Hace un tiempo, no era raro cruzarse con un anuncio de que Antel Vera le obsequiaba a sus nuevos abonados una suscripción de seis meses a Netflix. La pregunta que se hicieron muchos, y sobre todo la gente del sector audiovisual uruguayo, fue qué contraprestaciones exigía el ente en esa alianza, en la que brindaba alojamiento gratuito en sus servidores a los contenidos de la empresa estadounidense de streaming, y promocionaba la afiliación a ella junto con el plan de conexión Vera, cuando sobraban los dedos de una mano para contar las películas uruguayas ofrecidas por Netflix.

La situación es distinta en relación con el ingreso de Netflix a España y otros países europeos. En estos días, la Comisión Europea (CE) anunció una futura normativa que obligará a las plataformas de servicios de streaming (como Netflix o el servicio en esa área de Amazon) a ofrecer por lo menos 20% de obras audiovisuales europeas. Según anunció El País de Madrid, en muchos casos los países habían fijado mínimos en la materia que varían de 10% a 60%, y la CE quiere unificarlos.

El medio madrileño explica que en Francia, por ejemplo, ese 20% fue saludado como un triunfo por quienes demandaban que las grandes empresas transnacionales que ofrecen contenidos web se atuvieran a las mismas regulaciones que las plataformas nacionales. Sin embargo, la cuestión se complica porque la CE se propone, además, para impulsar el comercio mediante internet, prohibir su bloqueo territorial entre países miembros de la Unión Europea: esto viene de la mano del cuestionadísimo proyecto de Mercado Único Digital (MUD), que se propone, justamente, eliminar toda barrera nacional a las transacciones realizadas en línea.

Esta última iniciativa ha generado tanto resquemor en el sector audiovisual que logró unir a las grandes productoras de cine estadounidenses y a la Federación Internacional de Productores de Cine, con el apoyo de varios pesos pesados del cine europeo. En la última edición del Festival de Cannes presentaron un estudio -encargado a una consultora- en el que por primera vez se analizaba el posible impacto del MUD y se llegaba a la conclusión de que haría caer la venta internacional de películas entre 37% y 60%, dependiendo de las características de cada industria y de la financiación de los films. A ese impacto económico los creadores le agregan que el MUD causaría “el fin de la diversidad”.