Ayer el célebre novelista Sergio Ramírez se convirtió en el primer nicaragüense –y el primer centroamericano– en recibir el prestigioso premio Cervantes español, que ha distinguido a referentes de las letras como Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti o Jorge Luis Borges. Como ha confirmado su obra a lo largo de estos años, y como anunció el jurado, su carrera “aúna la narración, la poesía y el rigor del observador y el actor”, a la vez que “refleja la viveza de la vida cotidiana convirtiendo la realidad en una obra de arte, todo ello con excepcional altura literaria y en pluralidad de géneros, como el cuento, la novela y el columnismo periodístico”.

Ramírez, nacido en 1942, ha cultivado la novela, el cuento y el ensayo, y sus obras se han traducido a más de 20 idiomas; es periodista y fue uno de los comandantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó a la dictadura de Anastasio Somoza en 1979. Ocupó de 1985 a 1990 la vicepresidencia durante el primer gobierno de Daniel Ortega, pero crecientes diferencias con la orientación política de este lo llevaron a separarse del FSLN en 1995. En 1970 había publicado su primera novela, Tiempo de fulgor, una historia que cruza locura, tragedia e incesto a partir de una familia marcada por terribles enfrentamientos entre hermanos; casi 30 años después editó Adiós, muchachos, su memoria de la revolución sandinista; y en su última novela –Sara, 2015– vuelve sobre la historia bíblica de Abraham y Sara, cuestionando la supuesta sumisión de ese personaje femenino. En una entrevista con el diario argentino Página/12, contó que recién cuando se fue a vivir a Costa Rica en 1964 comenzó a escribir Tiempo de fulgor. “No pensaba ser novelista –admitió–. Me entrené para ser cuentista. Leí mucho a [Anton] Chéjov, a [Guy de] Maupassantt, a O Henry, a [William] Faulkner, a Ambrose Bierce, a Horacio Quiroga, antes de conocer a Borges. Y mi segundo entrenamiento fue con Cortázar, Rulfo y Onetti”.