Este año los fallos de los primeros premios no fueron polémicos, salvo por algunas declaraciones y videos que aparecieron el lunes. Para el público había favoritos claros en cada categoría, y también lo fueron para el jurado.
La Gran Muñeca, el conjunto de Eduardo Pistola Mega, cerró el domingo el Concurso Oficial y en la madrugada del lunes recibió, como hace 20 años, el primer premio en la categoría de murgas, seguida por Patos Cabreros. House, debutante en este carnaval, ganó en revistas, C1080 en comparsas de negros y lubolos, Cyranos en humoristas y Los Muchachos destronaron a Zíngaros en parodistas.
El espectáculo de House gira en torno al juego de la vida cotidiana. Distintas situaciones son llevadas a escena de la mano de Lucía Rodríguez y Germán Medina, con un estilo stand-up que cautivó al público. Un excelente cuerpo de baile, una muy buena puesta en escena y textos de calidad justificaron su victoria, superando a Tabú y La Compañía.
Cyranos volvió a ganar con su espectáculo Linyeras: un edificio y sus habitantes sirven como metáfora de la ciudad y la sociedad en las que vivimos, con destaque para Jimena Vázquez y Darío Sellanes. Choby’s quedó en el segundo lugar, y en el tercero, los gauchos patones de Cerro Ñato, Sociedad Anónima.
C1080 triunfó con Patrimonio vivo, que obtuvo la mención a mejor espectáculo del Carnaval. En él brilló Hugo Fattoruso, encargado además de los arreglos musicales; le siguieron Tronar de Tambores, Yambo Kenia y Sarabanda.
Los Muchachos tuvieron un desempeño de gran nivel en una de las categorías siempre más parejas (seguidos por Zíngaros, Nazarenos y Momosapiens), con parodias de El curioso caso de Benjamin Button y El hijo de la novia. Tuvo una notable participación Luis Alberto Carballo, que compartió con Virginia Rodríguez (Zíngaros), Sergio Checho Denis y Fernando Vannet (ambos de Nazarenos) la distinción como figura en parodistas.
En el área de las murgas, sorprendieron el merecido tercer puesto de La Clave y el injusto décimo lugar de Metele que son Pasteles, una agrupación que al mismo tiempo recibió tres distinciones, incluida la correspondiente al mejor texto de murga. La Gran Muñeca, además de obtener el primer premio, cuenta entre sus integrantes con Fabricio Speranza, elegido por el jurado como la figura máxima del carnaval.
Si bien, como ya se dijo, los fallos fueron recibidos sin mayores polémicas, hubo numerosas críticas, durante el desarrollo del Concurso, a los constantes problemas de sonido. Éstos llegaron incluso a provocar la interrupción, en la segunda rueda de la presentación en el Teatro de Verano, de la actuación de Patos Cabreros, dejando al público de pie e indignado. Varios conjuntos se las ingeniaron para utilizar esa situación a su favor, y durante la Liguilla introdujeron pasajes nuevos cargados de comicidad. Cayó la Cabra, por ejemplo, incluyó un momento en el que uno de sus integrantes, desde la consola de sonido, disparaba papelitos con la intención de hacer un cambio de luces. Recursos como ésos favorecen a espectáculos que, al desplegarse tres veces en el mismo escenario, pierden el factor sorpresa.
A pesar de las transformaciones que han vivido las distintas categorías, la mención de los hechos más significativos del año sigue siendo un punto neurálgico de nuestro carnaval. Entre los temas más abordados por la crítica estuvieron el conflicto en la educación pública (la ministra María Julia Muñoz fue presentada incluso como personaje de cuplé), la violencia doméstica, la situación económica, el uso y abuso de las redes sociales y la atención en las sociedades médicas.
Cabe una mención aparte para el premio Revelación a la murga La Venganza de los Utileros, formada justamente por personas que antes habían cumplido esa tarea para distintos conjuntos. Si bien esta agrupación no pasó a la tercera rueda, fue bien recibida por el público y valorizada por tener uno de los mejores textos de este carnaval.
Se terminó la fiesta y, como decía aquella despedida de Falta y Resto, “Dios Momo se va a invernar en su cueva de alegría”. Este año fuimos testigos de algunos cambios necesarios en el reglamento del concurso, pero nos queda propiciar y potenciar el cambio en nuestra forma de mirarlo.