No es novedad que en el samba está uno de los cimientos del ritmo y la elegancia de la música popular brasileña. Tampoco que el carismático carioca Martinho da Vila, prócer de la escola de samba Vila Isabel, sintetiza y resume cierta forma de samba: la que se construye sobre una base rítmica muy rica pero no abrumadora, con protagonismo del cavaquinho y un modo de cantar que es a la vez intenso y distendido, y que transmite una mistura inextricable de júbilo y melancolía.
La fama del artista, notorio hincha de Fluminense, terminó de consolidarse con “Canta, canta, minha gente” en 1974, cinco años después de que grabara su primer álbum de larga duración, Martinho da Vila, que incluía “Casa de bamba” y el maravilloso “O pequeno burguês”, de la variedad de samba llamada “partido alto”; y los innovadores “Iaiá do cais dourado” y “Carnaval de ilusões”, del tipo “samba enredo”. Con más de 50 discos ya, Da Vila se ha convertido en uno de los representantes más típicos de la música popular brasileña, con composiciones que, además de esos sambas sabrosos que son su marca de fábrica, han incursionado en la bossa nova, los ritmos de capoeira y otros que lo sedujeron cuando realizó una gira por Angola en 1972 y empezó a rastrear en forma más metódica los vínculos ancestrales entre las culturas del continente africano y las afrobrasileñas.
Un día antes de cumplir 79 años, Martinho vuelve a Montevideo. Se presentará el sábado a las 21.00 en el Auditorio del SODRE, acompañado por su banda, que integran Antonio Ferreiras en teclados, Alaan Monteiro en cavaquinho y mandolina, Gabriel Murcia de Aquino en violín, Paulo Ferreira en batería, Gabriel Policarpo y Guido Mendonça en percusión, y las cantantes Maira Freitas y Juliana Ferreira. El centro será la presentación de su último disco, De bem com a vida, que en 2016 se quedó con el premio Grammy Latino en la categoría samba/ pagode, pero se espera que junto a sus nuevas composiciones el músico recorra clásicos como “Mulheres”, “Ex amor”, “Madalena do Jucu”, “Tá delicia, tá gostoso”, “Quem é do mar não enjoa” y “Prá que dinheiro”.
Ayer, Da Vila volvió a ser noticia: el diario brasileño Folha de São Paulo publicó que este hombre, que “carga con el carnaval en su nombre y en su historia”, con más de medio siglo componiendo y desfilando, ha perdido interés en la gran fiesta, porque, en su opinión, los desfiles se han vuelto estandarizados, como si se tratara de un concurso de belleza, y las escolas de samba ya no tienen personalidad, a tal punto que se puede poner parte del espectáculo de una en otra y da lo mismo, así que “con ver desfilar a tres ya está bien”. Por eso mismo, dijo que no sabe si irá a ver el espectáculo este año.
Como muchos otros músicos, Da Vila, afiliado desde hace algunos años al Partido Comunista de Brasil, participó en las movilizaciones contra el juicio político y la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. En su opinión, esa destitución fue ilegal y no hay posibilidad alguna de que su país mejore bajo el gobierno del presidente Michel Temer. Por eso mismo admite que le parece gracioso que Temer “sólo hable y hable, lentamente, calculando... ¡y sólo diga mierda! ¿cómo es posible?”.
En cuanto a los logros del Partido de los Trabajadores, para él, comprometido desde hace mucho con causas de los afrobrasileños, el más importante fue la política de inclusión de la diversidad étnica brasileña. Y si bien considera que el artista tiene que hacer arte y no componer “pensando en la política”, asume también que la música popular ha desempeñado un papel importante en muchas transformaciones del mundo, y que lo importante es tener presente que “no puede sobrevivir si es panfletaria. Las canciones de Chico [Buarque], por ejemplo, sirvieron en la lucha contra la dictadura, pero no se hicieron sólo para eso. La cuestión [de la dictadura] se trasladó de forma natural a su obra porque era algo presente en su vida”, dice, y agrega que, de esa misma forma, en su obra emergen cuestiones que le preocupan, como el racismo, la intolerancia religiosa o los roles estereotipados del hombre y la mujer; y que sólo escribe sobre aquello que lo rodea.
En paralelo a su obra musical, Da Vila ha publicado una larga serie de libros. El último, O nascimento do samba (2013) explica el mundo de ese género y el camino que transita por él un compositor, además de repasar lo que debe tener en cuenta una buena escola de samba. Otros, como Kizombas, Festas e Andanças (1992), Ópera Negra (2001) y Memórias Póstumas de Tereza de Jesus (2002), redoblan sus apuestas en el rubro musical y abogan por la afirmación de la identidad negra y la defensa de la igualdad, al igual que lo hace en sus canciones, mediante un ritmo que alguna vez se consideró maldito, pero con el tiempo llegó al centro de la música popular nacional. Así cantaba el también sambista Zé Keti, “Soy el samba / la voz del morro soy yo, sí señor / soy yo quien llevo la alegría / a millones de corazones brasileños”. Y no sólo.