Uno de los cineastas más pioneros e influyentes de la nouvelle vague, Jacques Rivette, falleció el viernes a los 87 años. Paradójicamente, nunca contó con el grado de polémica y adoración que rodeó a sus compañeros, como Jean-Luc Godard, François Truffaut o Claude Chabrol, aunque haya contado con una obra bastante breve (25 películas en 60 años de carrera) pero increíblemente intensa, además de haber trabajado como asistente de dos grandes realizadores, Jacques Becker y Jean Renoir.

A fines de los 50 estrenó su primera película, París nos pertenece (1958), que ya revelaba el germen de la nouvelle vague, y en los 60 se destacó su teatral e ingeniosa La religiosa (1966), que le dio un gran prestigio y generó una polémica involuntaria, ya que fue prohibida por unos meses, absurdamente, por ser considerada subversiva en la Francia sesentosa.

Con la muerte de Rivette se deja atrás su teoría sobre la historia del cine conocida como “política autoral”, gestada junto con Truffaut y Gordard, que generó un influyente y decisivo nuevo canon del séptimo arte.