En lo que ya es un hecho histórico para el cine nacional -o más bien para los cineastas nacionales- la película Don't Breathe (“no respires”), dirigida por el uruguayo Fede Álvarez y guionada por el propio Álvarez y su compatriota Rodo Sayagués -con el también oriental Pedro Luque como director de fotografía-, fue el estreno más visto en Estados Unidos durante el pasado fin de semana, ocupando el primer lugar en la taquilla de aquel país y destronando con facilidad a Escuadrón Suicida, que había ocupado ese puesto en las últimas semanas. Don't Breathe, que tuvo un costo de poco menos de diez millones de dólares, recaudó en tres días 26 millones a lo largo de Estados Unidos -y un par más en los escasos otros países donde fue estrenada-, superando ampliamente las mejores expectativas previas.
Un logro sin duda impactante (no sólo para un grupo de cineastas uruguayos, sino para cualquier película de horror y de presupuesto moderado), al que además hay que sumar el entusiasmo general de la crítica. En el conocido sitio web Rotten Tomatoes, que recopila opiniones de los principales críticos de cine estadounidenses, Don't Breathe consiguió una aprobación de 87%, superando ampliamente al film anterior de Álvarez, la remake de Evil Dead (2013), que había alcanzado una aprobación de 61%, lo cual no estaba nada mal para un film de género, que además tenía la nada fácil tarea de recrear una de las películas de horror más veneradas de los últimos 30 años.
Se trata de una historia original de Álvarez y Sayagués, sigue a tres jóvenes ladrones que irrumpen en la casa de un aparentemente indefenso y acaudalado anciano ciego, para encontrarse con que este es en realidad un personaje monstruoso y mucho más peligroso de lo que creían. La película, al igual que Evil Dead, fue producida por el legendario Sam Raimi -autor de versión original de aquel film y de la exitosa trilogía de Spider-Man a principios de este siglo, entre otras obras notables-, pero la crítica ha destacado en particular la visión y el profesionalismo del director uruguayo, así como los intrincados y sorpresivos giros del guion, hablando sobre su trabajo con un entusiasmo poco frecuente en relación con una película de un género generalmente subestimado como el de horror, que sin embargo parece estar gozando de buena salud popular y creativa en los últimos años.
En un período en el que varios cineastas jóvenes como Jeremy Saulnier (The Green Room), Jennifer Kent (Badadook) o David Robert Mitchell (It Follows) han hecho brillantes esfuerzos para reactivar creativamente el cine de suspenso y horror, Álvarez -que reside desde hace varios años en Los Angeles- parece haberse sumado con comodidad y éxito a esa nueva generación de renovadores del miedo cinematográfico, que ha sido definida como la generación del cine de terror “inteligente”. Algo que siempre existió, pero que aparentemente está viviendo una edad dorada, mientras que el resto del cine de Hollywood atraviesa uno de sus peores momentos creativos. Dentro de este panorama, Don't Breathe ya ha sido calificada como “un clásico seguro del horror”, es un éxito económico que asegura a estos cineastas compatriotas la continuidad de su trabajo en el cine estadounidense, e incluso el pope del terror, el escritor Stephen King anunció mediante Twitter que pensaba ir a ver el film el pasado sábado.