Barack Obama tal vez no haya sido el presidente revolucionario y progresista que muchos de sus votantes esperaban, pero sin dudas es el tipo con más onda que haya pasado por la Casa Blanca; o al menos eso piensan los metaleros del mundo entero ahora que, en una cena con representantes de varios países nórdicos, el presidente estadounidense hizo una llamativa referencia mientras hablaba en forma elogiosa de los finlandeses: “Me gustaría señalar -dijo Obama- que Finlandia tiene el mayor número de bandas de heavy metal per cápita del mundo, y también está en los puestos más altos en cuanto a buen gobierno. No sé si hay aquí alguna correlación”.

El dato no era una vaga impresión intuitiva; efectivamente Finlandia tiene proporcionalmente el mayor número de bandas de metal, con 53 grupos de ese género por cada 100.000 habitantes, lo que significa que hay unos 2.800 grupos de metaleros en una población de 5,4 millones de personas. Posiblemente en Jamaica no haya un número tan alto de bandas de reggae. El heavy metal -y en particular, en sus vertientes más extremas- ha sido adoptado desde hace al menos un par de décadas por los países escandinavos y del norte de Europa como una música propia, inventándole variaciones particulares y renovándolo hasta el punto de que actualmente el metal de Suecia, Noruega y Finlandia es considerado superior a cualquier equivalente británico (mientras que los estadounidenses todavía conservan una tradición propia y han incorporado bien los aportes europeos). En particular, la escuela finlandesa (aunque con casi 3.000 bandas obviamente hay espacio para todo) se ha caracterizado por ofrecer su versión -muy técnica y muy agresiva- del llamado death metal (un subgénero merecedor del adjetivo “extremo” que le otorga Wikipedia), mediante bandas como Impaled Nazarene (sí, quiere decir eso) o Children of Bodom (en referencia al asesinato de tres adolescentes a orillas de un lago), pero también ha sido hogar de formaciones tan notables como los Hanoi Rocks (inspiradores de Guns’N’Roses, de Mötley Crüe y de buena parte del rock californiano de fines de los años 90) o Apocalyptica, una banda de chelistas dedicados al metal.

La referencia de Obama fue muy bien recibida por la comunidad metalera -generalmente ninguneada por los medios masivos a pesar de reunir millones de fans en el mundo-, y el primer presidente negro de Estados Unidos se hizo acreedor de un entrañable “Heil Satan!”, mano con cuernitos incluida.