Era raro que, en este tiempo de reciclajes cinematográficos, la película Testigo de cargo (Billy Wilder, 1957) -uno de los más célebres films de tribunales- no hubiera tenido aún una remake, pero eso está a punto de corregirse. Ben Affleck, al parecer liberado de los compromisos actorales relacionados con su reciente y discutida encarnación de Batman, anunció su intención de dirigir e interpretar una nueva versión de aquella película, coproducida con su amigo Matt Damon. Affleck aún tiene pendientes por lo menos dos films más interpretando al justiciero encapuchado, pero si las negociaciones con Warner llegan a buen puerto empezaría ya con esta nueva Testigo de cargo, una apuesta sumamente ambiciosa si se tiene en cuenta la merecida fama de la de Wilder.

Aquella película de 1957 no fue la primera ni la última adaptación del cuento homónimo (1925) de la británica Agatha Christie: hubo un telefilm en 1949 y otro en 1982 (y, entre ambos, la propia autora lo recreó como obra de teatro en 1953), pero la obra de Wilder se ha vuelto un clásico, por el desempeño de su director y por actuaciones legendarias, de Charles Laughton, Tyrone Power y Marlene Dietrich. En cualquiera de sus versiones, cuenta la historia de un abogado aristocrático y soberbio que toma el caso de un hombre acusado de haber asesinado a una viuda que lo había declarado heredero de su fortuna. La trama, típica de Christie, está llena de giros imprevistos, y la primera versión cinematográfica culminaba con un locutor recomendando no revelarles el final a quienes aún no la hubieran visto.

Affleck ha sido sometido a un auténtico acoso por los fans de Batman, que mucho antes de ver su interpretación habían rechazado la decisión de elegirlo para el papel, y ahora se expondrá al juicio no menos estricto de los cinéfilos que consideran a Testigo de cargo una de esas películas que no necesitan ser filmadas nuevamente, porque tienen ya su versión definitiva.