Con varios premios compartidos, ayer se realizó una nueva entrega de los premios Florencio a la actividad teatral. En espectáculo y dirección, el galardón fue para El deseo atrapado por la cola, dirigida por José María Novo (obra que sumó dos distinciones más: una a Paula Villalba por el vestuario, y otra al imbatible Martín Blanchet por la iluminación) y La resistible ascensión de Arturo Ui, a cargo de Villanueva Cosse, que también se quedó con la estatuilla al mejor actor: en esa terna se premió a Héctor Guido por su papel de Arturo Ui y a Álvaro Armand Ugón por su trabajo en El cuento del zoo. La ganadora como actriz fue la versátil Roxana Blanco por La travesía, mientras que en actuaciones de reparto se distinguió a Anael Bazterrica por Incendios, y a Leandro Núñez por La sospechosa puntualidad de la casualidad.
El trío integrado por Soledad Frugone, Walter Rey y Gustavo Saffores resultó ganador en elenco, por su logrado trabajo en El bramido de Düsseldorf. Se trata de una obra escrita y dirigida por Sergio Blanco, en la que el dramaturgo retoma la figura mítica de Peter Kürten, un conocido asesino en serie alemán apodado “el vampiro de Düsseldorf”, que inspiró la película M (1931), de Fritz Lang. A esto se suman mitos contemporáneos, como las marcas Nike, Adidas, Coca-Cola y Ray-Ban, que ya estaban presentes en Tebas Land (2013) y La ira de Narciso (2015), y el viaje a la ciudad alemana que da nombre a la obra, donde el personaje del propio Blanco –interpretado por Saffores al igual que en Tebas Land– enfrenta la agonía y muerte de su padre.
El Florencio a texto de autor nacional fue para Fernando Butazzoni por su primera obra dramá- tica, La heladera sueca, que dirigió Álvaro Ahunchain. Matías Vespa se quedó con el premio a la revelación por su papel en El loco y la camisa, y Gabriela Iribarren, con el de unipersonal por su logrado trabajo en Simone, mujer partida. Con dirección de María Dodera, esta pieza homenajeó a Simone de Beauvoir, alternando aspectos biográficos y planteos filosóficos, así como ella lo hizo en su “Monólogo”, que integra el libro La mujer rota (1967).
En escena alternativa, la nueva categoría incorporada este año, la galardonada fue El rey tuerto, del español Marc Crehuet, con dirección de Cecilia Caballero. Fernando Condon fue premiado en ambientación sonora (por Sobrevivir a los Andes); Sebastián Barcelona, en escenografía (por La sospechosa puntualidad de la casualidad); y la puesta peruana Los regalos, de la Compañía de Teatro Físico, en el rubro de espectáculo extranjero.
De la Bienal de Teatro del Interior se llevó tres premios Los descreídos, como espectáculo, por su dirección (a cargo de Alejandra Weigle) y por la actuación de Eduardo Migliónico. También se llevó un Florencio al elenco de Los guapos, a cargo de Julio López.
En el rubro de comedia musical, el premio fue para la versión de Omar Varela de El violinista en el tejado y el espectáculo musical Los monstruos, de Emiliano Dionisi. En espectáculo y dirección de comedia, los premios compartidos fueron para la obra Mucho, bésame mucho y Tarascones, y para sus respectivos directores, Ignacio Caraballo y Alfredo Goldstein. Las actuaciones de comedia distinguidas fueron la de Andrea Davidovics en Tarascones y la de Humberto de Vargas en El violinista en el tejado.