La saga de Underworld o Inframundo es una de las de las grandes franquicias cinematográficas menos respetadas. La primera Inframundo (Len Wiseman, 2003) era un film de acción, en el que los vampiros y los licántropos o lycans (hombres lobo) estaban enzarzados en una guerra milenaria y desconocida para los seres humanos comunes, con vestigios de lucha de clases: los vampiros como aristocracia esclavista y los licántropos como sus ex siervos en revuelta. Además de las diferencias biológicas, las había estéticas, ataviándose los primeros como unos góticos germánicos, y los hombres lobo como músicos industriales eslavos. La trama giraba en torno a Selene (Kate Beckinsale), una combatiente de elite de los vampiros que quedaba entre ambos bandos, intentando salvar a un híbrido de las dos especies.

Cuatro secuelas se sumaron ya, menospreciadas o ignoradas por la crítica, pero reuniendo a un apreciable número de seguidores. Los tres primeros films eran mucho mejores que lo que se les reconoció, con una mitología propia (aunque bastante confusa), monstruos milenarios, ambientes elegantes y europeos, y una excitante combinación de película bélica con artes marciales e imaginería de horror. Pero después de la bastante experimental Inframundo: La rebelión de los lycans (Patrick Tatopoulos, 2009), la franquicia quedó irremediablemente dañada con la flojísima Inframundo: El despertar (Mans Marlind, 2012), que abandonó postulados básicos iniciales como la total ignorancia de los humanos sobre esa guerra, así como los ambientes góticos y el clima épico general.

Inframundo: Guerras de sangre busca volver al ámbito más cultista, intrincadamente épico y obtuso de los primeros films, pero no acierta absolutamente en nada, y sólo recicla algunas ideas mejor desarrolladas en entregas previas. O sea que no hay nada nuevo, y lo viejo está aun peor narrado que antes -algo nada fácil, teniendo en cuenta el entreverado estilo de Wiseman-; todo sigue filmado con el mismo agotador filtro azul (sin el rojo de la sangre y el ocasional marrón de las ropas de los licántropos, parecería que la paleta se limitara a tres tonos), hay un nuevo galán intrascendente (Theo James) en el lugar de otro galán intrascendente (el ya olvidado Scott Speedman), y algunos combates parecen calcos de otros ya vistos (sin que siquiera mejoren los efectos especiales clase B).

Los momentos más interesantes están a cargo del elegante Charles Dance (el Tywin Lannister de Game of Thrones), pero está poco en pantalla, y la única innovación sensible es un tardío cambio de tintura de pelo de Kate Beckinsale (a quien, como si fuera una vampiro real, no se le nota el paso de los años desde la primera Inframundo). Es decir, sólo para fanáticos. No, pensándolo bien, ni siquiera.

Inframundo: Guerras de sangre (Underworld: Blood Wars)

Dirigida por Anna Foerster. Estados Unidos, 2016. Con Kate Beckinsale, Theo James y Charles Dance. Life Cinemas Costa Urbana; Movie Montevideo, Nuevocentro, Portones y Punta Carretas; shoppings de Paysandú, Punta del Este y Salto.