En más de una ocasión, Atahualpa Yupanqui evocaba versos de Manuel Machado, y entre sus elegidos estaban los de “La copla”, porque a lo que aspiraba era, precisamente, a la investidura del anonimato: “Hasta que el pueblo las canta, / las coplas, coplas no son; / y cuando las canta el pueblo, / ya nadie sabe el autor. / Tal es la gloria, Guillén, / de los que escriben cantares: / oír decir a la gente / que no los ha escrito nadie”. Décadas después, músicos consagrados y emergentes, artistas magistrales desconocidos por el público, clínicas, más de 40 talleres y un gran mercado artesanal y gastronómico volverán a ser los protagonistas en la séptima edición del festival Música de la Tierra, que se llevará a cabo este sábado y el domingo en Jacksonville, siempre con entrada libre. Un encuentro en el cual, entre un concierto y otro, siempre se descubre a más de uno tarareando distraído, y con entonaciones propias, algunas de las obras presentadas.

Este fin de semana llega otra edición del festival que marcó la escena musical capitalina y que ha reunido a músicos regionales icónicos, como los argentinos Chango Spasiuk y Liliana Herrero o el brasileño Vitor Ramil, manteniendo la impronta de un proyecto con vocación regional que apunta a valorizar los sonidos y paisajes del campo, así como el patrimonio musical compartido por Uruguay, el sur de Brasil y Argentina. Siete años después de su comienzo, Música de la Tierra continúa cruzando a artistas que respetan a las manifestaciones tradicionales, revitalizan lo folclórico y en muchos casos lo fusionan con otros géneros como el jazz, el candombe y la música culta. A la vez, ha incorporado actividades que tradicionalmente no se vinculan con lo musical, pero que también tienen como punto de partida a la tierra y a la identidad, y que hacen disfrutable vivir esta experiencia en familia, con una oferta que va desde lo gastronómico –habrá casi un centenar de stands de alimentos naturales y orgánicos, cervezas artesanales, indumentaria y objetos de autor, a partir de una rigurosa búsqueda y selección a cargo de Moriana Peyrou– hasta mesas y talleres sobre diversas temáticas, de las 12.00 a las 0.00 (la programación se puede consultar en www.musicadelatierra.com.uy).

Así como en las ediciones anteriores se homenajeó a Alfredo Zitarrosa y Osiris Rodríguez Castillos, este año el gran cierre recordará a Aníbal Sampayo (1926-2007), poeta, compositor, cantante, guitarrista e investigador del folclore, que fue uno de los pioneros en la creación de un nuevo cancionero uruguayo desde los años 40 del siglo XX, y grabó su primer disco –en Argentina– en 1956. El gestor y periodista Diego Barnabé –curador del festival junto a Peyrou– contó a la diaria que para este homenaje seleccionaron a dos jóvenes directores artísticos que, a priori, “no contaban con la intención de acercarse a la obra de Sampayo, más allá del conocimiento general con el que pudieran contar, y por eso elegimos a Nacho Mateu y Hernán Peyrou, y les propusimos una metodología colectiva [como antes se hizo en ocasión de los homenajes a Zitarrosa y Osiris] para comenzar a pensar en el repertorio”. Los curadores preseleccionaron las composiciones a interpretar, intentando conformar un abanico representativo de la obra de Sampayo, tanto en lo que se vincula con los distintos géneros musicales que cultivó como en relación con la diversidad temática de sus canciones.

El director adelantó que se creó un interesante grupo, porque a los directores se sumaron Martín Ibarburu en percusión, así como dos jóvenes guitarristas sanduceros seguidores de Sampayo, Matías Romero (Cuarteto Ricacosa) y Matías Hernández, y además invitaron a participar en el espectáculo a Julieta Rada. Esta propuesta, a su vez, contará con otros músicos que tienen un “acercamiento mayor a la obra de Sampayo, como Rubén Olivera, que va a participar con algo “diferente”, porque hará una canción que pertenece a su propio repertorio: para la ocasión, interpretará “Urugua y” –incluida en su último disco de estudio, Una tarde de abril (1998)–, que en su momento dedicó a Sampayo; la cantante y compositora argentina Silvina Gómez; Edú Lombardo y Carlos Negro Aguirre, que “es la persona más cercana, porque fue uno de los últimos integrantes de la banda que acompañó a Sampayo, y fue el que le grabó el último disco [De antiguo vuelo –1999–] que él editó en vida, con su sello Shagrada Megra, un equivalente de Ayuí-Tacuabé. Como se dio en los homenajes anteriores, nos interesa incluir algún integrante que haya mantenido un vínculo más directo, además de que estén representadas las distintas generaciones”, explicó Barnabé.

