La flamante orden ejecutiva del presidente Donald Trump que prohibió el ingreso a Estados Unidos, durante 90 días, a los ciudadanos de siete países con predominio de población musulmana (Irak, Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen), hasta que se implementen para ellos medidas de “escrutinio extremo”, ha tenido la consecuencia, lógica pero inesperada, de que algunos de los nominados a los premios de la más publicitada ceremonia cultural estadounidense estén también inhabilitados de asistir a ella el 26 de febrero.

Entre los afectados estuvo el director iraní Asghar Farhadi, cuya obra El viajante es firme candidata este año al Oscar para la mejor película extranjera, y que en 2012 ganó el mismo premio por su film La separación (la primera producción iraní en lograrlo, que estuvo también nominada al Oscar por mejor guion). Al parecer, en principio las autoridades estadounidenses habían considerado la posibilidad de que su caso pudiera ser una de las excepciones admitidas a la prohibición, y el cineasta se proponía viajar y manifestar, aprovechando la cobertura periodística de los premios, su rechazo a la medida de Trump, pero luego cambió de opinión, y dejó entrever que lo hizo al enterarse de que podía ser admitido con la contrapartida de un compromiso de no expresar esas críticas.

Hace un par de días, la protagonista de El viajante, Taraneh Alidoosti, había anunciado que no iba a viajar a Estados Unidos para la ceremonia, como expresión de rechazo ante lo que considera una medida racista (y señalando que no iría aunque se hiciera una excepción con ella, porque la “hería profundamente” ver que a gente común de su país se le negaba el derecho a tener contacto con sus hijos en el extranjero, o a asistir a clases como estudiantes), pero Farhadi no había acompañado la decisión de la actriz. Ayer, sin embargo, el director publicó en el diario The New York Times una carta en la que explica cuáles fueron inicialmente sus motivos para no participar en el boicot, y cuáles los que finalmente lo llevaron a no viajar para estar presente en Los Ángeles el 26 de febrero. En esa carta expresa lo siguiente:

“Lamento anunciar mediante esta declaración que he decidido no asistir a la Ceremonia de Premios de la Academia junto a mis compañeros miembros de la comunidad cinematográfica.

En el curso de los últimos días, y a pesar de las injustas circunstancias que habían emergido para los inmigrantes y viajeros de varios países hacia Estados Unidos, mi postura había permanecido igual: asistir a la ceremonia y expresar mis opiniones sobre estas circunstancias a la prensa que rodea el evento. No tenía la intención de no presentarme ni de boicotear el evento como muestra de mi objeción, porque sé que muchos en la industria estadounidense del cine y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas se oponen al fanatismo y al extremismo que hoy está manifestándose más que nunca. El día en que se anunció quiénes son los nominados, le aseguré a mi distribuidor en Estados Unidos que yo asistiría junto a mi director de fotografía, y continuaba creyendo que estaría presente en ese gran evento cultural.

Sin embargo, ahora parece que la posibilidad de esta presencia está acompañada de ‘sis’ y ‘peros’ que no son en forma alguna aceptables para mí, incluso si se hacen excepciones para mi viaje. Me gustaría de cualquier forma transmitir lo que habría expresado a la prensa de haber viajado a Estados Unidos. Los partidarios de línea dura, más allá de sus nacionalidades, políticas, argumentos y guerras, ven y entienden al mundo de una forma muy similar. Para entender al mundo no tienen otra opción que considerarlo a través de una mentalidad de ‘ellos y nosotros’, que utilizan para crear una aterradora imagen de los que llaman ‘ellos’, e infundir miedo en la gente de sus propios países.

Esto no se limita a Estados Unidos; en mi país, los partidarios de la línea dura son iguales. Durante años, de ambos lados del océano, grupos de la línea dura han intentado presentar a su gente temibles y poco realistas imágenes de varias naciones y culturas, con la intención de convertir sus diferencias en desacuerdos, sus desacuerdos en enemistades, y sus enemistades en miedo. Instigar el miedo en la gente es una herramienta importante utilizada para justificar el extremismo y la conducta fanática por individuos de mente estrecha.

