Hoy comienza el tercer ciclo de música popular Dgeneraciones, que irá todos los jueves de este mes en el teatro Victoria (Río Negro 1479). En 2013 varios artistas decidieron agruparse para organizar el primero de la serie, compartiendo lo que tiene que ver con la logística, y aunque no siempre han sido los mismos, se fue dando un común denominador: “Casi que sin buscarlo consolidamos un colectivo, que quizá surgió para resolver las ganas de tocar, y derivó en ciertas influencias recíprocas: si no hubiera escuchado las canciones de otros miembros, seguramente no habría hecho varias de las mías”, contó a la diaria Ariel Pérez (voz y guitarra de Pope en Banda), quien, junto al solista Charly Ferret, actuó como portavoz del conjunto.

Ferret complementó la explicación asegurando que organizar un ciclo como este fue posible porque la música popular uruguaya cuenta con antecedentes en la materia desde hace décadas, por ejemplo durante la dictadura, cuando “para un espectáculo se convocaba a diez músicos muy distintos y con diferentes estéticas, que compartían el deseo de mostrar lo que producían en un mismo lugar histórico”. Eso propone Dgeneraciones.

Cuentan que si bien ellos se han nutrido del folclore y del rock por el simple hecho de vivir en este tiempo, no se sitúan en un casillero específico, y que por eso a veces les resulta complejo decidir con quiénes reunirse y qué lugares ocupar. “Esto no es extraño, porque generar sus propios espacios es lo que siempre han intentado hacer los cantautores”, dicen, y destacan la tradición de espectáculos autogestionados en la música popular uruguaya. Para ilustrarlo, Pérez cuenta una anécdota de cuando Jaime Roos presentó su disco Candombe del 31, en abril de 1977, y tuvo que cargar los parlantes -al hombro- por dos cuadras, porque “todo en esa época era muy autogestionado”.

¿Qué comparten los integrantes de Dgeneraciones? Para Ferret y Pérez, hay cercanías vinculadas con la subjetividad y el hecho de conocerse. En lo que tiene que ver con lo estético, aclaran que existe una búsqueda en común, aunque eso no determina un estilo propio de este colectivo, y vuelven a mencionar antecedentes históricos, a partir de entrevistas a músicos que dicen que décadas atrás “lo raro era repetirse”, ya que “Alfredo Zitarrosa sonaba como él, Rubén Olivera como él, [Daniel] Viglietti como él, y Jaime [Roos] como él. Hoy lo original, de cierta manera, no está tan bien visto. Es más difícil encontrar la originalidad como un valor y como una búsqueda”, dice Ferret. Y si bien el centro de sus aspiraciones no está en diferenciarse, afirman que evitan caer en ciertos lugares comunes. Otra semejanza entre quienes participan en el ciclo es que “la mayoría escribe sus canciones desde la guitarra, y eso es otra cuestión identitaria muy uruguaya. Porque la guitarra como instrumento de composición es muy nuestra”, apunta.

Además, agrega que comparten algunas características vinculadas con la manera de reflexionar sobre el hecho de componer canciones y con la importancia de lo letrístico, a partir de un trabajo que busca ser “poético” y “serio”, al que también considera parte de la identidad de la música popular uruguaya. Es probable que muchos de esos rasgos tengan que ver con un taller por el que pasó la mayoría, el de Rubén Olivera en la Escuela Esquinera (relacionada con el Programa Esquinas de la Cultura, de la Intendencia de Montevideo, y en funcionamiento desde 2006). Ahí estuvo un punto de partida de estos ciclos, que reúnen a artistas relativamente nuevos y a otros con ya larga trayectoria.

