A pesar de que la novela El club de la pelea terminaba abierta a la posibilidad de una segunda parte, Chuck Palahniuk se tomó 20 años para escribirla. Y lo hizo en forma de historieta, aunque en esas dos décadas había publicado otras 16 novelas. La historia de Tyler Durden, el personaje interpretado en la película del mismo nombre por Brad Pitt (David Fincher, 1999), ha dado para mucho, y este cómic extraño, tan interesante como confuso por momentos, demuestra cómo un autor puede adaptarse a los requerimientos de medios narrativos muy distintos.

La historia ficticia transcurre unos diez años después del final de la primera parte y es narrada con la misma velocidad de vértigo que aquella, pero de un modo un poco más impreciso y libre. Se dice que Palahniuk se decidió a escribir esta novela gráfica a instancias de sus amigos, los populares guionistas de cómics Matt Fraction y Kelly Sue DeConnick. Es probable que haya conversado mucho con ellos y haya estudiado las particularidades del lenguaje de la historieta antes de emprender este proyecto.

De alguna manera, la furia y la velocidad de aquella novela de 1996, que fue la primera del autor, siguen presentes. Las palabras muchas veces son sustituidas por imágenes, los diálogos se fragmentan y los dibujos a menudo cuentan algo distinto de lo que los personajes dicen, de modo que la lectura exige atención para integrar, de a poco, la información necesaria para entender el todo.

Hay una narración, por supuesto, aunque es bastante más elíptica que la que se podría esperar. El protagonista narrador, que no tenía nombre, ahora adquiere uno: Sebastian. Está casado con Marla, la coprotagonista de la primera parte, y tienen un hijo. Llevan una vida extremadamente aburrida porque él ha sido absorbido otra vez por la parte de la sociedad que quiso destruir antes. Para contener a su álter ego, toma medicación que lo seda y, entre otras cosas, mata su vida sexual. El primer episodio recapitula un poco el final de la primera parte y cuenta algo de lo mencionado, y luego resurgen la violencia y la locura de una historia que transcurre tanto en la cabeza del protagonista como en la realidad de la historieta y fuera de ella.

Los juegos con el lenguaje del cómic y el uso de la ironía y el doble sentido por medio de las imágenes sorprenden casi en cada página. El dibujante Cameron Stewart, que es más un profesional regular que un artista, se permite libertades como colocar dibujos muy realistas de píldoras y pétalos que sobrevuelan algunas páginas e incluso tapan textos. A veces parece que las palabras no importasen. De hecho, hay globos de diálogo que contienen imágenes.

Este despliegue de ideas y recursos sólo disponibles en este género requieren, como se dijo, concentración para seguir un argumento que se vuelve cada vez más delirante y metahistorietístico. La irrupción del propio Palahniuk, primero como interlocutor por teléfono de uno de sus personajes y luego en persona, quiebra la trama y le da un nuevo sentido al asunto. La historia se vuelve un poco más personal y desconcierta a quien haya pensado que esta secuela fue escrita solamente por motivos económicos. De hecho, hay algunos puntos de contacto entre la historia real del autor y lo que se cuenta de la infancia del protagonista. Por otro lado, y sin necesidad de contar el final, se puede decir que parece escrito para que se hable de él entre críticos y académicos, y que le puede parecer pretencioso a un lector intolerante.

La novela original exigió un trabajo de edición importante, como cuenta el prólogo de Gerald Howard, el editor que se arriesgó por ella en 1996. Pero para esta secuela Palahniuk ya era un escritor de renombre y buenas ventas, con dos novelas adaptadas al cine, de modo que debe haber tenido mayor libertad para escribir cómo quería. El resultado es un cómic raro, por momentos tan exigente como interesante en su forma. Y para quien quiera más, el autor ya está escribiendo una continuación que necesariamente va a sorprender y a explorar nuevos territorios, como esta novela gráfica lo hace en comparación con el primer libro.

El club de la pelea 2

De Chuck Palahniuk y Cameron Stewart. Reservoir Books, Argentina, 2017. 280 páginas.