En 1970 nadie quería filmar El Padrino, ni siquiera el treintañero Francis Ford Coppola, que venía de ganar un Oscar por el guión de Patton. Poco después, se convirtió no sólo en una de las películas -al menos las dos primeras- con mayores recaudaciones de la época, sino además en una fuente casi inagotable de referencias populares, entre las que se encuentran aquella frase sobre las ofertas irrechazables que todavía se sigue repitiendo hasta el cansancio. La noche del martes falleció, a los 94 años, el actor neoyorkino Abe Vigoda, famoso por su papel del mafioso Sal Tessio, aquél que salvaguardaba el territorio de Brooklyn.
Tessio, el más inteligente y despiadado de los capos según los federales, y el tipo de amigo en el que se puede confiar según Michael Corleone (entre otras cosas, solucionó los problemas de la familia matando a Salvatore Maranzano durante la Guerra del Aceite de Oliva), dio un paso fatal al desconfiar de Corleone, interpretado increíblemente por el joven y carismático Al Pacino: la cámara lo enfoca a Michael cuando entierra a su padre y se convierte así en el nuevo padrino. Antes de morir, él mismo le advirtió que el que se acercara a él en el entierro y le propusiera una reunión sería el traidor. Frente al muerto, Tessio se acerca a Michael y, bajito, le dice al oído que era necesario negociar con el líder de otra familia, y le propone su casa para garantizar la seguridad del heredero. El rictus de Pacino se contrae frente a la sorpresa: el traidor es el inteligente y cercano Sal. Unos días después, Tessio es asesinado con un tiro en la nuca. Entre lágrimas, mira a su verdugo y explica: “Dile a Mike que sólo eran negocios. Siempre me cayó bien”.
Vigoda, descendiente de inmigrantes judíos prodecentes de Rusia, trabajaba desde mediados de los 40 en el teatro interpretando distintos clásicos, y ahí fue donde Coppola dio con su pista. Según cuenta la historia, el actor, sin ningún vínculo con la mafia, se pasó el rodaje entero viviendo en Little Italy, el barrio tano de Manhattan, para poder dar con el alma de su personaje, que le terminó otorgando la fama definitiva. Según el obituario de El País de Madrid, en 1982 la revista People anunció su muerte. Ese falso fallecimiento fue una broma constante en las entrevistas durante décadas, y él mismo pagó un anuncio en Variety en el que aparecía yaciendo dentro de un ataúd con la copia de People en la mano.
Después de El Padrino, Vigoda protagonizó la serie de detectives Barney Miller y participó en otras, como La reportera del crimen, Kojak, La mujer biónica y La ley y el orden. En el cine contó con un papel en la exitosa comedia Mira quién habla, de 1989, protagonizada por John Travolta y Kirstie Alley, entre otros, además de roles secundarios en largometrajes como Los locos de Cannonball 2, Joe contra el volcán, Sugar Hill y Como caído del cielo.