La clausura de la saga de siete libros de Harry Potter debe de haber sido una desgracia para Warner Bros, que logró con ocho films basados en esas historias de hechicería la serie más taquillera de todos los tiempos (después del Universo Cinemático de Marvel, que incluye varias películas más). Pero JK Rowling decidió ponerle fin en forma (por ahora) definitiva, y tanto los fans de Potter como los ejecutivos cinematográficos quedaron con cierto síndrome de abstinencia de lo que durante una década fue casi un acontecimiento fijo anual. Sin embargo, tras un lustro de descanso, la autora y Warner regresaron a ese universo tan querido y lucrativo.

Animales fantásticos y dónde encontrarlos se basa en un texto de Rowling ambientado en el mismo mundo que Harry Potter, pero las diferencias son casi más notables que los parentescos. Se trata de un producto evidentemente orientado hacia los seguidores de Potter -especialmente los de la primera hora, que crecieron junto a los personajes- y parte de la misma concepción mágica del mundo, pero el resultado es bastante distinto en tono y resultados.

Para empezar, no se trata de la adaptación de un libro. Hay uno de Rowling con el mismo título, de 2001 y escrito con fines benéficos, pero no es un relato sino un bestiario, texto de estudio en Hogwarts, del autor ficticio Newt Scamander, un magizoólogo (estudioso de las criaturas mágicas). O sea, más un producto lateral de merchandising para fans que una ficción, pero en él Rowling se dio el gusto de describir 75 seres fantásticos, algunos de los cuales nunca aparecieron en las novelas de Potter. La película no es, por supuesto, una enumeración de criaturas, sino una historia independiente, con guion de la propia Rowling, protagonizada por Scamander (Eddie Redmayne) y ambientada en 1926, en Estados Unidos. Ya se anunció que habrá secuelas -dos, tres o cuatro-, con ella como guionista y el mismo personaje central, así que habrá criaturas fantásticas para rato. Y esto, a juzgar por este film, no es una mala noticia.

Otro país, otro tiempo, otros bichos

El introvertido Scamander llega a Nueva York con una valija que comunica con un enorme espacio (versión exagerada de la casilla TARDIS de Doctor Who) y funciona como reserva para animales mágicos en riesgo de extinción. La valija se extravía y escapan varias bestias, a las que Scamander debe recapturar; mientras tanto, una entidad mágica hostil causa terror en la ciudad, y los magos neoyorquinos corren peligro de ser perseguidos.

Todos los personajes principales son adultos, varios años mayores que Potter y sus amigos al final de su saga, y también hay un cambio de tono: se mantiene la orientación más “oscura” de los últimos films de Potter, pero hay una mayor contención dramática, con menos declaraciones emotivas y comportamientos impulsivos. Además, como hay personajes vinculados con la serie anterior, pero ninguno se repite, la película puede verse sin conocer el mundo de Potter, e incluso atraer a algunos que lo consideraban excesivamente infantil o cándido.

El cambio abarca también a los seres que dan nombre al film; a pesar de la variedad de criaturas sobrenaturales que incluían sus libros, Rowling nunca se había destacado por ser muy original en ese terreno, y su cosmogonía fantástica se componía esencialmente de dragones, grifos, gnomos, hombres lobos, en el imaginario más clásico de la fantasía occidental. Aquí hay varias bestias cuya creación puede adjudicarse exclusivamente a la autora, y que van configurando un ámbito más personal y original.

Hay observaciones sociales simples pero efectivas, acerca de la presión religiosa y política por la cual los magos mantienen su actividad en secreto, y de la segregación (ausente en la Inglaterra de las novelas de Potter) entre estos y el resto de los humanos. La relación entre magos y gente “normal” tiene un tratamiento muy similar al que Bryan Singer les dio a sus adaptaciones de las historias de mutantes de los X-Men, y de hecho el villano, interpretado por un excelente Colin Farrell, podría, por sus parlamentos y actitud altiva, ser un equivalente mágico del no del todo maligno Magneto. Tampoco hay que rascar mucho para encontrar un mensaje ecologista bastante claro pero no impositivo, que le da algunas segundas lecturas a lo que podría ser una mera acumulación de efectos.

Más allá de estas diferencias, que al parecer ahuyentaron a varios fans de Potter en las funciones de prueba, Animales fantásticos... resulta una sorpresa refrescante en lo cinematográfico. El director David Yates había llevado a la pantalla los cuatro últimos libros de Potter, y en los dos primeros de ellos tuvo que condensar novelas excesivamente largas para contenerlas en tres horas, de modo que las películas resultaron algo apuradas y abstrusas. Pudo respirar recién en Harry Potter y las reliquias de la muerte: partes 1 & 2 (2010-2011), que, al dividir la novela final en dos, fueron los films de la serie menos comprimidos desde Harry Potter y la cámara secreta (Chris Columbus, 2002), pero la dirección de Yates había sido más funcional que creativa. Ahora la parte visual de Animales fantásticos... es por momentos deslumbrante, con monstruos imposibles que atraviesan y desmantelan una Nueva York vintage excelentemente recreada.

Esta película se destaca también por su elenco, muy superior al en ocasiones irregular de los films de Potter. Redmayne es uno de los actores jóvenes más prometedores, y su Scamander transmite una neurosis tímida y palpable, pero al mismo tiempo cálida, compartida por varios de los personajes principales, que nunca se explican a sí mismos del todo (por lo cual algunos críticos haraganes opinaron que están “poco desarrollados”). El cocinero interpretado por Dan Fogler -el más normal de los hombres, involucrado por accidente en un entorno mágico- es tan carismático como poco frecuente, pero quizá lo mejor es la compositora Alison Sudol (conocida musicalmente por su pseudónimo A Fine Frenzy), en su primer rol cinematográfico de importancia: demuestra una presencia excepcional, y seguramente vamos a verla muy seguido en la pantalla grande.

Es imposible dejar de notar algunas similitudes de este film con el recientemente estrenado Doctor Strange (Scott Derrickson): comparten no sólo un universo de hechiceros, sino también recursos visuales muy parecidos, tanto en las teleportaciones de los personajes como en el llamativo proceso en que que los magos reconstruyen calles y edificios, invirtiendo el proceso de destrucción propio de las películas de fantasía actuales. Las casualidades no existen en este grado de inversiones, y es imposible saber quién miró encima del hombro de quién, pero si bien se puede decir que el film de Marvel es un poco más espectacular y sorprendente, este tiene mucho más corazón, humor y encanto humano. Unos cuantos logros para un mundo que ya parecía excesivamente exprimido, y al que han conseguido renovar sin apelar a la nostalgia ni a las viejas glorias de la hechicería.

Animales fantásticos y dónde encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them)

Dirigida por David Yates. Reino Unido/Estados Unidos, 2016. Con Eddie Redmayne, Colin Farrell, Alison Sudol y Katherine Waterson. Grupocine Ejido y Punta Carretas; Life Cinemas 21, Costa Urbana y Punta Carretas; Movie Montevideo, Nuevocentro, Portones y Punta Carretas; shoppings de Paysandú, Punta del Este, Rivera y Salto.