La gente vinculada con el medio teatral debe haber escuchado más de una vez la referencia a una de las obras emblemáticas de la historia del teatro Circular, Doña Ramona. Estrenada en 1982, con texto de Víctor Manuel Leites y dirección de Jorge Curi, se mantuvo casi cinco años en cartel y fue vista por más de 60.000 espectadores. El martes, y casi sin que se supiera, falleció Leites, dramaturgo, crítico y director artístico de la Comedia Nacional (en el período de reestructura 1990-1993). Aunque sus primeros trabajos no se vincularon con los escenarios, sino con producciones para televisión (teleteatros unitarios y adaptaciones de obras del repertorio universal, principalmente para Canal 5), fue el autor de textos teatrales fundamentales de los años 80 y 90, como El chalé de Gardel (estrenada en 1985 por la Comedia Nacional, con la dirección de Alberto Candeau), Varela, el reformador (1990, también dirigida por Curi) y Pasado amor (1999), una obra sobre Horacio Quiroga, su vida y sus amores, vinculados más que nada con dos mujeres importantes en su historia: su primera esposa, Ana María, que murió a los 20 años, y María Elena, con la que se casó después (ella era casi 30 años más joven). En esa pieza, que había tenido una primera versión en 1978, Quiroga recuerda, mientras escribe cartas a un amigo, historias propias de la convivencia con aquellas mujeres.

“Fue una puesta excelente”, dijo el docente e investigador Roger Mirza, al recordar su obra sobre Varela. “Él tenía una formación de teatro político y, predominantemente, eligió figuras políticas. En la obra acerca de Gardel no sólo se centró en su figura, sino que además retrató el ambiente político de la época. Lo mismo hizo en Varela, el reformador y en Doña Ramona -aunque eso ya esté presente en la novela original [Doñarramona, de José Pedro Bellán]-. No sólo era brechtiano: su teatro era político por los temas que elegía. Incluso cuando optó por un educador, en la obra sobre Varela se planteaba la inserción política de su reforma, y el cruce entre la cuestión política y la ética, porque aquella reforma se logra con un dictador [Lorenzo Latorre]. Ese cruce entre lo político y lo ético fue una gran tradición del teatro”, subrayó Mirza.

“Me acuerdo absolutamente de todo; fue una explosión”, dijo el actor Jorge Bolani rememorando su trabajo en la emblemática Doña Ramona -antes había estado en la primera versión de Pasado amor-. En 2011, Bolani debutó con su única dirección de la Comedia Nacional y, como no podía ser de otra forma, la obra elegida fue Doña Ramona, 29 años después de su recordado estreno. “En pleno verano, y cuando yo tenía 38 años, me convocó Curi, diciendo que tenía un texto que le gustaría que interpretara. Ese fue mi primer contacto directo con Leites, porque él iba a alguno de los ensayos”, comentó, y aclaró que el dramaturgo nunca opinaba sobre lo escénico, sino que sus aportes se vinculaban con los datos históricos: “Era alguien muy preocupado por la exactitud de los datos de la historia uruguaya, del contexto nacional”. Mientras reordenaba los recuerdos y las vivencias compartidas, Bolani definió a Leites como alguien que combinaba muy bien -con un perfil muy bajo- lo intelectual y las reflexiones profundas, “con una cuestión muy afectiva con los textos, y una actitud campechana. Te dabas cuenta de que era un hombre de campo”.

El actor contó que, con aquella exitosa pieza de 1982, fue la primera vez que la compañía del Circular viajó a Europa. Entre risas y evocaciones agridulces, revivió una anécdota difícil de imaginar: “La obra se elegía entre varios proyectos, y como ya no estábamos en cartel, nos plantearon si podíamos hacer un ensayo, simplemente para que la viera el jurado. Terminó ocurriendo algo increíble: en una sala hacíamos Doña Ramona, y en otra, de manera simultánea, se presentaba El herrero y la muerte, y el jurado se trasladaba de una sala a la otra para ver las dos”, Finalmente, la seleccionada fue la pieza dirigida por Curi, y así comenzó una larga gira que la mantuvo en distintas carteleras europeas a lo largo de dos meses.

En cuanto a la puesta, Bolani explicó que cuando Curi optaba por alguna obra, entre él y el dramaturgo creaban una dramaturgia escénica, logrando una síntesis tal que cuando el libreto llegaba a sus manos la puesta casi “estaba armada”. Consultado sobre su experiencia de dirección en la Comedia, contó que cuando pensó en hacer Doña Ramona enseguida se comunicó con Leites, y la respuesta de este fue contundente “Claro, m’ijo, ¿cómo no voy a permitir que dirijas esa obra?”. Al tiempo, Mario Ferreira le preguntó por qué no pensaba en el repertorio de 2011, y Bolani no lo podía creer. Para él, “el proceso fue increíble y, a la vez, muy fuerte, sobre todo cuando Leites la fue a ver más de una vez”.

“Pocas veces, como en esta novela de Bellán, toda una época -especialmente fermental- enmarca una pericia literaria con tal naturalidad, filtrándose puertas adentro hasta manifestarse en las relaciones de los personajes. Hoy, el anticlericalismo, la sexualidad reprimida, el amor mismo, ocupan otra jerarquía en las preocupaciones de los contemporáneos. Pero el enfoque y el hilo conductor son los de una psicología que nos puede llevar a reconstruir toda una actuación social y viceversa, como si el microcosmos familiar fuera representativo de otras realidades más amplias, que siguen hoy tan vigentes como ayer”, advertía el autor. El martes, a los 83 años, falleció este dramaturgo que logró retratar las hipocresías y las injusticias sociales, las relaciones de poder y la estructura familiar, en un tiempo en el que la realidad nacional no dejaba de tambalearse, enloquecida.