Hoy a las 19.30, en el hall de la sede central montevideana de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de la República, se presentará el número 14 de la revista R, que edita ese centro de estudios. La referencia a la capital corresponde porque ya hubo una presentación anterior en Salto, el jueves de la semana pasada y con nutrida concurrencia, y esa duplicación no es casual, sino que viene a reforzar la intención editorial de volver la mirada, en este ejemplar, hacia el interior del país, con el propósito de indagar y hacer emerger arquitecturas “desplazadas” por su condición lejana del centro.
Tal como sucedió con el número anterior, esta R14 obtuvo su línea editorial de un llamado interno, y en este caso se seleccionó a un equipo liderado por la arquitecta Laura Cesio, cuya propuesta fue retomar (cuando no iniciar) el análisis de la arquitectura moderna en el interior, en un intento de complejizar las lecturas sobre el pensamiento y la producción de ese período que hasta ahora se nos había presentado tan montevideano. Se centra la mirada en la producción de Lucas Ríos Demaldé en Tacuarembó, la de Carlos Rodríguez Fosalba en Salto y la del estudio de Luis Alberto Basil y Carlos Viola en Minas. Los autores (respectivamente, Rafael Alanis y Pablo Kelbauskas, Sergio Barreto, y Raúl Velázquez y Luis Zino) analizan la obra construida desde esa perspectiva de lo invisibilizado, y describen los valores de esas arquitecturas, mediatizadas por las circunstancias físicas, sociales y temporales que las acogen.
Resulta interesante apreciar que estas lecturas son realizadas por docentes destacados en el campo del proyecto, y no desde el ámbito de la historia o de la crítica de arquitectura, como se podría haber esperado. Es que, de algún modo, parece haberse cambiado a los relatores para así cambiar la mirada, ver otras cosas y, por ende, conocer de otro modo. Es comprensible, entonces, la selección y entrelazamiento de algunos aspectos que comienzan a tomar relevancia a la hora de describir a los autores de las arquitecturas en cuestión. Pesan aquí las obras construidas tanto como las que no llegaron a concretarse, las abandonadas y las experiencias concursadas. Igualmente pesan las circunstancias históricas dentro de la facultad, los integrantes del cuerpo docente y de la generación de estudiantes con quienes esos autores se formaron. Pero sobre todo aparece una singular mirada sobre la arquitectura, que desanda, desde los resultados, las opciones y renuncias en la definición proyectual, como si una especie de cómplice delator nos expusiera los verdaderos trucos del mago, desvistiendo lo real y lo ilusorio, evidenciando las ideas subyacentes acerca del habitar urbano.
Así, de alguna manera, se toman casos excepcionales que nos permiten comprender y valorar una especie de modernidad desterrada, como un fenómeno cultural de carácter nacional, persistente y resistente, mediante construcciones en todo el territorio (o, al decir de Alanis y Kelbauskas, como “actos de un soldado de un ejército con una estrategia definida, que opera, a nivel táctico, predio a predio, disciplinadamente”). En este sentido, si bien el trabajo de compilación se enfoca en tres “casos”, otras tantas trayectorias aparecen vinculadas en una línea editorial que tiene el enorme valor de haber hecho visible, si no descubierto, un conjunto de calidad sobre el cual poco se ha reflexionado. Bajo el título “Una ciudad, un arquitecto”, se da cuenta de que la selección fue reducida dentro de un universo mayor, acaso sugiriendo que este es sólo un punto de inicio.
De hecho, el enfoque se complementa notablemente con un dossier sobre 11 obras contemporáneas dispersas en el interior del país, que suman otros marcos físicos en Colonia, Rivera, Treinta y Tres, Soriano o Artigas, y que vienen a exponer en qué medida aún hoy la cultura (¿y la academia?) ignoran el trabajoso desempeño de arquitectos fuera de Montevideo, aunque estén radicados en la capital y sean ya actores destacados, como sucede en los casos de Gualano+Gualano Arquitectos y del Estudio Lorieto-Pintos-Santellán.
