William Peter Blatty -quien murió ayer víctima de un cáncer- era ese personaje tan contradictorio como talentoso; de origen libanés pero de una familia férreamente católica, Blatty comenzó a relacionarse con el mundo de las artes colaborando nada menos que con Groucho Marx en el programa de juegos You Bet Your Life, que conducía el legendario cómico. Evidentemente algo se le pegó del talento humorístico de su jefe, ya que Blatty se dedicó luego a escribir novelas humorísticas de gran éxito en su momento, y la gracia de la escritura de Blatty llamó la atención de Blake Edwards, quien lo contrató como guionista para varios de sus films, incluyendo el clásico Un disparo en la oscuridad (1964).

Pero en 1971, y apoyándose tanto en sus orígenes católicos como en un caso de exorcismo que había trascendido a la prensa, escribió la novela El exorcista, que cambiaría su vida y su carrera para siempre. El libro fue un best-seller, y la adaptación cinematográfica que dirigió William Friedkin en 1973, un fenómeno mundial, tras el cual el nombre de Blatty quedó ligado para siempre al mundo del horror. Blatty declararía más tarde: “La triste verdad es que nadie quiere que yo escriba comedia. El exorcista no sólo terminó con esa carrera; borró todo rastro de su existencia”. Resignado a esta realidad, el escritor se dedicó desde entonces a narrar historias de ese género que había creado, y que algunos denominaron “horror teológico”.

2016 había visto un resurgir de la popularidad de su trabajo, gracias a la serie televisiva El exorcista, basada en los personajes y ámbitos de su novela más conocida, pero el escritor ya no tenía nada que ver con esta nueva incursión en las inquinas del demonio Pazuzu, con el que ya estaba reconciliado, después de que en el año 2000 el director William Friedkin aceptara lanzar una reedición de su película en la que quedaba más claro que era el bien el que salía triunfante del conflicto y no aquella abominable y posesiva criatura.