“El tema de la exposición fue bastante porque sí. Había un llamado de la Alianza Francesa para exponer. Es una sala muy linda, cuidada, cálida; por eso nos gustó la idea de presentarnos. Gonzalo Firpo propuso ilustrar canciones”, contó Denisse Torena. La propuesta de cada ilustrador era totalmente libre; sólo se plantearon dos pautas a las que debían ceñirse: el formato debía ser cuadrado, como la tapa de los discos, y la canción tenía que ser de un autor nacional. “Es una especie de homenaje, porque en este trabajo tan solitario e introspectivo siempre trabajamos con música”, definió la ilustradora. Para que de alguna forma la música estuviera presente, incluyeron junto a la información de cada cuadro un código QR para que los visitantes puedan escanearlo con el celular y escuchar las canciones.

Torena destacó que dibujar para la exposición les permitió disponer del tiempo de una manera menos rígida, sin las urgencias habituales en su trabajo, y encarar un proyecto más personal y con mayores posibilidades de investigación: “Una cosa que se dio, sin que fuera una premisa inicial, fue que buscamos trabajar a mano, quizá por estar un poco cansados de la digitalización, vinculada con los tiempos de la producción, con la necesidad de trabajar rápido. Esta propuesta daba la posibilidad de presentar una obra única, y eso nos permitía probar otras cosas”.

Entre música e imagen

Al observar la lista de trabajos que conforman la exposición llama la atención la variedad en la selección de las canciones, en la que es evidente una búsqueda por evitar el lugar común. Cada ilustrador eligió su canción e hizo su propio viaje a partir de ella. Eugenia Assanelli -de quien tomé prestado el título de esta nota- trabajó con “Como la luz de tus ojos”, de Luis Trochón. Partió de la intención de homenajear al Choncho, a quien define como “un alma noble que buscó nuclear a los que estaban ‘del mismo lado’, con una inteligencia fuera de serie que le permitió el uso de todo tipo de recursos para eludir a los censores de la dictadura”. Explica que “casi nadie lo escucha, a pesar de que ha sido (y es) una fuente inagotable de inspiración para un montón de músicos cuyo trabajo sí se escucha”. El tema, de una dureza estremecedora, la atrapó por su musicalidad y por la conexión que guarda su letra con la niñez que crece en contextos vulnerables. “Estaba entre esa y otra canción cuando por mi ventana escuché, en alusión a un nuevo éxito de taquilla de la crónica roja, algo así como ‘a estos pichis les queda corta la cadena perpetua’; ahí decanté ipso facto por esta”, cuenta. “Pensé en Snoopy en el techo de su cucha, en que los contenedores parecen una casita, en que hay niños que no valen, que no juegan, en toda la amplitud de la expresión”.

Leandro Bustamante trabajó con “El viento en la cara”, de Fernando Cabrera y Eduardo Mateo. Cuenta que la elección de esta canción, la más conocida de las que integran la muestra, se basó en el gusto por la obra de estos dos referentes de la música nacional y en que relata lugares y paisajes de su infancia. “Hasta mi adolescencia viví en la calle General Hornos, cerca de Garzón, más precisamente en el barrio El Tajo y la Puñalada, al que de una forma más bella se llama Prado Norte. En Garzón pasaba la vuelta ciclista y con mi viejo y mis hermanos íbamos a verla pasar en su Ford F100 roja, que usaba para hacer fletes. Además de ver expectante la vuelta, me llamaban mucho la atención los señores apoyados en los mostradores meta tomar grapa”, cuenta.

Santiago Germano homenajeó al blues en su ilustración de “Cada hombre es un camino”, de Días de Blues, la legendaria banda de los 70. Por su parte, Daniela Beracochea trabajó a partir de “Vamos a liberarnos”, de Luana Méndez. “La elegí porque me conmovía tanto la letra como la interpretación de Luana. El proceso fue bastante espontáneo y trabajé el concepto de la canción, viendo qué surgía desde lo emocional. Las primeras imágenes fueron hacia escenas que sentí más literales y, poco a poco, me sumergí en la interpretación ilustrada, generando un nuevo relato que tiene que ver con lo que me genera la canción”, explica. Sabrina Pérez eligió el tema a partir del autor, Juan Wauters: “Este año lo vi en vivo y me quedé enganchada con lo que hace: sus canciones, el modo en que canta, el estilo, la sensatez, los videos, las letras. Es un músico uruguayo que emigró de adolescente a Nueva York, en la crisis de 2002, y tiene una fusión de lo uruguayo con lo global, por así decirlo; me resulta atractivo ese collage estético. Quería una canción en español, por eso elegí esta, que es una de los pocas que canta en esta lengua. Al principio, pensaba ilustrarla diferente, porque me había centrado sólo en la letra; luego (pasó mucho tiempo desde ese primer boceto hasta que me senté a trabajar en el dibujo definitivo) terminé haciendo algo mucho más personal cuando empecé a desmenuzarla gráficamente, y pasé por todas las capas que componen una canción: el ritmo, la voz, el estribillo y, por último, la letra”.

