Por la calle montevideana de Isla de Flores, tan angostita, de las 18.00 a las 22.00 y desde Zelmar Michelini hasta Ansina, se realizaron ayer las Llamadas de San Baltasar, que desde hace una década recrean, por iniciativa de la Asociación Uruguaya de Candombes (Audeca), la tradición colonial del Día de Reyes, en el que los gobernadores de la ciudad permitían a los negros esclavos salir a tocar por las calles. Participaron en esta décima edición más de 30 comparsas de la mayor parte de la capital, así como una de la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay, y estuvo notoriamente ausente una de las “grandes”, Cuareim 1080, de Barrio Sur, debido a que no integra Audeca sino Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay (DAECPU). La actividad, a diferencia del Desfile de Llamadas “formal” que se realiza desde 1956 -últimamente en dos jornadas-, no es una competencia con premios, reglamento y tiempos a los que haya que ajustarse, sino algo hecho con exclusivo ánimo de “divertirse”, y por lo tanto más flexible y “descontracturado” (a lo que contribuye el horario vespertino), según dijo en el programa radial En Perspectiva el director de la comparsa Sinfonía de Ansina, Diego Paredes. Al cierre de esta edición, la fiesta se estaba desarrollando dentro de esas coordenadas, con personajes disfrazados como los Reyes Magos, encabezados por Baltasar, al frente y repartiendo juguetes y golosinas a los niños que se les acercaban. Cabe señalar, ya que estamos, que tanto los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar como la noción de que este último era negro no surgen del relato en la Biblia cristiana sobre de “magos de Oriente” que fueron a visitar a un Jesús recién nacido, sino de tradiciones bastante posteriores, de modo que el culto católico no reconoce a ese personaje como San Baltasar, pero obviamente poco importa eso a la hora de escuchar los tambores.