Aunque en Estados Unidos se considera generalmente a la década de los 60 como la revolucionaria, y a la siguiente sólo como un período hedonista, los movimientos sociales no se fijan tanto en los calendarios, y una de las acciones guerrilleras más notorias en aquel país durante el siglo XX fue el secuestro en 1974 de Patty Hearst (nieta del legendario magnate de la prensa William Randolph Hearst, inspirador de la película El ciudadano, de Orson Welles -1941-) y su subsiguiente afiliación al grupo revolucionario que la había tomado prisionera, el ultraizquierdista Ejército Simbionés de Liberación (SLA, por las siglas de un nombre en inglés cuyo complejo significado llevaría bastante espacio explicar).

Hearst, heredera de la enorme (aunque ya menguante en los años 70) fortuna amasada con los periódicos de su abuelo, fue raptada por el SLA, una organización formada por una docena de estudiantes californianos, influenciados en forma simultánea por las teorías de Ernesto Che Guevara, las prácticas de los alemanes del grupo Baader-Meinhof y algunas doctrinas populares en la cultura hippie en la que habían crecido. La heredera, que tenía 19 años cuando la secuestraron, no fue devuelta a su familia luego de que esta accedió a pagar parte del rescate solicitado por el SLA, y meses después tomó estado público que se había convertido en una integrante de ese grupo, cuando las cámaras de seguridad de un banco asaltado por los simbioneses registraron la imagen de la muchacha, que participó en el robo armada con un fusil automático. Arrestada por el FBI 19 meses después de su secuestro, Hearst (que había adoptado el nombre de Tania -en homenaje a la argentina Tamara Bunke, que murió combatiendo junto a Guevara en Bolivia-, y que al ser detenida declaró que su profesión era la “guerrilla urbana”), alegó que sus captores la habían sometido a un proceso de “lavado de cerebro”. Esto fue en parte confirmado por varios psiquiatras, pero de todos modos fue condenada por robo a mano armada y pasó cinco años en prisión, hasta que su pena fue conmutada. En 2001 recibió un perdón presidencial otorgado por Bill Clinton.

El caso Hearst fue uno de los mayores escándalos de los años 70, y la imagen de Patty posando armada frente a una bandera con el símbolo del SLA es una de las más icónicas de aquella década. Luego de salir de la cárcel, Hearst se ha dedicado esencialmente a actividades filantrópicas, y su figura fue reivindicada por el siempre provocador director de cine John Waters, quien la hizo participar en roles menores en varias de sus películas.

El caso ya había sido objeto de una amarillista versión televisiva cuando Hearst aún se encontraba encarcelada, pero ahora nada menos que la CBS -la principal cadena de televisión estadounidense- anunció sus intenciones de realizar una miniserie basada en su extraordinario periplo. Por lo que se sabe, el guion estará a cargo de Jonathan Tolins, responsable este año del programa especial para la pantalla chica Grease Live!, emitido por Fox el 31 de enero, y se utilizará el formato de dramatización de crímenes reales que el canal FX emplea para su serie American Crime Story.