Pantana (Sebastián Santana) eligió “Nadie”, de Washington Benavides y Eduardo Darnauchans, a partir de una idea que data de varios años atrás y que germinó en la nostalgia por la distancia, ya que el autor reside actualmente en Valparaíso, Chile. “Vino a cuento de hacer algo en conjunto con un amigo músico, así que le propuse hacer su versión de esta canción, ilustrarla y luego tantear a Criatura editora [para su colección de libros-álbum basados en una canción, que se presentan acompañados de un CD], a ver si les interesaba; es decir, hacer el encare al revés de lo que nos sucede habitualmente, que nos llega un pedido o sugerencia de laburo: hacer, y luego ofrecer a ver si interesaba la obra completa, y, si no interesaba, moverla por nuestra cuenta”, comenta. “La elegí porque se me había ocurrido un porqué al relato, un porqué al título del poema luego hecho canción. Se me ocurrió una razón propia para contar una idea ajena. La idea en cuestión es muy sencilla y está contada en los dibujos: el mundo se detiene por alguien, que es una niña que acaba de salir de la niñez y entrar en la adolescencia luego de darse una ducha, y ahí está la canilla que queda goteando. Todo sucede en una nada de tiempo, en un instante mínimo que nadie nota, salvo la gurisa, aunque ese momento está marcado por una instancia mundial en la que todas las personas y todos los bichos parpadean a la vez, dándole un breve momento de intimidad”, explica.

“En realidad, yo hice trampa”, confiesa Torena al explicar el periplo de su trabajo sobre la canción “La feria de Palermo”, de Gabriela Rodríguez. “Mi idea era trabajar con Asamblea Ordinaria, un grupo que me gusta mucho y al que quería homenajear. Disponía de poco tiempo para trabajar y no sabía muy bien qué hacer. Mientras le daba teta a mi hijo, me llevaba un cuadernito y dibujaba; tomé unos personajes que habían salido de eso, los empecé a mezclar y surgió otra cosa que no tenía nada que ver con la canción que había elegido. Se me fue hacia la feria, que precisamente fue el lugar que más visité al final del embarazo, y ahora en el puerperio. Empecé a buscar por todos lados una canción que tuviera que ver con eso, me presentaron a Gabriela Rodríguez y me encantó, fue un descubrimiento”. Más allá de las particularidades de su trabajo, con ese ida y vuelta de la canción al dibujo y del dibujo a otra canción, fuertemente marcado por la maternidad reciente, Torena explicó la diferencia del hacer para esta exposición con la ilustración de textos literarios: “Al ilustrar un libro partís de un texto, mientras que en este caso tenés la letra pero también la música y otros componentes que tienen que ver con lo que esta genera. Yo vinculo más la música con el color, pero son cosas sensoriales, no tan explicables. Al mismo tiempo, como partís de una canción que tiene que ver contigo, hay algo de tu historia, es más personal que ilustrar un texto de otro, más allá de que obviamente siempre empatizás: de otro modo, no podrías trabajar”.

12 surcos

Alfredo Soderguit: “Superman”, de Leo Maslíah. Claudia Prezioso: “La planta”, de Samantha Navarro. Cristian Moreira: “Ta llorando”, de Los Olimareños. Daniela Beracochea: “Vamos a liberarnos”, de Luana Méndez. Denisse Torena: “La feria de Palermo”, de Gabriela Rodríguez. Eugenia Assanelli: “Como la luz de tus ojos”, de Luis Trochón. Juan Manuel Díaz: “Llueve”, de Alberto Wolf. Leandro Bustamante: “El viento en la cara”, de Fernando Cabrera y Eduardo Mateo. Pantana: “Nadie”, de Washington Benavides y Eduardo Darnauchans. Sabrina Pérez: “En mí”, de Juan Wauters. Santiago Germano: “Cada hombre es un camino”, de Jorge Barral, Daniel Bertolone y Jorge Graf. Valentina Echeverría: “De donde soy”, de Fabrizio Rossi.