En 2005, Sam Dunn, un antropólogo treintañero canadiense, decidió hacer un viaje por Europa y Estados Unidos, para documentar el espíritu y los elementos en común de los fans del género musical que le fascinaba en su adolescencia y al que seguía siendo fiel como adulto, el heavy metal. La investigación del antropólogo metalero dio como resultado el documental Metal: A Headbanger’s Journey (metal: el viaje de un headbanger), que tuvo una buena acogida crítica tanto por los ajenos al mundo del heavy metal, de cuya cultura la película ofrecía un paneo general bastante iluminador, como por los adeptos al género, que se veían incluidos en una taxonomía no establecida desde afuera por algún estudiante de sociología escaso de ideas para ponencias, sino por uno de ellos, conocedor interno de las profundas –pero no siempre evidentes– diferencias (tanto estéticas como idiosincráticas) entre los distintos subgéneros del metal, a pesar de sus raíces comunes.

Como lo indicaba en forma explícita el título de la película, Metal no era una mirada externa con lupa y pinzas, sino el viaje de un headbanger, palabra que literalmente significa “golpeacabezas” y que describe a los afectos a sacudir sus marotes y cabelleras al son de alguna canción violenta de tempo rápido, preferentemente metálica (la acción que en estas latitudes se llama, telúrica y adecuadamente, “peludear”). Una demostración del respeto ascendente que el documental le valió a Dunn entre la comunidad del metal internacional emana de la escena más incómoda de Metal: A Headbanger’s Journey, aquella en la que el entusiasta antropólogo intenta interrogar a Jorn Necrobutcher Stubberud, bajista de la siniestra banda Mayhem –precursora del black metal noruego–, acerca de las diferencias entre la música a comienzos de su carrera y la música de la actualidad, pregunta que –vaya uno a saber por qué– irrita al bastante ebrio músico escandinavo, que insulta en forma amenazante y grosera a su entrevistador (algo inquietante si se tiene en cuenta la cantidad de integrantes de Mayhem que han muerto en forma violenta o han sido encarcelados). Un lustro después, Dunn y Necrobutcher retomaron el mismo diálogo con las mismas preguntas para la serie Metal Evolution, con un evidente arrepentimiento del bajista por su conducta anterior y sin que se percibiera la menor traza de resentimiento o reproche en Dunn, que parece simplemente estar reanudando una conversación momentáneamente interrumpida (por un ligero brote psicótico-intoxicado). Es bastante evidente que, más allá de su amabilidad, Dunn ha observado con mucho detalle al documentalista inglés Louis Theroux (de quien incluso toma prestada la muletilla “yo trataba de entender...”, especialmente cuando tiene que describir alguna orientación musical que no le gusta o le resulta extraña), y eso le permite establecer casi de inmediato con sus entrevistados un trato afable, que lo ubica en un lugar intermedio entre el experto, el entrevistador y el simple fan.

Metal... le abrió al canadiense las puertas para seguir en el ramo, fundando la productora Banger Films, que registó documentales de giras de las bandas Iron Maiden y Rush, e ideó y condujo para el canal VH1 Classic una serie de programas llamada Metal Evolution, dedicados a rastrear los orígenes del heavy metal y sus posteriores ramificaciones. Con esta peculiar filmografía detrás de sí, Dunn –que, a pesar de su aspecto de adolescente metalero que llegó a los 40 sin saber cómo, tiene una maestría universitaria sobre los refugiados políticos de Guatemala– decidió utilizar su prestigio y sus contactos en el mundo del rock pesado para producir un canal de contenidos en Youtube, dedicado por completo al heavy metal, llamado Banger TV. Con la capacidad de conductor de Dunn demostrada, todo lo que se tenía que hacer para mantener una producción constante de informativos sobre esa música era reunir a un grupo de entrevistadores y críticos que tuvieran la familiaridad con el metal que él tiene y un carisma similar. Banger TV, lanzado hace dos años y que recientemente llegó a los 100.000 suscriptores, parece decidido a probar que no fue tan difícil ni es tan raro.

La amabilidad de cuero y tachas

Aunque se trata básicamente de un canal dedicado a la música, Banger TV no ofrece clips ni filmaciones de conciertos, sino apenas fragmentos de temas cuando comentan un disco. Pero esa aparente carencia en realidad lo salva de la redundancia en un medio como Youtube, donde alcanza con teclear un nombre que se acaba de mencionar para acceder a una discografía, oficial o no. Banger TV consiste en columnas de opinión crítica, reseñas de álbumes, entrevistas con músicos, noticieros sobre lanzamientos y giras, y –cada vez más– debates, tal vez demasiado extensos, con invitados acerca de exponentes, diferencias e historia de los ya numerosísimos subgéneros y especialidades del heavy metal. Las reseñas, algunas veces hechas a solicitud de los espectadores, se reparten en relación con las afinidades y los conocimientos de cada conductor (Dunn, por ejemplo, suele ocuparse de los discos de bandas clásicas originadas en los años 80 y 90, y el veterano Martin Popoff, autor de decenas de libros sobre metal, se encarga de las bandas pioneras y las antologías).

