La presentación de un nuevo número de la revista R, editada por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de la República, se desarrolló en un ambiente festivo, que involucró tanto el cierre de una etapa para la publicación (la de su regreso con una periodicidad anual) como la apertura de una nueva, que podrá venir asociada con el inminente cambio en el gobierno de la institución. En todo caso, no estuvieron ausentes las referencias merecidas al vigor editorial de los últimos años y a los contenidos que las publicaciones han ido poniendo sobre la mesa que implican un gran desafío para el futuro.
En esta coyuntura, resulta muy estimulante el planteo que hizo para R15 el comité editorial de la revista, que puso el foco en el acto de dibujar. Por un lado, parece una vuelta ya necesaria hacia los orígenes, la base epistémica misma de las disciplinas de diseño y de su enseñanza. Por otro, encuentra ese idioma común a las disciplinas y carreras que hoy (y ya de forma explícita desde el cambio de nombre de la facultad) habitan la casa de estudios. Incluso la elección del tema parece muy acertada, en la medida en que reconoce un puente con todos. Dice en su sintético artículo Gustavo Maca Wojciechowski: “Todos nacemos dibujantes. Sólo que algunos muchos son lo suficientemente olvidadizos como para dejar de serlo”. En esa línea, este número logra tejer complicidades para introducir al lector, desde diferentes ángulos, en lo que constituye, en mi opinión, lo medular del tema: la indisociable relación que dibujar implica entre la prefiguración del entorno y todo el conocimiento vinculado con el proceso creativo y materializador. Así, la revista ofrece un panorama bastante completo tanto de la complejidad de dicho conocimiento como de su variedad en términos, por ejemplo, de escala: dibujar desde una letra hasta un territorio.
Como ya es habitual, se realizó un llamado interno para definir la línea editorial de esta R15, que quedó a cargo del doctor arquitecto Aníbal Parodi. Su artículo editorial se complementa con otros tres que no sólo esbozan las relaciones entre el dibujo y la prefiguración, sino que además abordan, con diversos enfoques, las relaciones del dibujo con el proyecto, el diseño, la arquitectura y las nuevas tecnologías. E incluso se introducen en el oscuro mundo del ser que dibuja, intentando explicarnos esa escurridiza relación entre la mano que traza y la mente que piensa (pues hay quienes, al apreciar un dibujo, no pueden más que ver el trabajo de la mente). Pero no sólo nos ayudan a interpretar qué es el dibujo, sino que también nos muestran, quizá como una reivindicación, su condición de esperanto, con cierta nostalgia frente al avance de la digitalización, que parece asumirse en forma resignada.
Este primer conjunto de artículos aparece como el núcleo duro de la cuestión (quizá desde una mirada comprensiblemente más arquitectónica), en tanto sus corolarios abren el tema a otros objetos, otros grafismos y otras escalas. Los aportes vienen (y por suerte esto también es un hábito de la R) de parte de varios jóvenes docentes, estudiantes y profesionales, que contribuyen con miradas particulares, en general enfocados en la periferia temática y, por momentos, corriendo el riesgo de la fuga disciplinar (un mal recurrente en la arquitectura). En este sentido, algunos autores parecen excesivamente tentados a fundamentar la naturaleza epistémica de sus dibujos con el apoyo de discursos externos, desde el campo del arte, la filosofía, la historiografía, etcétera, lo que hace, a la vez, algo más crípticas sus notas. Llama mi atención el particular engaño con el que se atribuye, casi exclusivamente, a las nuevas interfaces la capacidad de distorsión de la realidad, echando por tierra una cantidad de exploraciones que, tanto en el campo de la arquitectura como en el del arte, se han desarrollado a lo largo de la historia sin estas herramientas, partiendo en general desde la condición material del objeto y la experiencia de este.
