-¿Seguís haciendo más de 100 espectáculos por año?
-Sí, casi 200. En más de la mitad estoy solo con la guitarrita, es muy trasladable. Y pagable, en los tiempos que corren...
-¿Por qué demoraste tanto en sacar tu primer disco solista?
-Porque no lo necesitaba. Lo saqué cuando lo necesité.
-¿En qué sentido?
-En muchos. Antes no tenía carrera solista, pero en un momento se empezó a plantear. Estuve años escuchando a mis amigos de La Vela Puerca diciéndome que tenía que juntar mis canciones, producirlas y grabar un disco. Me llegaron a decir: “No vengas más hasta que no tengas un disco”. Después de que se cansaron de decírmelo, empecé a planteármelo como una posibilidad real.
-Quizá muchas personas no sepan que el archiconocido tema “El viejo”, de La Vela Puerca, surgió a partir de una melodía de tu autoría.
-Sí, en la Falta [y Resto] del carnaval 2000: el Flaco Raúl [Castro] tenía el saludo de presentación pero no la clarinada [parte cantada por todo el coro sin base rítmica, generalmente al principio del saludo o de la despedida], y me pidió que inventara algo. Compuse una clarinada sentado en la tribuna del club Tabaré. Meses después, estábamos en una zapada con gente de La Vela y de Bersuit [Vergarabat], y nos pidieron algo del repertorio de ese año. Cantamos la clarinada, y [Gustavo] Cordera nos dijo: “¡Qué lindo! ¿Por qué no le ponen una base de reggae o algo así a esa melodía?”. Y quedó. Esa clarinada es la mayor parte de la canción, menos el estribillo.
-Supongo que no imaginaron el éxito que iba a tener.
-Ni Cordera, ni Sebastián [Teysera] ni nadie. Además, se hizo la música, y meses después Nico Lieutier [bajista de La Vela] le puso la letra, que subestimó tremendamente. No quería que quedara, y después no se la dejaron sacar.
-¿Qué te atrajo de la murga?
-El sonido del coro: cantar con varias voces y de una forma rea, descarada, que no se ata a cánones estéticos, de vibrato, de impostaciones ni de nada; se canta con un caño para afuera, y se terminó. Si no te gusta, andá a escuchar a los coros académicos. Dije: “Esto es lo mío”.
-Pero hace casi diez años que no salís.
-Es que una cosa es la magia de la murga y otra es la verdad de la milanesa con el carnaval: el concurso, la política y la joda. Los concursos siempre son injustos. Podés tener el mejor espectáculo y perder.
-¿Cómo te cae que hoy el carnaval sea la expresión cultural oficial?
-Mirá, el último año que salí [con Asaltantes con Patente, en 2007] me hicieron hacer de Tabaré Vázquez, y ahí me di cuenta: “Yo no tengo que salir más en carnaval”. Como persona, puedo ser oficialista, pero como murguista, no.
-¿Tabaré quedaba bien parado?
-Era el cuplé del pescador. En una parte me preguntaban “¿Por qué nunca pesca un bagre?”, y yo contestaba “Porque bagre tengo en casa”.
-¿Como solista sí podés ser oficialista?
-Como músico no puedo mentir y decir “no sé”. Yo soy artista y tengo una filiación política concreta. ¿Te voy a mentir? ¿Me voy a hacer el neutro? Además, me parece que mucho de lo que me pasa a nivel de poesía tiene que ver con cómo veo el mundo, la política y lo que está sucediendo en el Uruguay de hoy.
-¿Cómo ves el país?
-Jodido. Con mil problemas... Pero me extraña la actitud de algunas generaciones que vivieron cosas que pasaron... No conocer lo que pasó en los años 70, por ejemplo, quizá te lleva a no apreciar la vida que tenemos los uruguayos hoy, cosas buenas... Sé que no estamos en un país perfecto, pero me crié en un Uruguay muchísimo peor... y desconocer eso... Tirarle piedras al que maneja el avión... ¿Sos tarado? ¿No ves que el tipo está manejando? Dejalo manejar.
