La película de culto Donnie Darko (Richard Kelly, 2001) es una de esas obras que marcaron a una generación, aunque nadie esté muy seguro de cómo ni de por qué. Escrita y dirigida por un Richard Kelly que apenas tenía 25 años, la película presentaba una historia de ciencia ficción, espiritualidad y angustias adolescentes muy creativa, poética y abierta a interpretaciones. Sin embargo, Kelly nunca llegó a cumplir con su promesa de ser una suerte de nuevo David Lynch, y sus siguientes films -Southland Tales (2006) y The Box (2009)- fueron generalmente destrozados por la crítica, que le reprochó su extravagancia, y por un público que los encontró excesivamente abstrusos, siendo la primera abucheada en Cannes.

En todo caso, Kelly no repitió el éxito de Donnie Darko, que además perdió algo de su carisma a causa de una falsa secuela -S Darko (Chris Fisher, 2009)- armada por el productor de la película original, Adam Fields, con la desvergonzada intención de hacer caja aprovechando el prestigio de la película anterior, pero sin tener a su creador, Kelly, involucrado en ninguno de sus procesos de creación. S Darko fue un desastre de tal magnitud que Kelly sólo quiso relacionarse con él para dejar en claro que, justamente, no había tenido absolutamente nada que ver con el asunto.

Pero ahora es el propio Kelly, en declaraciones al sitio HMV, quien ha expresado su interés en regresar a su mundo de viajes temporales y misteriosos conejos, ya que cree que “hay algo mucho más grande y mucho más ambicioso que hacer con ese universo”. Sin embargo, es esta misma visión a lo grande lo que puede boicotear la existencia de una segunda Donnie Darko (que tuvo un presupuesto moderado), ya que el concepto del cineasta implicaría una inversión de dinero importante, algo que los estudios no necesariamente estarían dispuestos a hacer con un autor considerado elitista -y cuyos dos últimos films han fracasado en la taquilla-, pero que sería la única forma en la que, para Kelly, se podría “hacer justicia” continuando dicha saga.