Hoy a las 21.00 se presentará Viviana Ruiz, una compositora de la que Ferret y Pérez destacan que le asigna mucha importancia a los textos, y que pertenece tanto al ámbito académico como al popular, poseyendo además “un toque de guitarra muy particular” y aficionada al trabajo con máquinas sonoras. Junto a ella estará el artiguense Ernesto Díaz, abanderado del portuñol, portugués de frontera o, como prefiere decirle Chito de Mello, misturado. Trabaja desde hace casi una década con el poeta Fabián Severo, y “es un lindo ejemplo de cuando las fronteras culturales no coinciden con las políticas”, dicen sus colegas, que se emocionan recordando su swing al tocar la guitarra, tan “llevado y fluido”. “Es una música que entra muy rápidamente, y, a su vez, tiene una complejidad que no se nota. Sus letras tienen una fluidez y una composición mateística muy reconocible, aunque escriba muy distinto a [Eduardo] Mateo”. Remarcan que otra de las características de esas letras es su gran consistencia, que nunca cae en ciertos “rebusques poéticos” ni en paisajismos, sino que más bien expresa cuestiones sociales y políticas muy concretas, como las relacionadas con la pobreza, retratada mediante una serie de personajes artiguenses. “Quizá lo más paisajístico de su obra es cuando hace pasear a sus personajes por todo Uruguay”, comenta Ferret, como en “Me solta Montevideo”, con sus “dos tipos caminando” por la carretera.

El jueves 13 será el turno de Pope en Banda (Pérez junto a Nacho Alonso y Manuel Mendizábal), que está por editar su primer disco, en el que también se apuesta a la búsqueda de un tipo de sonido “muy particular”, con “arreglos muy cuidados”, en los que, por ejemplo, una canción no mantiene su base rítmica y su tímbrica, sino que las va cambiando en distintos pasajes, con influencias de ciertas modalidades de música culta y Los Que Iban Cantando (una referencia que apareció varias veces en la conversación con los músicos). Según Ferret, en lo letrístico Pope en Banda juega con lo acumulativo, como en el tema “Anti anti”, un “juego hasta el absurdo a partir del tema de los medicamentos”. Ese día también se subirá al escenario el grupo Cucú Rapé, que se dispone a terminar su segundo disco. Pérez y Ferret subrayaron que se trata de una propuesta musical “con arreglos contundentes que se alejan de lo usual y, al mismo tiempo, son reconocibles, porque los acompaña un cúmulo de información extra”. Destacaron también que Valentín Abitante, uno de los integrantes del grupo y compositor, cuenta con un caudal literario muy amplio, desde el que construye personajes basándose en historias no tan ficticias. “Valentín es un fabricante de historias sin prejuicios”, sentenciaron.

El jueves 20 será el turno de Clara García, de quien dijeron que le dedica “mucho tiempo a las composiciones” y que por ello no tiene una producción amplia sino más bien “comprimida y condensada”. Contaron que sus canciones son obras muy fuertes, con un nivel de logro “exquisito, alcanzado a partir de un trabajo acumulado que se ha mostrado poco”. También estarán Berta Pereira y Pollo Píriz, que han grabado tres discos juntos desde 1996, aparte de otros tres anteriores de Píriz y numerosas participaciones de ambos en otros proyectos. Sobre ellos, Ferret comenta que “hay que verlos en vivo para realmente apreciar todo el caudal estético y emotivo que generan”. Aventurando definiciones, sus colegas aseguran que Berta “es una chamana” y el Pollo “un gurú”, y que se trata de un dúo con gran ductilidad en materia instrumental.

El último día del ciclo participarán Ferret, de quien Pérez identifica como mayor virtud la composición, y en especial el modo de combinar melodías, armonías, esquemas de guitarras y letras. “El mecanismo de la composición es algo que él realmente maneja muy bien, con el que logra una verdadera simbiosis de música y letra que se convierte en un vehículo entre el mundo externo y el interno. Hay una búsqueda de la belleza bien entendida”, asevera. También se presentará Asamblea Ordinaria, la más veterana de las propuestas, ya que el grupo fue formado en 1981, lleva editados cuatro discos desde 1986 y está preparando el quinto. Los entrevistados los definieron como “grandes guitarristas con voces sorprendentes”, arreglos muy trabajados y un importante ingrediente de humor.