Se ha discutido mucho acerca de qué canciones de The Beatles firmadas por la dupla eran de Paul McCartney y cuáles de John Lennon, pero en términos de derechos de autor el asunto ha sido más bien irrelevante, ya que el grueso de estos no ha sido nunca usufructuado por dichos músicos o sus herederos. Convencidos por su mánager Brian Epstein de que era conveniente manejarlos por intermedio de una compañía -Northern Songs-, los derechos fueron cedidos en su mayor parte a Epstein y un socio capitalista en 1962, cuando Lennon y McCartney estaban lejos de imaginar su valor futuro. Tras la muerte de Epstein, los músicos no consiguieron recuperar los derechos, que pasaron por varias manos hasta que en 1985 fueron adquiridos por Michael Jackson, una idea que le sugirió el propio McCartney. Jackson conservó la mitad de estos valiosos derechos hasta su muerte, pero en marzo del año pasado la compañía Sony se los compró a sus herederos por la escalofriante cifra de 750 millones de dólares.

Pero, por desgracia para Sony, una ley aprobada recientemente en Estados Unidos establece que los derechos de autor de cualquier canción deben devolverse a los compositores originales luego de un plazo de 56 años, lo que implica que 2018, McCartney comenzaría a recuperar los derechos de sus primeros hits, y así con los 56 temas de autoría Lennon-McCartney que ahora están en manos de Sony. Por supuesto que la megacompañía no está ni remotamente dispuesta a regresar los derechos al bajista sin librar antes una furibunda batalla legal, por lo que McCartney ya presentó una demanda que planea seguir hasta las últimas consecuencias o, por lo menos, hasta llegar a un arreglo beneficioso para ambos. De hecho, el conflicto es solamente con McCartney: Yoko Ono ya negoció la parte de Lennon en un acuerdo cuyos detalles económicos se desconocen.