La primera llegada chilena

La gran novedad de este año será la incorporación de Chile, por medio de la participación de la cantante Francesca Ancarola, que será la encargada de la apertura del festival junto al Negro Aguirre (el sábado a las 16.00), con quien grabó el disco de canciones de cuna latinoamericana Arrullos (2008). “Hace unos años teníamos la idea de incorporar más países, y en las dos ediciones del Micsur [Mercado de Industrias Culturales del Sur] descubrimos un interés genuino de artistas y productores de otros países en poder participar en el festival, sobre todo de países como Colombia, Ecuador, Chile, Perú y Brasil”, dijo el curador, y comentó que, incluso, gente de algunos de estos países estaba interesada en replicar Música de la Tierra. “Como no tenemos la posibilidad de ampliar tanto la convocatoria, la idea que se nos ocurrió [a partir de que el concepto del festival está afincado en el Río de la Plata y el sur de Brasil] fue el desafío de ampliarlo a otros países de América del Sur, manteniendo los mismos criterios de curaduría, para intentar incorporar primero a Paraguay, que de hecho está incluido en esta pequeña región, y luego a los demás. Así llegamos a una idea que, a un ritmo razonable, nos permite ir invitando a un artista de un país diferente en cada edición. Este año se dio la posibilidad de que fuera Chile, y eso ocurre de una manera integrada, porque lo interesante es que Francesca grabó y se presentó en varias ocasiones junto al Negro Aguirre, así que fue un modo muy natural de que participara, en la medida en que su trabajo artístico ya se integró al de artistas de esta región”, como Hugo Fattoruso.

Con respecto a Ancarola, Barnabé explicó que es una artista un poco más asociada al jazz y la fusión que a lo folclórico: “Se trata de una cantante refinadísima de la nueva generación de la música chilena, que no llega desde el lugar más tradicional, como es el ámbito de los músicos populares más conocidos. Es una artista que trabaja con su voz de un modo muy particular y virtuoso, que no ha trascendido masivamente en América del Sur, pero sí en los ámbitos jazzísticos”.

De todos modos, Barnabé acotó que Música de la Tierra mantiene una mirada concentrada en artistas que parten de la música popular de raíz folclórica y crean una propuesta de calidad e innovadora, “sobre todo cuando demuestran que las obras de aquellos grandes compositores pueden tener una gran vigencia. El concepto poético es el que menciona Liliana Herrero, cuando dice que ellos nos están esperando en el futuro”, precisa.

En cuanto a la programación, habrá dos propuestas brasileñas. Por un lado, luego de la visita de Renato Borghetti llegará otro de los grandes maestros del acordeón de Río Grande, Luiz Carlos Borges, “con mucha conexión con el chamamé del lado de Argentina, y por eso también muy seguido en ese país”, y por otro, Rodas de choro e chimarrão, un espectáculo musical que utiliza hábitos populares tradicionales –como la rueda del mate y la música choro–, y establece una conexión entre esas manifestaciones culturales, a cargo del ilustre intérprete de instrumentos de viento Pedrinho Figueiredo –que también integra el grupo de Borghetti– y Samuca do Acordeon, quienes proponen un encuentro musical que describe situaciones que cuentan con el mate como elemento central, y la participación de dos músicos gaúchos del movimiento nacional del chorinho. Esto se acompasará con una nutrida presencia uruguaya: Julio Cobelli, el mencionado Olivera, Laura Canoura y Mariana Ingold, que “se reúnen quizá por primera vez, y así se logra una suma de artistas de generaciones cercanas dentro de la música popular uruguaya”, indicó el curador. A su vez, se presentará el Trío Ventana (Nicolás Ibarburu, Martín Ibarburu y Hernán Peyrou), Ana Prada dará un concierto titulado Que mis pies tengan raíz, que tal vez dialogue con el concepto de la “Canción del jardinero”de María Elena Walsh, en la que el personaje interpretado reconocía que no era un bailarín porque le gustaba quedarse quieto en la tierra y sentir que sus pies tenían raíz.

Entre las clínicas habrá una de Pedrinho Figueiredo, considerado uno de los mejores técnicos de grabación de sonido brasileños, sobre técnicas de sonorización y grabación de instrumentos y voz para músicos. Aguirre abordará el folclore de Argentina en el piano; el compositor y guitarrista argentino Edgardo Cardozo –que se presentará junto a Juan Quintero el domingo– propondrá una introducción a la composición de canciones, y el propio Quintero se dedicará al canto colectivo en la música argentina. A lo largo de estos años, los organizadores han discutido en qué medida el festival podría abrir el juego –de forma consciente y “sabiendo muy bien por qué”– a músicas más asociadas con lo urbano, como el candombe; y por eso incluyeron un taller sobre ese género, junto a otros de música popular en general, de oficios como la guasquería, y presentaciones de libros. A la vez que se intuye la presencia ineludible de Sampayo y sus composiciones, sus potros y sus garzas, sus canoas y caminos, sus paisanos y sus ríos.

Del otro lado del río

Del 1º al 6 de diciembre se realizará por segunda vez Música de la Tierra en Buenos Aires, que reunirá a importantes músicos brasileños, uruguayos y argentinos en el teatro San Martín y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, también con entrada libre. El festival presentará a Vitor Ramil, Gabo Ferro, Liliana Herrero y Fernando Cabrera, entre una larga lista de artistas, luego de que en 2015 se presentara por primera vez este proyecto en la capital porteña, dando a conocer su propuesta a la vez que promocionaba a la edición uruguaya.