En la última entrevista de prensa concedida por el escritor chileno Roberto Bolaño (publicada en julio de 2003 por la revista Playboy) la periodista Mónica Maristain le preguntó si le daba miedo que alguien quisiera hacer una versión cinematográfica de 2666, y él contestó: “Ay, Mónica, yo les tengo miedo a otras cosas. Digamos: cosas más terroríficas, infinitamente más terroríficas”.

Bolaño (1953-2003) es una estrella literaria, pero su obra había sido trasladada en escasa medida a otros medios -en gran parte debido a las dificultades de adaptación que en muchos casos plantea-, hasta un estallido reciente. En noviembre del año pasado se anunció que la novela Los detectives salvajes, de 1998 y responsable de su salto a la fama internacional, será llevada al cine por el mexicano David Pablos. Ahora una versión teatral de la última y más elogiada novela de Bolaño, 2666, publicada en el año posterior a su muerte, se está presentando en Chicago, adaptada y dirigida por Robert Falls y Seth Bockley.

La tarea les llevó a los directores, según dicen, casi una década y condujo a una obra que dura cerca de cinco horas. Falls y Bockley le dan un ambiente y un estilo distinto a cada una de las cinco partes que componen la novela, son 15 los actores que se reparten la interpretación de unos 80 personajes, y el espectáculo incluye la proyección de audiovisuales. La fama de Bolaño en Estados Unidos llevó a que el estreno tuviera amplia difusión, pero más de un crítico planteó reparos a la obra, señalando que la traslación a lenguaje teatral de 2666 dista de ser exitosa, ya que pese a la inevitable simplificación de la novela, que cultiva con fruición las digresiones, en varios pasajes el elenco, más que llevar a cabo acciones, le explica al público lo que se lee en el libro.

Antes, Una novelita lumpen, publicada por Bolaño en 2002, había tenido una versión cinematográfica titulada El futuro, de 2013 y dirigida por Alicia Scherson; en teatro, hubo una adaptación del temprano libro Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (1984), escrito con el español AG Porta (2014, dirección de Félix Pons), y dos realizadas por el también español Àlex Rigola: una en 2013 del cuento “El policía de las ratas” y otra en 2007 de la propia 2666, que Rigola y Pablo Ley, al igual que Falls y Bockley, plantearon como un espectáculo de cinco horas de duración, dividido en secciones con estilos distintos.

Por esas cosas de la relación centro-periferia, aquel antecedente no suele ser mencionado en las notas estadounidenses acerca de la puesta en Chicago, y tampoco se señala en ellas que hace unos diez años, cuando los estadounidenses iniciaron su trabajo de adaptación, justamente se había estrenado la obra de Rigola.