-¿No te gustan las críticas al gobierno?
-Me sumo a muchas, pero eso no quiere decir que no los siga votando. Y si me llaman para ir a tocar al acto de cierre de campaña, voy a seguir yendo. Ahora, la murga es otra cosa...
-¿Por qué?
-Porque es un colectivo. Si el letrista viene con algo con lo que los demás no están de acuerdo, hay que discutirlo. Yo no tengo nada que discutir con nadie: subo al escenario y digo lo que se me canta. Pero si estoy con los siete músicos de mi banda me cuido; tampoco puedo decir cualquier cosa, porque no puedo obligarlos a hacerse cargo de lo que pienso, aunque yo sea el líder y el que hace las canciones.
-¿El artista popular no debería estar alejado de lo oficial?
-Es que no es lo oficial, sino mi agrupación política, que casualmente ahora gobierna. ¿Qué voy a hacer? Tengo que hacerme cargo de que ahora gobernamos. ¿Me voy a volver opositor porque soy murguista y músico? Pero eso no quiere decir que no te mate con las críticas que tengo para hacerte. En este país están sucediendo cosas que no pueden suceder más, porque gobernamos nosotros, que somos los buenos, papá.
-¿Qué cosas?
-Por ejemplo, la estructura de precios es caprichosa: hay cosas que son caras al pedo. Eso hace que la gente se empobrezca y viva mal.
-Bueno, pero eso parece ser un problema más global, inherente a la estructura del sistema capitalista.
-Hay que meterse con los intereses, no conciliar con ellos. Lo que pasa es que yo voté a Tabaré, pero dentro de la agrupación soy de una visión política bastante distinta a la de él. No soy muy hincha de Tabaré.
-¿Sos más de José Mujica?
-Sí, absolutamente. Pero todo bien con Tabaré.
-Hablando de gobiernos: hace 20 años que vivís en Buenos Aires, ¿cómo ves el asunto por allá?
-Un espanto, un horror. Es una especie de castigo autoinfligido. Es explicable: mirá las cosas que se están descubriendo ahora, las bolsas de guita... Obvio que hay corrupción en todos los procesos políticos, pero de ahí a darme cuenta de que gano menos y de que todo me sale cuatro veces más... No sos mi tipo.
-En tu último disco de estudio, Sin remitente, hay una cumbia dedicada a Diego Maradona.
-Viviendo tantos años en Argentina, es muy poco probable que la figura de Maradona no te atraviese. Yo descubrí con él el fútbol, que de niño nunca me interesó. Ahora soy un futbolero raro, hincha de la selección uruguaya. Me fui metiendo en el fútbol viendo jugar a Maradona. Era emocionante cómo movía el cuerpo, cómo se sacaba de encima a todos los demás, era magia. No sé si me gusta el fútbol, pero me gusta eso.
-La canción que abre Sin remitente, “Por la ventana”, tiene ribetes rockeros. En ese disco usaste más guitarras eléctricas que en El gran pez.
-Por la producción de Rodrigo Gómez [ex Sórdromo], que es experto en eso. Se buscó un sonido más vintage.
-En una época parecía que estaba de moda meter guitarras eléctricas en canciones murgueras. Pienso, por ejemplo, en la versión de “Uruguayos campeones” de Tabaré Cardozo.
-Sí, yo no hago eso. Todos podemos juntar elementos, pero que dos elementos se transformen en uno es más complejo. No tengo una fórmula para eso. Y aunque cante tango, milonga o cualquier otra cosa, siempre voy a ser un murguista cantando esa cualquier otra cosa.
-¿Incluso cuando cantás solo?
-Y sí, la guitarra para mí es como un bombo con cuerdas... Soy muy poco delicado con el instrumento. Para mí es puro ritmo: chinga pum, paracachán; nada más.
-¿Nunca buscaste perfeccionarte con la guitarra?
-Ya tengo guitarristas buenos y nunca voy a tocar mejor que ellos. Tendría que nacer otra vez y dedicarme toda la vida a eso, hasta mis 48 años; y capaz que ni así...