La serie de tristes atentados terroristas sufridos por Francia en los últimos años tenía que, inevitablemente, inspirar alguna forma de representación cinematográfica, tanto en plan de acercamiento serio como en el de simple entretenimiento. Este último es el caso de Atentado en París, que no se basa en ninguno de los actos terroristas reales cometidos en el país galo, sino en una fantasía absoluta que aprovecha en cierta forma el clima de inquietud general. De hecho, y aunque se trata de una ficción bastante disparatada, lo sensible de su tema, tras los atentados en París de noviembre del año pasado, determinó que el estreno de la película en Francia se pospusiera de enero a julio de este año, y a poco de estar en cartel, la masacre de Niza hizo que la levantaran de las salas en la que era exhibida.

En realidad, no trata del enfrentamiento con terroristas políticos, sino -en un giro muy políticamente correcto- de un grupo de mercenarios que deciden aprovechar el clima de miedo al terrorismo para realizar un hurto complejo y bastante inverosímil, sumiendo previamente a París en el caos mediante lo que parecen ser atentados islámicos. Los únicos que saben la verdad son un agente de la CIA (Idris Elba) y un hábil carterista (Richard Madden, que, fallecido su personaje en Game of Thrones, ha pasado directamente a la pantalla grande). Ambos intentan develar la auténtica naturaleza de los crímenes sin que nadie les crea mucho, mientras se prepara un enorme golpe para el día de la Toma de la Bastilla.

El resultado es un producto algo incómodo en su oportunismo, que arranca con buenas intenciones y se va desbarajustando en el camino, hasta concluir en forma bastante ridícula y anticlimática. Como en las buenas películas de la tradición de Alfred Hitchcock o Brian de Palma, Atentado en París usa como pivote una extensa y tensa escena de acción, en este caso una persecución por los tejados de varios edificios parisinos, que, situada en medio del film, termina siendo lo mejor de este. La locación y el vértigo de esa escena les recordarán a muchos al excelente (y hoy en día algo olvidado) thriller de Roman Polanski Búsqueda frenética (1988), que también transcurría en buena parte en los altillos y tejados de la capital francesa (y también era una suerte de homenaje a Hitchcock), pero con resultados generales mucho menores.

Tal vez la peor falla de Atentado en París sea el fracaso en uno de sus objetivos latentes, que era el de convertir a Elba en una auténtica superestrella de acción cinematográfica. El inglés es uno de los actores con mayor presencia física y aura de poder personal que se hayan visto desde los ya lejanos tiempos de oro del Clint Eastwood actor. Alguien que irradia esa energía impasible de los grandes héroes de acción, pero que siempre ha sido relegado a papeles secundarios o ha terminado recalando en películas mediocres, y que en esta tenía finalmente un rol central y aparentemente ideal para su personalidad histriónica. Pero el tiempo pasa y Elba, que ya tiene 44 años, sigue sin encontrar el papel definitivo que lo convierta en la estrella mundial que promete ser desde su impactante debut como el villano Stringer Bell en la serie The Wire (lo más cerca que estuvo fue en la excelente Titanes del Pacífico -2013-, de Guillermo del Toro, pero el protagonismo estaba muy dividido en esa película). Es de suponer que en cualquier momento le llegará, pero Atentado en París decididamente no es el vehículo para ello.

Atentado en París (Bastille Day)

Dirigida por James Watkins. Luxemburgo/Francia/Estados Unidos. 2016. Con Idris Elba, Richard Madden y Charlotte Le Bon. Life Cinemas Costa Urbana y Punta Carretas; Movie Montevideo y Portones; shopping de Punta del Este.