El personaje Doctor Strange (doctor extraño) nació hace 53 años, en un tiempo en el que los cómics eran entretenimiento para niños y preadolescentes, no franquicias multimedia. Apareció como relleno para cinco páginas libres de la revista Strange Tales, sin plan ni perspectivas. Las historietas vendían mucho más que hoy y tenían lectores que enviaban cartas a la redacción. Esos lectores se fascinaron con el personaje y pidieron más después de leer su primera y brevísima aventura.

La primera historia del doctor Stephen Strange, un neurocirujano que abandona sus aspiraciones materiales y pasa a dominar la hechicería, es muy sencilla y fue ideada por el dibujante Steve Ditko. Stan Lee, inspirador de la mayoría de los superhéroes emblemáticos de Marvel, como Spider-Man (creado junto con Ditko), Los 4 Fantásticos, Los Vengadores, X-Men y muchos más, se limitó en este caso a agregarle diálogo a los dibujos, pero luego se las arregló para ser considerado uno de los creadores de Doctor Strange.

Aquellas historietas iniciales del personaje, recopiladas ahora en un tomo de valor histórico, no tenían mayores aspiraciones. La premisa era sencilla: Strange tenía un maestro llamado Ancient One (ancestral), y se enfrentaba con Mordo, quien era básicamente un discípulo con mucho ego y maldad. En cada episodio aparecían palabras que sonaban a misticismo asiático, como Hoggoth, Vishanti, Agamotto o Dormammu, sin que Lee tuviera demasiado claro qué quería decir con ellas.

El gran atractivo estaba en los enfrentamientos interdimensionales de los personajes, con poderes y escenarios delirantes, asimilables a la cultura del LSD. Ditko, que no tomaba drogas, se divertía al crear esas secuencias e imaginar formas y colores herederos de los cuadros de Salvador Dalí, cosa que, además, le permitía jugar con la dinámica de cada página. Recién en el quinto episodio, y a pedido de los lectores, Lee y Ditko presentaron el origen del personaje, que así pasó a tener un poco más de profundidad y sentido. Más adelante les agregaron trasfondo a aquellas extrañas palabras y, por ejemplo, le dieron cuerpo e historia a Dormammu, el mayor enemigo del héroe.

A pesar de la brevedad de las primeras historietas de Doctor Strange, el personaje tuvo su impacto en la época -aparece en la portada del segundo disco de Pink Floyd, A Saucerful of Secrets (1968)-, y el cruce de misticismo oriental y psicodelia sesentista planteado por Ditko y Lee fue bien explotado por quienes continuaron el cómic. El primer salto vino de la mano del guionista Roy Thomas, quien a partir de 1968 le dio un vuelo literario inédito para las historietas de superhéroes de la época, y además aplicó lo que sabía sobre el LSD y sus efectos. Poco después se sumó el dibujante Gene Colan -que se había destacado en la revista Daredevil y luego lo haría en La tumba de Drácula-, y convirtió los coloridos escenarios psicodélicos de Ditko en dimensiones predominantemente oscuras.

Durante estas cinco décadas de historia, como es habitual en los cómics estadounidenses, fueron muchos los guionistas y dibujantes del personaje, y varios de ellos dejaron una huella profunda, como sucedió en el período con guiones de Steve Englehart y dibujos de Frank Brunner o de Colan, a comienzos de los 70; con la miniserie escrita en 2004-2005 por J Michael Straczynski (cocreador de series de televisión como Babylon 5 y Sense8) y Samm Barnes, con dibujos de Brandon Peterson; y con la que escribió el premiado Brian K Vaughn en 2006-2007, dibujada por Marcos Martin. La más reciente versión corre por cuenta del guionista Jason Aaron y el dibujante Chris Bacchalo: se centra en la irrupción de la magia en este mundo, tiene algo más de humor y juega con el precio que tiene que pagar un ser humano que domina esas artes sobrenaturales. La psicodelia neta nunca volvió, pero sí persistió la idea original de presentar batallas que son mucho más que algo físico. “La energía está en la mente”, dice uno de los diálogos escritos por Englehart, “El cuerpo es nada, la mente es todo”.