A pesar de la imagen machista y de club exclusivo para varones que se le suele endilgar al heavy metal (y que en el pasado muchos músicos del género alimentaron alegremente), el ambiente es tan diverso en lo genérico como en lo generacional. Las mujeres que participan en Banger TV no sólo no cumplen ningún rol sexy-decorativo como en un viejo clip de Mötley Crüe o Whitesnake, sino que compiten en entusiasmo, radicalismo de gustos y erudición con sus compañeros sin el menor problema. La rubia (y aparentemente siempre feliz) Sarah Kitteringham –que, como casi todos los columnistas, también hace música– es la reseñadora de discos más prolífica después de Dunn.

Banger TV no es el único canal de Youtube dedicado al heavy metal, ni el más especializado en ningún subgénero, y ni siquiera el más popular (que posiblemente sea el de la revista Loudwire, interesante pero un tanto adicta a las listas sin mucho más criterio que el clickbait), pero es el que irradia un espíritu más comunicativo, comunitario y abierto, aunque siempre quede claro que está hecho por y para gente del palo. Derrocha una cualidad que rara vez se aprecia de la cultura del heavy metal cuando es observada desde afuera: un sentido del humor autorreferente y autocrítico, que compensa la ocasional tendencia en el género al dramatismo, lo teatral-ampuloso y la misantropía. El mejor ejemplo es el hirsuto y tatuado crítico musical Blayne Smith, quien además de fan del doom metal más extremo es un conocido comediante de Toronto, que produce y edita cada una de sus reseñas hasta convertirlas en una rutina humorística, mitad guionada y mitad improvisada, absolutamente hilarante, aun para quienes no conozcan mucho a la banda de la que habla.

Tal humor nunca cae en el cinismo irónico o superado, y ese es uno de los motivos por los que no hay nada más odiado entre los metaleros que esa clase de posmodernismo escéptico-esnob que conocemos como hipster. Para los conductores de Banger TV, los temas de los que hablan no son la cosa más seria del mundo, pero sí la que más quieren; por lo tanto, no consideran que la excitación y las muestras de admiración sean signos de vulgaridad o de falta de rigor intelectual. Smith puede ser graciosísimo hablando del exagerado disco Mirror Reaper del dúo doom Bell Witch, que es esencialmente una densa composición de más de una hora de pura oscuridad musical, que es imposible no caricaturizar un poco al comentarla, pero su pasión y genuino aprecio por esa obra en apariencia tan abstrusa son tan evidentes como el respeto intrínseco que hay en su humor.

Obra abierta

No es, sin embargo, ese respeto –reverente o irreverente, pero siempre notorio– hacia el arte y los artistas lo que hace de Banger TV un producto que es a la vez cultista y antielitista, sino la apertura y la voluntad de comunicarse no sólo con los iniciados, sino también con todo el mundo. Obviamente, quien suponga que el metal es más o menos eso que hacía AC/DC y que se saluda haciendo cuernitos con los dedos va a sentirse un tanto perdido al escuchar que tal o cual banda tiene un estilo blackgaze con una notoria influencia del sludge sureño en la afinación en do sostenido de las guitarras. Hay que partir de un vocabulario común mínimo (y un buen manejo del inglés, ya que sólo los episodios más antiguos de Metal Evolution disponibles en Youtube tienen subtítulos en castellano), pero es un requisito lógico para un canal orientado a un público específico, y ninguno de los conductores cae en el hermetismo de la charla exclusiva para conversos. Por el contrario, en el diálogo entre ellos suelen hacerse preguntas retóricas, o cuya respuesta es obvia para quien la formula, a fin de mantener un contexto informativo, conscientes de que los fans de Baroness no tienen por qué conocer la historia de Blue Cheer y de que en un canal de streaming se pueden desarrollar explicaciones sin temor a que venga la tanda. ¿Charlatanes? Como cuatro gordos hablando de fútbol, pero oscuros nunca, ni en contenido ni en actitud.

En Banger TV sólo se habla de música; sus numerosas discusiones no abordan cuestiones relacionadas con drogas, satanismo, antiautoritarismo, frustraciones, sexo desaforado u otros temas de los que habitualmente se nutren las canciones de heavy metal (aunque estos ejemplos estereotipados son hoy un poco prejuiciosos en relación con un género que ha mutado y evolucionado mucho en las últimas décadas). Los conductores hablan de la música que aman, en forma crítica y (amorosamente) objetiva, con la intención de echar luz sobre un arte sombrío a su pesar.

El heavy metal, tal vez el subgénero del rock que conserva una mayor vitalidad, convicción y disciplina técnica, ha tenido sus altas y bajas en las últimas décadas, pero se ha mantenido constante su subestimación por parte de la intelectualidad joven, que rara vez lo ha observado más allá de sus aspectos más chillones y fantasiosos. Los de Banger TV saben que la cosa es más compleja y –una vez que lograron disponer de un espacio propio sin interferencias– quieren contárselo al mundo. Y de paso juntar a los amigos, que son unos cuantos y mucho más variados y divertidos que lo que se cree.