En estos tiempos de secuelas, precuelas, refritos y reinicios, que dicen algo no muy elogioso sobre el estado de la creatividad en la industria cinematográfica anglosajona, uno de los formatos de tratamiento más peculiares es el aplicado a Los cazafantasmas (Ghostbusters, Ivan Reitman, 1984) que consiste en presentar más o menos la misma historia con la variante de que los personajes principales, que en la película original eran varones (interpretados por Dan Aykroyd, Bill Murray, Harold Ramis y Ernie Hudson), ahora son mujeres (Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones). Por supuesto, esto no dice nada por sí mismo acerca de la calidad del reboot, dirigido por Paul Feig, que en sus primeras exhibiciones ha tenido críticas más bien positivas, pero el período previo al estreno estuvo marcado por polémicas en las que la simple recreación de una comedia fue planteada como un acontecimiento trascendente, positivo o negativo, en el escenario de la agenda de derechos.
No sólo se cruzaron duras descalificaciones entre defensores y detractores del cambio, sino que, entre quienes aprobaban la nueva versión con mujeres, surge ahora una controversia sobre el hecho de que las tres cazafantasmas blancas sean científicas, mientras que la única negra es una trabajadora poco calificada. Mientras continúan esos debates, que podrían ser materia de un guion humorístico más original que el reciclaje de un film de hace 32 años, los productores aseguran que la franquicia será “interminable”, así que no sería raro que en algún momento lleguen versiones en las que haya equipos de cazafantasmas con nuevas variantes, de grupo étnico o de identidad de género.