Vienen a presentar Violencia, un EP con cuatro temas.

-Es un “maxisimple”, como nos gusta llamarlo. Lo sacamos en diciembre del año pasado, así que este año fue básicamente presentarlo. La gira rápida y violenta.

Tienen 13 años ya. ¿Los festejan o van a esperar a los 15?

-En realidad nunca celebramos nada, ni cuando cumplimos diez años. No nos gusta celebrar ni siquiera nuestros cumpleaños. Esa cosa de celebrar el paso del tiempo es rara, aunque una vez hicimos algo así: celebramos las 500 fechas.

¿Y ahora cuántas van?

-Y... aquello fue hace dos años. Irán, no sé, 600. Tengo archivadas todas las fechas, porque me encargo de dibujar y diseñar los afiches, y me hago una carpeta para ordenar los archivos.

Cuando se habla de ustedes se habla de indie, un término un poco gastado que se usa para definir un montón de cosas diferentes y termina perdiendo significado. ¿Cómo se sienten con él?

-Por un lado, si es amplio, está bueno. Es difícil si querés definir algo específico, pero si queda la incertidumbre, mejor. No es tan importante. Ahora hay acceso directo a la música en cualquier parte del mundo, entonces lo mejor es mandar un link y que cada uno piense qué género es lo que estás haciendo.

Pero, ¿es un género?

-Y... no. En los 90, cuando yo era chico...

Se usaba el término “rock alternativo”.

-Claro. Supuestamente era una alternativa a lo que sonaba en el mainstream, en los medios centrales. Hoy en día, indie reemplaza a eso, sumado a toda una ola de cultura de independencia, pero sí, para definir un género es muy amplio. Además, lo alternativo se aferraba a un estilo determinado, o a ciertas formas. En general, se llama indie a mil cosas que no tienen nada que ver entre sí.

¿Hay una resignación a que el disco deje de ser el medio de difusión central y se pase, como decías, al link?

-El disco todavía existe. Seguimos haciendo discos, y una banda los necesita para confirmar que está haciendo algo “real”. También hay como un resurgimiento del vinilo; esa cosa fetiche está teniendo fuerza. Yo no me resigno: soy coleccionista, me gusta comprar CD y casetes, y me gusta editarlos, como hacemos con el sello nuestro, Laptra.

Con el sello hicieron un poco de curadores de la escena, en el sentido de potenciar ciertas bandas.

-Un poco sí. Empezamos con bandas amigas y cercanas, como los 107 Faunos o Koyi (que antes era Mazinger), y fuimos sumando otras que nos gustaban, como los Go-Neko y Bestia Bebé, que a su vez vio en Youtube a Las Ligas Menores.

Llevan 13 años tocando y vos tenés 36, así que ya no son “los nuevos”. ¿Quiénes son los nuevos? ¿Dónde tenés puestas tus fichas?

-Y bueno: Las Ligas Menores, Bestia Bebé. Pasa todo tan rápido que siempre hay algo más nuevo. Ahora los Atrás Hay Truenos, que no son tan nuevos, sacaron un disco que editamos con Laptra, y estoy muy copado con eso.

Jota, el cantante de Los Planetas [banda de Andalucía], dijo que ustedes eran su banda preferida. ¿Cómo llegó a ustedes? ¿Lo conociste?

-Lo conocimos la primera vez que fuimos a Barcelona, en el festival Primavera Sound. Nos fue a ver y después vino al camarín y estuvimos charlando. Ahí me mostró que era fan-fan: me hablaba de las canciones, me preguntaba el porqué de algunas letras. Yo no podía creer. Parecía muy surrealista la situación. Nunca fui muy fan de Los Planetas y me dio un poco de vergüenza; él sabía tanto y yo quería estar a la par. Igual, me parece un genio total. Lo admiro un montón como poeta y como músico. Fue un encuentro increíble, y a partir de entonces pasaron cosas, tocamos juntos y me invitaron a cantar “Un buen día” un par de veces. Es un tema perfecto. Yo tenía unos nervios, me acuerdo. Además, la letra es larguísima. Me fui a un baño en el festival, me la escribí y la empecé a cantar una y otra vez, solo. Me di vuelta y había un barbudo atrás que me estaba mirando fijo y me dijo: “Ya tienes la letra”. La canté varias veces, también en La Plata, cuando vinieron. Al final cantamos juntos; el Jota se suma en una estrofa y se equivoca, canta una línea al revés.

