soul de los años 70 como ambientación diegética. Este conjunto de personajes excepcionales no se reúne por casualidad, como los Guardianes, sino que es recogido a dedo por un viajero del tiempo llamado Rip Hunter, quien intenta, con la ayuda de éstos, detener la conquista del mundo a cargo de un villano inmortal llamado Vandal Savage. El grupo no está compuesto exclusivamente de héroes como Atom y Hawkman, sino que incluye también a un par de criminales no excesivamente malignos (Captain Cold y Heat Wave) y a una antiheroína que hace un balance entre el bien y el mal (White Canary). A su vez, el personaje de Hunter tiene una clara influencia de uno de los mayores héroes/antihéroes de la historia de la televisión, Doctor Who, y su rol está interpetado por Arthur Darvill, quien no por casualidad fue uno de los companions del Doctor Who en la serie británica. El personaje no es el único déjà vu de la serie, ya que fue desarrollada por Greg Berlanti, el mismo responsable de Arrow y The Flash, y es parte del mismo universo de estas series, por lo que varios de sus personajes ya habían debutado (interpretados por los mismos actores) en dichos programas.

Sin embargo, Legends of Tomorrow es más atractiva de lo que parece según lo que que hemos contado hasta ahora (que se asemeja un poco a una olla podrida confeccionada con rejuntes de personajes secundarios y copias -digamos “préstamos”- de otros productos más costosos y nobles); el secreto está, simplemente, en que al menos el primer episodio tuvo un ritmo infernal y una saludable actitud de reconocerse como producto de entretenimiento y de no intentar hacer de sus personajes criaturas complejas a lo Gustave Flaubert. De hecho, los ocho héroes son presentados en menos de diez minutos (mientras Hunter los va secuestrando sucesivamente de los lugares donde se encuentran en plena acción), y sin dar muchas vueltas los embarca en su gesta intertemporal. El conjunto de personajes es muy numeroso, algo que le ha resultado difícil de manejar hasta a Joss Whedon en Los Vengadores, pero la serie parece haber optado por dirigirlos en microgrupos, lo cual dispersa menos la acción. El tono general también es un punto a favor; Berlanti ha evitado tanto la pomposidadad vengativa de su Green Arrow (quien aparece haciendo un cameo), como el infantilismo de The Flash, serie imposible de ver para nadie mayor de 25 años (especialmente por culpa del personaje de Cisco Ramon -Carlos Valdes-, el más odioso ejemplo de estereotipo millennial que se pueda imaginar). En lugar de esto, el ambiente es violento y más bien amoral (un aporte principalmente del dúo de villanos Captain Cold y Heat Wave, que apuntan a ser el principal divertimento de la serie), y los personajes son sexuados (una de ellas incluso es lesbiana) en forma no forzada y creíble. En contra juega un elenco un tanto desparejo y de rostros en su mayoría desconocidos, al que habrá que dar un poco de tiempo para ver cómo se desarrolla.

En resumidas cuentas, Legends of Tomorrow es una roca más en la montaña ya excesivamente alta de series de superhéroes que se han lanzado en el último lustro, pero a priori -es muy difícil juzgar con sólo un episodio piloto emitido- parece ser también de las más agradables y variadas de la oferta, por lo que su estreno no vale ni una queja ni un festejo, sino más bien un simple compás de espera.