Carlos Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado volvieron a tocar en Tandil el sábado, por cuarta vez en la etapa solista del ex líder de la legendaria banda argentina Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que transitó de un origen under al éxito masivo y se separó en noviembre de 2001, dejando, además de nueve discos de estudio y uno en vivo, una gran masa de fieles fans que aún desean que se reúnan, y un perfil singular de producción independiente.

Una multitud se hizo presente en el Hipódromo de Tandil, superando todas las expectativas y acompañando como nunca antes la procesión que sigue a Solari en sus muy espaciadas presentaciones como solista (han sido, con ésta, 18 desde 2005, y no hacía una desde diciembre de 2014). Jóvenes y no tanto llegaron de todas partes de Argentina y también de otros países: según la producción del espectáculo, un centenar de ómnibus vinieron con uruguayos entre el viernes y el sábado. Algunos hablan de un público de 150.000 personas y otros dicen que fueron más de 200.000, lo que marcaría un récord para el cantante y compositor. Con independencia de lo numérico, en esta ocasión hubo un incentivo adicional, ya que Solari, de 67 años, había sacudido a sus seguidores en junio del año pasado al anunciar, en una entrevista radial con Mario Pergolini, que padecía “una enfermedad que hay que tomar en cuenta”, aclarando que no se trataba de cáncer ni de sida, pero que le causaba “dolor” y “mal humor”, y que se proponía realizar por lo menos “un último concierto” para despedirse, que muchos pensaron que podía ser éste (aunque nada por el estilo se ha anunciado). Antes de que empezara el espectáculo del sábado, salió al escenario y reconoció que se trata de la enfermedad de Parkinson. “Anda circulando una versión de que estoy enfermo, y es verdad, Mr Parkinson me está pisando los talones”, dijo.

El recital de Solari le generó a la ciudad de Tandil grandes ganancias, no sólo para la comuna sino también para los miles de vecinos y vendedores ambulantes que aprovecharon para ofrecer todo tipo de productos, desde remeras hasta cerveza, fernet o cualquier otra bebida alcohólica; los negocios locales también se vieron favorecidos por la llegada de un público que duplicó la población estable de la ciudad.

El espectáculo comenzó, puntual, a las 21.30, con “Nuestro amo juega al esclavo”, marcando desde el inicio la tónica de un repertorio en el que casi la mitad de las canciones fueron de la producción de los Redondos, cuya exitosa trayectoria duró un cuarto de siglo. Los Fundamentalistas (que trabajan con Solari desde su primer disco solista, El tesoro de los inocentes, de 2004, y han grabado con él otros tres fonogramas en estudio y uno en vivo) siguieron con “Pedía siempre temas en la radio”, de su segundo disco, Porco Rex (2007); luego, la canción que le dio nombre a aquel trabajo y después clásicos de todos los tiempos, para disfrute del público ricotero.

El cierre, luego de casi dos horas y media de música, fue con “Ji ji ji”, grabada por los Redondos en el disco Oktubre (1986) y típico final de los recitales de aquella banda, con “el pogo mas grande del mundo” según el propio Solari.

Un dato interesante del cual nos enteramos cubriendo el espectáculo es el aprecio que se le tiene en esta ciudad a Alfredo Zitarrosa. En Montevideo se realizó la semana pasada un homenaje al cantor a los 80 años de su nacimiento; en Tandil, desde 2001, todos los 16 de marzo se lleva a cabo uno denominado “Canta Alfredo Zitarrosa”, en la plaza que lleva el nombre del artista, organizado por una “comisión de amigos”. Se reúnen en esas ocasiones familiares, músicos y poetas uruguayos y argentinos, y en 2013 se inauguró un monumento alusivo a Zitarrosa de casi tres metros de altura, realizado por el artista tandilense Eduardo Rodríguez del Pino.