• “En realidad, en países como los nuestros, faltos de una tradición de cultura cabal, con sus zonas forzosamente esotéricas o simplemente difíciles, la autodidaccia o la formación universitaria no presentan la misma diferencia que asumen en otras partes. Ambas se realizan en base a libros extranjeros a los que tan poco agrega la exposición servil como la aprehensión tumultuosa y solitaria” (“Ambiente espiritual del 900”, 1950).

• “La calidad patricia significa un dado nivel de cultura, aunque esta cultura no tenga que ser entendida en un sentido estrictamente intelectual, libresco” (El patriciado uruguayo, 1961).

• “Alguna vez dijimos que el ideal de Batlle del gobierno de partido y el ideal de Herrera del gobierno nacional constituyen la tesis y la antítesis, cuya síntesis dialéctica habrá de alcanzar un día un nuevo estilo político. Un nuevo estilo político (es nuestra esperanza cándida, pero indestructible) que tendrá que irrumpir cuando ya no puedan detenerlo los locutores fraudulentos y los mercaderes de jubilaciones” (“Batlle y su época: anatomía del exclusivismo”).

• “Cuando me refiero a un pasado, entiendo por él algo de lo que TS Eliot llamaba un pasado útil, es decir: inteligible, capaz de sustentar, de dar sentido, a una faena histórica y nacional proyectada hacia adelante. Cuando digo un futuro mento una cosa distinta a esta mediocre certidumbre de seguir vegetando como colectividad, a este tembloroso subsistir de dos millones y medio de existencias individuales, a esta gris, tenue esperanza en un desarrollo que sabemos no ser capaces de promover, que descreemos (felizmente) que alguien nos obsequie” (“Las dos dimensiones de la defensa de Paysandú”, 1964).

• “Una pequeña parte de Montevideo concurrió al baile de la victoria. Con pesar, con dolor, leí un día que mi abuela había estado en él, vestida de blanco, con una banda roja de terciopelo cruzándole el pecho adolescente” (“Las dos dimensiones de la defensa de Paysandú”, 1964).