Ese dossier colabora para centrar y dar espesor a la línea editorial, a la vez que supera un inconveniente de los números previos, en los cuales las obras seleccionadas y más extensamente comentadas no siempre coincidían con el tema editorial: en la R14 es notorio el esfuerzo por volcar ese tema a toda la edición. Sin perder en ningún momento los rasgos distintivos de este nuevo ciclo de la revista (que procura una mirada académica sobre lo que sucede tanto dentro como fuera de la FADU en sus campos de conocimiento), este número permite profundizar en el fenómeno elegido con miradas al pasado, al presente y al futuro, y visibilizarlo desde las arquitecturas y experiencias que nos propone conocer (incluyendo la entrevista con un arquitecto que cumple labores en el litoral oeste, que recoge los rasgos de la actuación profesional actual en una parte del interior). En este sentido, es muy sugerente la imagen del “sedimento arrastrado”, tomada de Smiljan Radic, con la que el chileno Patricio Mardones plantea una perspectiva foránea sobre el tema, en un interesante artículo de cierre, de aire melancólico y perspectiva algo inquietante. A su vez, Inés Bortagaray nos acompaña con breves narraciones que, sobre una serie acotada pero sugerente de fotografías, enriquecen esta densa mirada sobre la “interioridad”.
Lo emergente
Dentro del espacio Samotracia, que hace referencia a la réplica que habita el hall de la facultad y que está dedicado a lo que sucede puertas adentro, se presentan tres productos de diversas carreras de la nueva FADU: una casa (la última vivienda construida por Arquitectura Rifa), la publicación sevé (ofrecida por el equipo docente de Tipografía y sustentada por estudiantes de la licenciatura en Diseño y Comunicación Visual) y el escritorio infantil Cuac (resultado de un trabajo final para el diploma de Especialización en Proyecto de Mobiliario). Todos son presentados por sus autores y analizados por académicos de las tres áreas, brindando y explicitando esa rica y compleja perspectiva múltiple que habita la casa de estudios.
No menos interesante es la reseña realizada por Diego Capandeguy del ciclo OPA!, que organizara el Departamento de Proyectos, y que el autor presenta como relatos de creadores contemporáneos, cuyas obras y discursos sirven de argumento para trazar ciertos rasgos transversales y, quizá, llamar la atención sobre una serie de profesionales emergentes. En todo caso, el ciclo aparece como otro espacio de difusión de prácticas habitualmente no visibles.
Lo visible
El hecho arquitectónico más nombrado del año (peleando incluso con el complejo Antel Arena y su destino) fue, probablemente, la construcción de la escuela rural “sustentable” de Jaureguiberry, y la R14 dedica un espacio al análisis de esa sorprendente visibilidad. A partir de la presentación de esa iniciativa por parte del grupo Tagma (donde las deficiencias gráficas sorprenden y contrastan con el resto de la publicación), cuatro académicos aportan sus miradas sobre el fenómeno, el proceso, la arquitectura resultante y las interrogantes sobre la formación que esta implica. Adelantando un debate en ciernes, aparece interpelada tanto la pertinencia del proyecto arquitectónico en tanto valor cultural y académico (ya que se recurrió a un equipo extranjero, cuyo aporte fundamental parece ser justamente la visibilidad que otorga) como la propia definición de lo “sustentable” (¿acaso no ha demostrado serlo la Escuela Experimental de Malvín?) y el carácter innovador que se le atribuye. Estas aristas aparecen particularmente disonantes y esquivas, exponiendo al público lo complejo de ciertos consensos académicos.
Más adentro, la R14 registra el pasaje de David Harvey por la FADU con motivo del centenario de la institución, y reproduce parte de una jugosa entrevista con él en el museo Casa Vilamajó, que da una idea del aporte al pensamiento sobre los procesos capitalistas urbanos por parte de este geógrafo y antropólogo de talla mundial.
Finalmente, es de destacar la claridad y calidad con la que esta R14 se comunica con el lector, ordenando nítidamente los contenidos, evitando los saltos bruscos y los elementos disonantes en la gráfica, e incluso sacando partido de la supresión del color en las imágenes, una vez más, de alta calidad. La invitación es clara: conocer un poco más, para que sea un poco menos lo que dejamos de ver.