Llegado a este punto, debo señalar que me ha sorprendido también la ausencia, casi total, del dibujo instructivo. Me refiero a aquel que da las instrucciones para la materialización: la construcción de una obra de arquitectura, la confección de un molde para cierta indumentaria, los pasos de encastre de una pieza de diseño, etcétera. No es que exista en él algo especialmente poderoso respecto del resto del universo gráfico, pero hallo alarmante la ruptura del vínculo entre el pensar y el hacer que, lúcidamente, aparece explicitado en el brevísimo texto de la diseñadora Lucrecia de León. Conforme aumenta la escala de abordaje, lo hace también la aparente disociación con el hacer, y esto es llamativo particularmente para la arquitectura. En el número R11 de esta misma revista, el profesor Rodrigo Pérez de Arce hablaba de la resistencia de la arquitectura al cambio y a la maleabilidad, que constituiría su potencial rasgo característico. Y esto no sería así de no mediar su condición física y dimensional. Olvidar la necesaria condición material del objeto final de la mayoría de estas prefiguraciones es, de algún modo, un (auto)engaño o un escapismo y una riesgosa omisión en términos formativos. Evitar abordar la mediación de la materia sería conformarse únicamente con el deseo.
En todo caso, resulta por demás interesante la profunda implicancia de la acción del dibujo en las múltiples aristas del diseño. Por otro lado, este campo temático es alimentado con una selección de dibujos que es resultado de un llamado abierto del comité editorial, una serie de diez reseñas sobre trabajos gráficos y una selección bibliográfica que Parodi sugiere para el lector ávido de profundización.
Dentro de la sección Espacio Samotracia, que hace referencia a la réplica que habita el hall de la sede central de la facultad y está dedicada a lo que sucede puertas adentro, se presenta una nueva trilogía de productos de diversas carreras de la FADU: una casa (la última vivienda construida por Arquitectura Rifa), TEXT11 (una publicación elaborada por estudiantes avanzados de la licenciatura en Diseño y Comunicación Visual, que se constituye en catálogo del desfile final de la carrera de diseño textil) y PS1 (una silla como objeto de diseño industrial). Todos son presentados por sus autores y analizados por académicos de las tres áreas, quienes brindan y explicitan esa rica y compleja perspectiva múltiple que existe en la casa de estudios. Esta sección se complementa con dos asuntos que bien podrían sintetizar el estado del arte en la cultura nacional. Por un lado, el debate interno sobre el pabellón uruguayo en la bienal de Venecia y el lugar que la cultura nacional le asigna a la arquitectura. Por otro, el crecimiento de la aplicación Nómada, que incorpora, en su segunda versión, la fundamental contribución del Instituto de Historia de la Arquitectura, para transformarse en una gran herramienta de difusión de la disciplina. Finalmente, la R15 presenta un avance del programa de identidad visual de la FADU, con el que esta pretende dialogar hacia fuera y hacia dentro, desde su nuevo nombre y realidad, en un ejercicio que sería deseable en muchas otras instituciones.
En la línea de difusión de las disciplinas cobijadas en la FADU, la pieza fundamental desde hace años, junto con esta revista, ha sido el museo Casa Vilamajó. Como en los números anteriores, la R15 presenta algunas actividades realizadas allí: la Residencia de creación (una investigación artística que dialoga con la casa desde la danza), 7 ensayos audiovisuales (que recogen reflexiones sobre la arquitectura y el cine desde la casa) y una contundente entrevista a dos puntas, con Marco Maggi y Luis Camnitzer.
Es de destacar en R15 la claridad con la que se comunica con el lector, ofreciendo un objeto bello, cómodo y útil, que no esconde su devoción por llegar más allá y cruzar las fronteras de la academia, sin ver afectada por ello su calidad. En definitiva, una clara manifestación de una institución viva y fermental que quiere decirle mucho a la sociedad. En ese camino, parece prometedor el desafío que el comité editorial plantea para el próximo número: enseñar (o aprender), que puede interpretarse también como la voluntad de formular didácticas que permitan explorar y comprender el campo disciplinar desde fuera.