Representantes del Ministerio de Salud Pública (MSP), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las facultades de Medicina y Veterinaria de la Universidad de la República, la Comisión Zoonosis, el Sistema Nacional de Emergencias y los ministerios de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y Turismo se reunieron ayer en el MSP.

El motivo del encuentro fue abordar estrategias contra la leishmaniasis visceral, una enfermedad parasitaria producida por un protozoario intracelular llamado Leishmania infantum. El parásito afecta a los perros y es transmitido a otros perros y humanos por medio de un flebótomo, un insecto que mide entre dos y tres milímetros. Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay más de 90 especies de flebotominos transmisores de Leishmania. El que lo hace en nuestra región es Lutzomyia longipalpis. El flebótomo se detectó en Uruguay en 2010, cuando un equipo de las facultades de Veterinaria y Medicina empezó a rastrearlo. El primer caso autóctono de la enfermedad en Uruguay fue detectado por el equipo de universitarios en febrero de 2015, en Arenitas Blancas, una localidad ubicada seis kilómetros al sur de la ciudad de Salto. La preocupación creció porque ahora se detectaron dos focos más en la ciudad de Salto (13 perros), donde después de las inundaciones hay más condiciones propicias para que viva el flebótomo, que se ve beneficiado por condiciones de materia orgánica y basura. El hallazgo se produjo a partir de un trabajo conjunto del MSP, el MGAP, la Comisión Zoonosis y el Instituto Pasteur de Montevideo, con el financiamiento de la Agencia Canadiense de Investigación para el Desarrollo, que en diciembre tomó 300 muestras de perros de Salto y Paysandú.

Al término de la reunión de ayer en el MSP, hicieron declaraciones a la prensa Eduardo Levcovitz, representante de la OPS en Uruguay, Luis Calegari, director del Departamento de Parasitología y Micología de la Facultad de Medicina, y Carlos Soto, director del Hospital de la Facultad de Veterinaria.

Levcovitz resumió que el encuentro fue para consolidar el trabajo iniciado en febrero de 2015, cuando se detectó el primer brote autóctono. Valoró como una ventaja que la enfermedad esté concentrada en focos y no diseminada, como en los países de la región, y señaló el desafío de evitar que eso suceda. Dijo que como a nivel internacional hay consenso sobre los protocolos a seguir, en la reunión “se discutió qué hace cada uno” para evitar la propagación de la enfermedad.

El trabajo se centrará en la “comunicación de riesgo y que las personas entiendan lo que está pasando” y en la vigilancia sanitaria, que, entre otras cosas, implica los análisis de sangre de los perros.

La enfermedad no tiene cura en los animales, que, aunque pueden no tener síntomas, pueden seguir contagiando a los vectores que los piquen, por lo que la única solución es matarlos, tal como lo indican las recomendaciones internacionales. Por eso, también es clave la comunicación: para que la población entienda la peligrosidad y los dueños de los animales accedan a su sacrificio, algo que se está haciendo en Salto desde el primer foco en Arenitas Blancas. Levcovitz dijo que, a nivel mundial, quienes se niegan a matar a sus perros no son más de 1%.

Recomendaciones

La enfermedad puede ser letal en humanos, principalmente en niños menores de diez años, en personas con enfermedades debilitantes o inmunosupresoras, como el VIH, y en trasplantados, informó Calegari.

Calegari habló de una batería de medidas. Lo principal es la limpieza de áreas domiciliarias y urbanas. Soto detalló que el flebótomo “no se comporta como el mosquito, porque no necesita del agua; vive bajo la materia orgánica, necesita humedad y altas temperaturas para reproducirse”.

Para proteger a los animales sanos, se recomienda la colocación de un collar con deltametrina (la marca Scalibor es la única autorizada), aunque tiene un tiempo de duración y no es 100% efectivo. Aconsejó “separar a los perros de las camas de los humanos y alejar a las gallinas, que, si bien no se infectan, son atractores y puentes de infección para los flebótomos transmisores”. Para los humanos, recomendó usar repelente, ropa adecuada y mosquiteros. El flebótomo no es sensible a la fumigación -básicamente por su tamaño y su hábitat-, por lo que lo único que queda es atacar al perro.

El médico dijo que es fundamental detectar precozmente a las personas afectadas. Los síntomas son fiebre prolongada y agrandamiento de bazo, hígado y ganglios.

Soto reafirmó que el hospital veterinario trabaja con esta enfermedad desde 2013 y que se están haciendo las guías y los protocolos de actuación. Indicó que los veterinarios deben remitir a ese centro -y siguiendo los protocolos- los análisis de sangre de perros.

Informó que entre los perros la enfermedad también se transmite por enfermedades sexuales y de madre a hijo durante la gestación; en el cachorro, se detecta recién a partir de los 120 días de haber nacido. Señaló como un problema que con la venta de perros en internet, por ejemplo, animales infectados puedan llegar a otros departamentos. Hace unos meses hicieron una reunión en Salto para informar sobre ese riesgo, dijo.