El sábado, en la 30ª edición de los premios Goya, el cine argentino se fue risueño: El clan, de Pablo Trapero, fue distinguida como la mejor película iberoamericana, y Ricardo Darín obtuvo el galardón a mejor actor protagónico por su participación en Truman (dirigida por Cesc Gay), en la que comparte esa labor con el español Javier Cámara.

Trapero, consagrado realizador de Leonera y El bonaerense, logró ese premio en España luego de haber sido elegido mejor director, también por El clan, en el Festival de Venecia, donde compitió con cineastas como Aleksandr Sokúrov y Tom Hooper, y luego de que su más reciente película haya sido, de las ocho que dirigió, la que convocó mayor cantidad de público en las salas argentinas, con lo que superó ampliamente los 2.000.000 de entradas vendidas (aunque lejos del récord absoluto, de 3.500.000, marcado en 2014 por Relatos salvajes, de Damián Szifron).

El clan, guionada por el propio Trapero y con las actuaciones de Guillermo Francella, Peter Lanzani y Lili Popovich, se basa en una historia real que parece cinematográfica y que conmovió a la sociedad argentina a la salida de la última dictadura. A mediados de 1982, Arquímedes Puccio, ex represor en el Servicio de Inteligencia del Estado y ex integrante de la nefasta Alianza Anticomunista Argentina, emprendió como negocio familiar, en complicidad con otras personas, una serie de secuestros a empresarios conocidos y amigos de los integrantes del clan. Los mantuvo cautivos en su propia casa en el barrio San Isidro y pidió rescate por ellos, pero los asesinó de todos modos. Así lo hizo con dos de ellos; a un tercero lo mataron cuando se resistía a ser secuestrado, y en el caso de la cuarta cautiva, liberada en 1985 cuando la Policía irrumpió en la residencia de los Puccio, estaba cerca el pago y con él la muerte. Hasta hoy se sospecha que pudo haber otros secuestros y homicidios no probados.

Tras los premios europeos a Trapero, los medios argentinos se han parado en los pedales: anunciaron que el cineasta debutará en Hollywood de la mano del estudio Fox Searchlight Pictures, con la película The Man in the Rockefeller Suit y un guion escrito por David Bar Katz (a partir de una adaptación del libro homónimo de Mark Seal). Según la agencia Efe, The Man in the Rockefeller Suit cuenta la historia de Christian Karl Gerhartsreiter, un impostor que llegó a ocupar varios puestos importantes en Wall Street haciéndose pasar por un integrante de la poderosa famillia Rockefeller. Además, hace tres años Gerhartsreiter fue declarado culpable del asesinato, en 1985, de John Sohus, el hijo veinteañero de una empleada suya. Este largometraje, que llegará a las salas estadounidenses el 19 de marzo por medio de Fox, estuvo muy cerca de realizarse en 2013, con dirección del brasileño Walter Salles (Central do Brasil, Diarios de motocicleta, On the Road), pero todo se retrasó, por lo que el que estará al frente será el cineasta argentino. Ésta será su primera película hablada en inglés y, claro, la única filmada en Estados Unidos.

En diálogo con Clarín, el creador de Mundo grúa contó que le plantearon el proyecto con un guion que ya estaba escrito, pero él decidió embarcarse en una reescritura junto con Katz, que se llevará a cabo entre viajes del director a Estados Unidos y visitas del escritor a Buenos Aires: “Lo atractivo es que los nombres detrás del proyecto y los actores que se están barajando parecen garantizar que todo llegue a buen puerto”, continuó Trapero. Las fechas de rodaje aún no están definidas, “porque el guion nos demandará de dos a tres meses; lo bueno es que, al basarse en un caso real que tuvo mucha repercusión, hay muchos actores de primera línea que están interesados en participar”, adelantó.

En cuanto a la película que se propone realizar, la definió como un “drama con un poco de thriller, que se desencadena después del secuestro de su hijita”. “Empiezan a investigarlo y descubren que no era Rockefeller, sino que tuvo varias personalidades, y lo vinculan con estafas y muertes. Como la de los Puccio, es una familia que se descompone”, contó. Trapero quiere seguir explorando casos reales relacionados con el crimen, porque le resultan “fascinantes”.