“Somos los derrotados. Somos los que no duermen, no comen y no necesitan abrigo [...]. Somos todo lo que proyectás en la pantalla. Nuestra felicidad viene encapsulada. Somos los hundidos bailando en la superficie... y bailamos bien”. La cita es de la ópera prima de Federico Guerra, Snorkel, con la que sorprendió en 2011; una obra que, a partir de una veintena de personajes, recorría los márgenes de un mundo claustrofóbico signado por las drogas, la prostitución, la corrupción y la violencia, a partir de un programa televisivo desde el que se registraba el trajín social. Ese año, Guerra ganó el Florencio Revelación como autor y actor, y el premio Morosoli de Dramaturgia. Tres años después estrenó su segunda pieza, Odio oírlos comer, en la que volvió a esa realidad cotidiana retratada a partir de su exquisito humor incorrecto, verborrágico y directo.

Esta vez su nombre viene asociado a una propuesta distinta: todos los martes a las 21.00 estará en la sala Cero de El Galpón Cretinos solemnes, ciclo que nació de los Sketches solemnes, de los argentinos Matías Feldman y Santiago Gobernori, quienes se conocieron en las clases de teatro de Rafael Spregelburd y ya cuentan con una decena de obras premiadas y estrenadas, sobre todo, en el off porteño. Las galas uruguayas, “tan cretinas como solemnes, conjugan sketches, empanadas, cerveza y rock and roll”. Cada martes habrá una propuesta distinta, con actores y músicos invitados.

Si bien un elenco “semiestable” se repetirá en todas las funciones (Fernando Amaral, Guerra, Pablo Robles, Claudia Trecu, Valentina Britos y Estefanía Acosta), cada uno tendrá invitados especiales. El martes 11 estarán Tabaré Rivero, Lucía Ferreira y Leonardo Lacava; el 18 será la primera vez que Gabriel Calderón vuelva al escenario galponero después de sus comienzos en el teatro joven, y lo hará junto a Santiago Sanguinetti y el músico Coné Vecino; y el 25 participará un trío de actores de la Comedia Nacional: Alejandra Wolff -con su banda-, Leandro Núñez y Fernando Dianesi.

En 2011, Guerra conoció a Santiago Gobernori mientras trabajaba en un comercial porteño. Con el tiempo el vínculo se fue afianzando, y este año el uruguayo apostó por replicar la propuesta: en cada función se combinarán sketches del dúo argentino y otros que Guerra escribió para el ciclo. “Me gustó el concepto de la propuesta. Sobre todo eso de que hacían un break, comían y desolemnizaban el hecho teatral mediante una serie de sketches”, contó Guerra a la diaria.

Adelantó que se trata de pequeñas piezas “muy distintas, porque mientras que las mías apelan más al humor negro, las de ellos juegan mucho con parodias o farsas teatrales: hay un Hamlet cubano, por ejemplo, hay otro de romanos, sátiras de las traducciones de películas yanquis. Los de ellos son más bien juegos teatrales para el actor. En mi caso, les sumé un humor que, para el que ya vio mis obras, se volverá muy identificable. Creo que se tratará de un cruce interesante y versátil”.

Para Guerra, “la idea de este ciclo es que sea algo de fiesta y de unión”, e insiste en que se “desolemnice el hecho teatral”, más allá de que también admita que apuesta a derribar “las chacras teatrales”, que en general le “resultan crispantes”. De este modo, la propuesta apunta a lograr un clima de alegría para la colaboración entre artistas de ambos lados del Río de la Plata, que defina y consolide un espacio propio.

En definitiva, se trata de un espectáculo “desestructurado, en el sentido de que se cuenta con aspectos más permisivos, que en el teatro, en general, no se habilitan, como puede ser el tomar una bebida mientras se ve un espectáculo. Y también lo que se vincula con el humor, ya que en general no se hacen sketches: son casi una mala palabra para el teatrero”.