El sábado, la Academia de Cine Europeo, una asociación que se fundó para reconocer a la producción de ese continente frente a la poderosa industria de Hollywood, festejó sus 30 años con una larga ceremonia, en la que la película The Square (que estamos por saber si se traducirá en español como “el cuadrado” o “la plaza”, aunque probablemente la primera opción sea la más correcta), dirigida por el sueco Ruben Östlund, arrasó con todos los galardones a los que estuvo nominada, en los rubros de película, comedia, director, guion y actor protagónico (Claes Bang).

Esta farsa satírica ya se había llevado, no sin controversias, la máxima distinción en la última edición del Festival de Cannes –y es una de las favoritas para el Oscar a mejor película de habla extranjera–, por su cuestionamiento a la obsesión con lo políticamente correcto y a las afectaciones y farsas que muchas veces rodean al mundo del arte contemporáneo, sin dejar de lado las contradicciones propias de la alta burguesía. Algo que recuerda a la apuesta del talentoso dúo de cineastas argentinos formado por Mariano Cohn y Gastón Duprat (El hombre de al lado –2008–, El ciudadano ilustre –2016–), cuando ironizaron sobre la impostura de este universo en El artista (2006).

Aquí, el protagonista es curador de un museo de Estocolmo y se propone montar una controvertida obra llamada The Square, básicamente una instalación multimedia que intenta promover valores altruistas e instaurar un espacio utópico de convivencia, que, sin embargo, no puede sostener su autor, cuyos rasgos miserables se revelan a partir de un hecho accidental. Al verla, muchos rioplatenses se sorprendieron –aunque el film aún no se estrenó en Montevideo– porque fue atribuida a la destacadísima actriz y dramaturga argentina Lola Arias, quien en verdad nunca aparece en la película.

En una conferencia de prensa, Östlund apuntó contra la concepción predominante en los actuales museos de arte, afirmando que se trata de instituciones que no tienen ninguna conexión con lo que sucede fuera de ellas: “Se comportan de manera protectora y elitista con obras absolutamente estúpidas. Y lo mismo pasa con el cine. Si no entiendes una película obtusa en un festival, es que eres tonto. Ya ni discutimos qué es arte”, advirtió. Justamente, al comienzo de The Square al protagonista le preguntan qué es lo que define una exposición, y Östlund confesó que había tomado la “delirante” respuesta del personaje “de un ensayo real de un profesor de bellas artes. Es como el cuento ‘El traje nuevo del emperador’. Me resulta fascinante el entramado económico que sustenta la imbecilidad del arte moderno”, disparó.

Se trata de un planteo narrativo típico de Östlund, a quien en más de una ocasión se lo ha comparado con cineastas como su compatriota Roy Andersson y el austríaco Michael Haneke, aunque se distancie bastante de ellos en su tratamiento del humor y las variantes de la comedia trágica. En su inquietante película anterior (Fuerza mayor –2014–; ganadora de la sección de Cannes llamada “Una cierta mirada”, dedicada a las producciones “originales y diferentes” que el jurado considera merecedoras de atención internacional), el sueco presentó a una familia tipo que decidía irse a esquiar a los Alpes franceses. Mientras la pareja y sus hijos almorzaban en un lujoso hotel al pie de la montaña, los sorprendía una furiosa avalancha que arrastraba toneladas de nieve. Ante la amenaza, ella corría para abrazar a sus hijos, mientras que él huía corriendo pero antes tenía presente manotear su celular. La avalancha no tenía consecuencias, pero aquel episodio quebraba a la pareja y la falla quedaba expuesta, aunque él negaba lo que había hecho.

En una ronda de prensa, Östlund comentó que el concepto de comunidad está desapareciendo y que por eso se perdía la capacidad de organizarse en forma colectiva: “Los problemas sociales se han trasladado a nivel del individuo, y eso nos llena de culpa y de presión”. A la vez, reconoció que Christian –el protagonista de The Square– era una contradicción absoluta, “como la mayoría de nosotros”, porque “a la hora de adoptar una conducta social, lo difícil no es saber qué es lo correcto, sino actuar de acuerdo con eso. Por ejemplo, está demostrado que la probabilidad de que ayudemos al prójimo en la calle es inversamente proporcional al número de transeúntes que haya alrededor, porque si hay mucha gente nuestro sentido de la responsabilidad se diluye. Y, en última instancia, por muy racionales y cultivados que nos queramos creer, los seres humanos somos animales cobardes y rabiosos”, sostuvo.

De todos modos, The Square decepcionó un poco a la crítica cuando fue presentada en Cannes, y es probable que el hecho de que haya ganado el premio mayor de ese festival se haya debido a que en el jurado, presidido por el español Pedro Almodóvar, se dividieron bastante las opiniones sobre cuál era la mejor película de la competencia, entre ese film de Östlund; 120 latidos por minuto, del francés Robin Campillo; La seducción, de la estadounidense Sofia Coppola; y Nunca estuviste aquí, de la británica Lynne Ramsay. Almodóvar dijo, luego de que se anunció la premiación, que había “luchado todo lo posible”, pero que finalmente “ganó la democracia”.