Ayer se supo que Gerardo Grieco presentó renuncia a su cargo como director general del Auditorio Nacional del SODRE, en el que permanecerá hasta el 15 de setiembre para facilitar la transición con quien lo sustituya. El renunciante aseguró a varios medios que su decisión no se debió a ningún problema específico y que se trata simplemente del cierre de una etapa. El presidente del directorio del SODRE, Jorge Orrico, dijo a la diaria que este hecho constituye una “gran pérdida” ya que, en su opinión, no hay en Uruguay una persona más capacitada para dirigir una sala, y que Grieco “se va por la puerta enorme”, con el gesto adicional de darle a la institución tres meses para preparar el relevo.
Grieco, especialista en gestión cultural con antecedentes en el sector privado, se desempeñó como director de la sala Zitarrosa en 2002 y 2003, luego estuvo al frente del teatro Solís hasta 2012, y ese año asumió la responsabilidad de la que ahora decidió alejarse. Se destacó en la conducción de esas instituciones por darles una dinámica poco usual en el área pública y por aplicar criterios exigentes en todo lo relacionado con la calidad de sus servicios. Los resultados han sido sin duda exitosos, tanto si se miden en el aumento de la asistencia de espectadores como si se tiene en cuenta el indicador -menos cuantificable- del prestigio nacional e internacional.
También hubo críticas al estilo de trabajo que produjo tales resultados. Entre ellas se cuentan algunos malestares sindicales por su política de cubrir buena parte de los puestos de trabajo sin que quienes se desempeñan en ellos adquieran la condición de funcionarios públicos, una modalidad de contratación que ha aplicado tanto a los acomodadores como a los artistas, pasando por el personal técnico. Grieco ha explicado que no considera deseable que esas personas se incorporen, por defecto, a la categoría de los presupuestados, entre otras cosas para evitar la burocratización de su labor. Por su parte, quienes discrepan con él sobre esta cuestión sostienen que así se priva a los implicados de derechos y protecciones irrenunciables.
Otros cuestionamientos fueron planteados en febrero de este año por Héctor Guido, director de Cultura de la Intendencia de Montevideo durante el mandato de Ana Olivera y actualmente de vuelta en la institución teatral El Galpón, al afirmar (en el programa Sabuesos de Radio Nacional) que durante muchos años Grieco había tomado decisiones individuales sin que estuviera definida una orientación estatal para su trabajo, en el marco de “una griecomanía desenfrenada donde lo único que interesa es la ocupación de salas y el éxito mediático”, y que su política de programación para el Auditorio lo mostraba como “un depredador total del ecosistema cultural”, debido a que practicaba una “competencia desleal” con las salas privadas, arrebatándoles -mediante el uso de fondos públicos y de convenios y subvenciones- espectáculos que podían contribuir a sustentarlas.
El acusado respondió al mes siguiente, a través del programa No toquen nada de Océano FM, que desde que dirigía la sala Zitarrosa su gestión no había causado una mera redistribución de espectadores entre las salas privadas y públicas, sino que había hecho crecer el mercado. En ese sentido, destacó que, según las encuestas de consumo cultural, “60% de la población se queda en la cueva, mirando [en televisión al argentino Marcelo] Tinelli”, y agregó: “Eso es lo terrible, esos son nuestros competidores, no El Galpón”.
En junio del año pasado, Grieco reconoció en una entrevista con El Observador TV que le habían ofrecido la futura dirección del complejo Antel Arena.