De cualquier forma, creo que las similitudes entre los seres humanos de esta tierra y sus distintas áreas, y entre sus culturas y sus creencias, sobrepasan por lejos sus diferencias. Creo que la causa que está en la raíz de muchas de las hostilidades entre las naciones del mundo actual debe rastrearse en las humillaciones recíprocas que se llevaron adelante en el pasado, y sin duda las humillaciones actuales de otras naciones son las semillas de las hostilidades de mañana. Humillar a una nación con el pretexto de resguardar la seguridad de otra no es un fenómeno nuevo en la historia, y siempre ha asentado el terreno para la creación de futuras divisiones y enemistades. Yo aquí expreso mi condena a las condiciones injustas que se han forzado sobre algunos de mis compatriotas y los ciudadanos de los otros seis países que intentan entrar legalmente en Estados Unidos de América, y espero que la situación actual no dé pie a una división más profunda entre las naciones.

Asghar Farhadi, Irán”.

Aunque la carta expresa una decisión personal y voluntaria de no asistir a la ceremonia por parte de Farhadi, Trita Parsi, la presidenta del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense (una organización sin fines de lucro que trata de dar voz a los iraníes residentes en Estados Unidos), consideró que aún en ausencia de esa decisión, el director tampoco habría podido pasar las aduanas del país del norte (estas declaraciones fueron realizadas antes de que quedara en tela de juicio la aplicación de la orden ejecutiva de Trump, debido a que desde el Poder Judicial estadounidense se la consideró ilegal). Por su parte, la directamente afectada Academia de Hollywood dio a conocer mediante uno de sus portavoces un comunicado en el que diplomáticamente afirmó: “La Academia celebra los logros en el arte de la cinematografía que intentan trascender fronteras y hablarles a las audiencias de todo el mundo, más allá de diferencias nacionales, étnicas o religiosas. Como partidarios de los cineastas -y de los derechos humanos de todos los pueblos-, hallamos extremadamente preocupante que Asghar Farhadi, el director de la película iraní ganadora del Oscar La separación, pueda ser impedido de entrar al país a causa de su religión o país de origen”. Otras figuras de Hollywood también expresaron su rechazo a esta prohibición, entre ellas el actor Robert de Niro (quien antes de las elecciones difundió un nada diplomático mensaje en video contra Trump, en el que le dedicaba una pintoresca sucesión de insultos y manifestaba su deseo de darle un puñetazo en la cara) y también los directivos del gremio de guionistas Michael Winship y Howard A Rodman, quienes publicaron una declaración que culmina diciendo: “Desde sus primeros días, la industria del entretenimiento ha sido construida por la imaginación de los inmigrantes. Nuestros gremios son uniones de narradores de historias que siempre les han dado la bienvenida a aquellos de otras naciones y de variadas creencias que deseen compartir su creatividad con Estados Unidos. Les estamos agradecidos, nos pararemos junto a ellos, lucharemos por ellos”.

En este contexto, y considerando el antecedente de las reiteradas manifestaciones de oposición a Trump, desde la campaña electoral del año pasado, por parte de la gran mayoría de las estrellas de cine estadounidenses, cabe la posibilidad de que la ceremonia de entrega de los premios Oscar incluya algunos discursos por parte de los premiados que no caigan demasiado bien en la Casa Blanca, tal como sucedió a mediados de este mes cuando se otorgaron los premios Globo de Oro de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood. En esa ocasión, Meryl Streep habló durante casi seis minutos tras recibir un reconocimiento a su trayectoria, y dedicó una parte de su alocución a criticar -sin mencionarlo- a Trump, quien luego comentó que Streep era “una de las actrices más sobrevaloradas de Hollywood”.