Las gacetillas de prensa que promocionan discos suelen describirlos con un colorido barniz y guirnaldas de palabras delicadas que no siempre tienen correlación con la realidad de la música que luego se escucha. Pero hay que confesar que el texto que publicita el tercer álbum solista de Luciano Supervielle (músico de Bajofondo), Suite para piano & pulso velado, da en el blanco con precisión digna de Lee Harvey Oswald cuando describe que el cruce entre las piezas de piano de estilo clásico -en el sentido amplio del término- con la música electrónica es sutil. No hay mejor palabra para describir la mezcla, y es la primera que viene a la mente apenas empieza el disco.

La sutileza es una virtud que hay que tener muy en cuenta cuando se trata de mezclar dos géneros tan dispares. Por ejemplo, el proyecto Schiller (del DJ alemán Christopher von Deylen) toma partes de piezas clásicas archiconocidas y las carga con una densa atmósfera electrónica, un experimento que resulta bastante tosco y superficial. En su nuevo trabajo, Supervielle demuestra su gran pericia, no sólo para unir dos mundos musicales casi opuestos, sino también para componerlos, ya que todo el disco contiene temas originales, salvo por dos excepciones: “La edad del cielo” (Jorge Drexler) y “Sabelo” (Bajofondo).

La mayoría de las piezas de la primera parte del disco empiezan con un piano solitario al que luego abrazan los sutiles chiches electrónicos. Así las cosas, nos topamos con temas como “Resiliencia”, que al inicio tiene ribetes de nocturno de Chopin -el tempo calmo- con un poco de las Gymnopédies de Erik Satie -la melodía breve-, al que luego se suman una mínima base que marca el beat, un corito femenino apenas audible y brisas sintetizadas a lo Moby que juegan con el estéreo: el tema se transforma en ambient de pura cepa.

A veces la sutileza pasa más por insinuar las partes electrónicas que por mostrarlas de forma explícita. En “Interludio en sol menor” (que tiene esa pizca melancólica inherente al tono) el leitmotiv es una melodía de piano reverberado en la que por momentos el ritmo lo lleva una adictiva línea de sintetizador que oficia de bajo. La base otra vez marca un ritmo mínimo, pero el beat siempre está ahí, como un fantasma mucho más grande; entonces, uno se deja llevar y mueve la patita como si hubiera un bombo atronador que machacara sin piedad -incluso al final, cuando la línea grave ya desapareció-. Por desgracia, es la pieza más corta del disco: no llega a los dos minutos, pero perfectamente podría durar el triple. Cuando te quedás con ganas de más, es una buena señal. Similares características tiene la pieza anterior, “Pasaje nocturno”, en la que la línea símil bajo del final se vuelve totalmente hipnótica, y se podría escuchar por varios minutos más.

En general, el álbum tiene bastantes variaciones de tempo y de climas entre los temas, que lo dotan de una diversidad que atrapa fácilmente. Por ejemplo, el tema de apertura, “Sublimación”, desprende un arpegio de piano intenso y rápido que contrasta con otras piezas más suaves. También hay un interesante juego con las dinámicas. “Rondó Rodó” arranca con una impronta tanguera potente, con Supervielle aporreando los acordes, luego baja un poco el entusiasmo y oscila hasta que nos inunda la atmósfera sintetizada/programada.

La segunda parte del disco se titula “Pianos tiranos” -la primera es homónima al álbum- y consta de música compuesta originalmente para Tiranos temblad, la famosa serie de Youtube que hacía resúmenes semanales de acontecimientos uruguayos. Las piezas de esta sección son a piano pelado. Si se viene escuchando el disco en orden -vamos, como corresponde-, la ausencia de la amalgama electrónica puede generar cierta nostalgia o ansiedad -por el beat que nunca llega a marcar presencia-. Pero la última parte hay que escucharla como lo que es: una obra distinta. El tema que se destaca por robo es “Suite de la Mamama”, una pieza de diez minutos en la que Supervielle demuestra que se le da sobrado eso de tocar el piano, y que por momentos logra desbordar una intensidad apoteósica sublime.

Parece de Perogrullo, pero Suite para piano & pulso velado es un álbum para escuchar, una actividad cada vez más complicada de realizar en la locura del mundo actual. Para escuchar de verdad, sin hacer otra cosa en paralelo. Olvídense de ponerlo de fondo mientras leen el portal de turno en internet. Olvídense de hacerlo sonar por los auriculares del celular mientras corren por la rambla o sienten el calor del cuerpo de un señor de bigotes en el fondo abarrotado del 494 a las cinco de la tarde. Hay que dejar todo y escuchar, porque vale la pena.