El riverense Chito de Mello es y no es un fenómeno similar al de los artiguenses Fabián Severo y Eduardo Díaz, poeta y cantautor que vienen trabajando juntos en la reivindicación del llamado portuñol. De Mello tiene 69 años, desde el punto de vista musical se mueve -con solvencia- en un terreno mucho más tradicional y cercano al folclorismo que Díaz, y su defensa del habla asociada con el bagazo o la bagacera (en Rivera asociada con la gente pobre) es distinta, como se nota, para empezar en el hecho de que él usa comillas para diferenciar, en sus textos, las expresiones que sabe que no son habituales fuera de sus pagos.

Una postura diferente, entonces, y no necesariamente asimilable a las preocupaciones teóricas de quienes manejan, por ejemplo, el horizonte de que Uruguay reconozca al portuñol como un idioma oficial más (una propuesta que trae aparejadas cuestiones de difícil resolución, porque se trata ante todo de un habla, variable en el tiempo y según la región, y sin una manera “correcta” de escribirse, y formalizarla podría equivaler a momificarla).

Además, lo que De Mello llama rompidioma es ante todo, más que una reivindicación lingüística, una manera de simbolizar su compromiso con los sectores populares, como lo es la evocación en sus canciones de los boliches en los que se junta el pobrerío, o de la “inshada lúmpe dus Diablo Rojo deu Barrio Rivera Chico”. Esto viene articulado con una postura política de corte libertario (y no es casual que una de las canciones de su último disco, Misturado, que acaba de editar Ayuí, se titule “A Carlos Molina”, en homenaje a ese estupendo payador anarquista).

De todos modos, lo idiomático está, es el centro autorreferencial de gran parte de las canciones este disco, y constituye sin duda una de las señas de identidad que lleva con orgullo De Mello, pero también lo son sus maneras de tocar chamarrita, milonga o tango, o su forma de sacar la voz, que pueden verse, desde el punto de vista musicológico, como elementos de alto valor testimonial a preservar, pero que él maneja como algo vivo y dinámico, porque respeta tradiciones pero también busca rumbos artísticos propios. Usa el misturado idiomático, y juega irónicamente, en “tás m'entendiendo” a presentar un discurso purista contra el portuñol, pero dicho en portuñol. Y juega con las palabras más allá de la mistura, por ejemplo en la canción “'Éin dialeto y éin' esdrújula”, con el efecto de ese recurso particular en las rimas que usó también Violeta Parra en su “Mazúrquica modérnica”. Y juega a la mistura también sin palabras, como en la composición “Milonga shoro”, que, como su nombre lo indica, fusiona el milongueo con un ritmo de origen brasileño en pandeiro.

Es un acontecimiento que venga a tocar a Montevideo. Presentará Misturado este sábado a las 21.00 en la sala Zitarrosa, y estarán junto a él, como invitados, los mencionados Severo y Díaz, y los riverenses Carlos Joni de Mello y el dúo Tacuruses.