El Galpón fue fundado en 1949, como fusión de la institución teatral La Isla (dirigida por Atahualpa del Cioppo) y el elenco de Teatro del Pueblo, y estrenó su primera obra (Héroes, de George Bernard Shaw) dos años después, en una sala para 150 espectadores, pero pasó una parte de su larga historia exiliado en México (con una intensa actividad que incluyó giras internacionales), desde el 7 de mayo de 1976, cuando la dictadura decretó su clausura y disolución, hasta el regreso, en octubre de 1984, del elenco que había mantenido la continuidad institucional fuera del país, y su reunificación con integrantes del grupo que habían permanecido en Uruguay.

Este sábado se cumplen, por lo tanto, 40 años de aquel decreto de Juan María Bordaberry, que pretendió fundamentarse en la “constante adhesión, apoyo, estímulo y realización de toda clase de actividades políticas de tendencia marxista-leninista, tales como: publicar manifiestos, hacer declaraciones, ofrecer representaciones teatrales a favor y también en beneficio económico de ‘detenidos políticos’, tanto de nuestro país como de otros estados (España, Paraguay, etcétera), adherir a los festejos de [el periódico comunista] El Popular; y ceder su sala para la realización de un gran número de actos partidarios de asociaciones políticas que luego fueron disueltas”; en “la invariable solidaridad con la actividad sediciosa, pudiéndose citar como ejemplo más claro la puesta en escena y posterior grabación de disco de la obra Libertad, libertad, que es todo un canto de alabanza a la violencia guerrillera, como también la obra La reja”; y en “un evidenciado propósito de penetrar ideológicamente entre los estudiantes y la juventud trabajadora, mediante el desarrollo de un teatro comprometido con el marxismo-leninismo”.

Ante tales “delitos” (nótese, por ejemplo, que uno de ellos fue ceder la sala para actividades de agrupaciones “que luego fueron disueltas”, o sea, que en el momento de esa cesión eran legales), el dictador dispuso que se disolviera la Institución Teatral El Galpón, “cancelándose su personería jurídica”, que fueran clausurados sus locales (incluyendo los destinados a escuelas de arte escénico y de títeres), “procediéndose a la incautación y depósito de todos sus bienes [incluyendo archivos, vestuarios, utilería, una editorial y una biblioteca] y a la interdicción de los valores depositados en cualquier forma en las instituciones bancarias a nombre de dicha institución”, y que se destinara “para el cumplimiento de los fines culturales de la Universidad de la República [intervenida por la dictadura] el uso de la sala de espectáculos ubicada en la avenida 18 de Julio 1618/20”, al tiempo que se reintegraba a su propietario el local ubicado en la calle Mercedes 1590, que El Galpón alquilaba y que luego fue demolido. La sala de 18 de Julio, ubicada donde antes había estado el cine Grand Palace e inaugurada en 1969 con El señor Puntila y su criado Matt, de Bertolt Brecht, fue rebautizada “18 de Mayo”. Uno de los usos que se le dio fue el de oficiar como salón de clase para estudiantes universitarios, que en algunos casos conservan la tarjeta plastificada de color anaranjado que los habilitaba a ingresar en ese local expropiado. Cuando se lo devolvieron a El Galpón, estaba muy deteriorado -aparte de que los bienes culturales que albergara habían sido saqueados o destruidos-, y hubo que realizar un importante esfuerzo antes de reinaugurarla, en 1985, con Artigas, general del pueblo, de Milton Schinca y Ruben Yáñez. Pero el proceso de reconstrucción y recuperación de espacios siguió por más de una década, con la sucesiva inauguración de la sala Cero, la sala Atahualpa y la actual cafetería, a lo que se agregó en 2008 la reinauguración de la sala principal, reformada, ampliada, con mejoras acústicas y de iluminación, y con nuevos camerinos.

Para conmemorar el aniversario de aquella barbaridad de 1976, este viernes El Galpón realizará una jornada solidaria a beneficio de los damnificados por las recientes inundaciones. A las 20.30 habrá una función de la obra Los pequeños burgueses, de Máximo Gorki y dirigida por Héctor Guido, y se podrá ingresar pagando 100 pesos y un alimento no perecedero, artículos de limpieza e higiene o ropa de cama.