Hablando de letras: tenés una compulsión por escribir canciones con pocos versos. ¿Qué te gusta de eso?

-Algunas letras, como “Chica rutera”, que es una de las más cortas, surgieron porque la línea de voz acompañaba la música. Salió de una improvisación en un ensayo, y lo último que agregamos fue la voz; entonces, dentro de ese clima medio cíclico que tiene la canción, que explota, vuelve a bajar y vuelve a explotar, se va repitiendo todo, medio mecánico, como si fuera música electrónica, y la voz encajaba como un instrumento más haciendo un dibujo melódico, y con sólo esa línea de letra entraba en el juego de la repetición. A veces, para llegar al punto en que quiero relatar o describir, lo encuentro con pocas palabras y ya está. Siento que agregar más texto es relleno. Trato de evitar eso. En otros temas no, como “Más o menos bien”, que tiene una letra más larga.

Da la impresión de que hace poco la escena montevideana no tan mainstream empezó a permear Argentina desde los festivales: Eté y los Problems, los proyectos de Pau O’Bianchi...

-Me acuerdo de un momento fuerte con toda la escena garagera, como Motosierra, Santacruz, Hablan por la Espalda. Nos copamos mucho cuando apareció Tres Pecados y tocamos un montón con ellos, que tuvieron todo un peso en Argentina cuando editaron el disco Diciembra. Acá tienen muchos fans. Después, lamentablemente, pasó lo que pasó [el fallecimiento del tecladista Diego Martínez en 2013]. Puede ser que ahora haya un resurgir en ese sentido.

Ustedes concibieron a sus EP Navidad de reserva (2005), Un millón de euros (2006) y Día de los Muertos (2008) como una trilogía que habla sobre el nacimiento, la vida y la muerte, respectivamente. Después viene La dinastía Scorpio (2012), que creo que se inclina hacia la amistad. ¿A qué le cantan ahora?

-No sé si Violencia tiene una idea conceptual y global como los otros discos. Básicamente, lo pensamos como un simple. El tema es “Violencia”, y las otras tres canciones serían como lados B, como un homenaje medio retro a los viejos simples, con canciones que después no salen en ningún álbum. Me acuerdo de que cuando fuimos a Europa yo quería comprar un álbum que tuviera el hit... que no me acuerdo del nombre... [tararea]

“Love Will Tear Us Apart”, de Joy Division.

-Claro. Pero estaba en un simple que no era parte de ningún álbum. Me copó esa idea. Es algo como de otra época.

Tema heavy: hace poco hubo una serie de acusaciones de violencia y abuso sexual a José Miguel del Pópolo, cantante de La Ola que Quería ser Chau, por parte de dos chicas. Ustedes se plegaron enseguida, como banda, a alentar que se hagan denuncias. ¿Fue una decisión tuya o colectiva?

-Ese fui yo. Es algo terrible y uno no puede tomar decisiones así como así. Hay que estar seguro de todo. A mí me liquidó que uno de los videos en los que denunciaban fuera de una amiga nuestra. Yo no la veía desde hacía años, y volver a verla así era muy surrealista. El chabón desapareció.

En el tema “Chica de oro” cantás: “Ya no quiero viajar y viajar”. Si uno mira el cronograma de la banda, se pasean por Brasil, varias provincias de Argentina, Uruguay... ¿Cómo te llevás con los viajes?

-Me encantan. Ahora vamos a San Pablo y Belo Horizonte. Justo el avión hace una escala en Río de Janeiro y estamos averiguando cómo quedarnos unos días ahí. Básicamente, esa letra está inspirada en una película en la que el personaje viaja mucho.

¿Qué película es?

-No te puedo decir, porque se rompe la magia. Te lo digo pero si no lo publicás.