Creo que fue Benedetti uno de los primeros en reflexionar sobre lo que el exilio nos deja y en llamarlo “desexilio”. Con los años comprobé que es algo que ya nunca nos abandona; no sólo nos acompaña, también lo heredan nuestros hijos y luego nuestros nietos… Al pasar los años, los viajes son intentos de zurcir, de repegar nuestras historias, una parte allá y otra parte acá, los afectos en el medio, un ir y venir que ya no termina.