El primer festival de cine del mundo tuvo lugar en Venecia en 1932, casi cuatro décadas después de que se presentaran las primeras breves películas documentales de los hermanos Lumière, y unas tres décadas después de que George Méliès comenzara a filmar historias ficticias. Aunque el Festival de Venecia prosperó y tuvo continuidad, permaneció como un fenómeno casi aislado hasta el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. En 1946 y los años subsiguientes, respondiendo a la sed de cultura que se manifestó en Europa tras años de matanza, penuria y censura totalitaria, pulularon los festivales en distintas localidades europeas, dando inicio a un proceso de multiplicación y diversificación que, en las últimas décadas, llevó a la constitución de toda una cultura cinematográfica paralela a la de la exhibición comercial y relativamente autónoma con respecto a esta (en el sentido de que una película puede tener casi toda su “carrera” circulando por decenas de festivales, sin llegar a ser presentada en salas de otra manera).

El Festival Internacional de Cine de Punta del Este comenzó a realizarse en febrero y marzo de 1951; fue el primero de los latinoamericanos y el segundo de los americanos a secas (lo precedió únicamente el Festival de Yorkton, en Canadá, que había empezado a llevarse a cabo el año anterior). Ideado en el marco de la promoción internacional de ese balneario uruguayo, e impulsado con protagonismo del empresario inmobiliario argentino Mauricio Litman, fue un festival especialmente esplendoroso para el continente, con estrellas europeas de aquel momento como invitadas e incluso por la decisión de construir una sala de 600 butacas especialmente para las proyecciones, a imitación de Venecia y de Cannes, que fue bautizada Palacio del Festival (la sala Cantegril, ubicada en el Cantegril Country Club de Litman, que se había inaugurado en 1947), un nombre rimbombante que imitaba también al Palazzo del Cinema de Venecia y el Palais des Festivals de Cannes.

Aunque tuvo nada más que un par de ediciones en su versión original (un dato que relativiza, pero no anula, su condición de “festival más antiguo de América Latina”), la idea fue reflotada por la Intendencia de Maldonado a fines del siglo XX, como una manera de aprovechar la belleza de la sala Cantegril y ofrecer una atracción cultural de primer orden que contribuyera a extender la temporada veraniega del balneario. El festival se estableció como uno de los principales acontecimientos culturales del departamento de Maldonado. Para potenciar su rol de difusión para la población del departamento y permitir una programación más amplia y variada, las funciones ya no se realizan solamente en la sala Cantegril, sino también en otras salas de Punta del Este, Maldonado, La Barra, San Carlos, Piriápolis, Pan de Azúcar, Aiguá y otras localidades.

Desde hace algunos años, la sección competitiva del festival quedó acotada al cine iberoamericano, sin perjuicio de que la programación incluya interesantes películas de otras regiones -sobre todo de Norteamérica y Europa- como parte del panorama presentado en cada edición. En su conjunto, constituye una de las mayores concentraciones de cine interesante y especial (en el sentido de no fácilmente accesible) de Uruguay, y suele contar entre sus invitados y jurados a personalidades de considerable jerarquía en el cine iberoamericano. Además, ha adquirido un atractivo adicional que, aunque no se relaciona directamente con las obras presentadas, tiene bastante relevancia: se desarrolla en un clima de cercanía y relativa informalidad, sin demasiado énfasis en estrellatos, sin alfombras rojas ni otras formas de cholulismo, y esto abre numerosas posibilidades de socialización, que generan intercambios gratos, ricos y fértiles entre cineastas, actores invitados, programadores, jurados, periodistas y público.

La vigésima edición de esta segunda época del Festival de Punta del Este se va a realizar del domingo 12 al sábado 18 de este mes. Aparte del ciclo itinerante por otras localidades, las salas estables serán la Cantegril, la Life del Punta Shopping, la de la Casa de la Cultura de Maldonado y el Cinema Café de La Barra. El jurado estará integrado por Francisco Lombardi (el más conocido de los directores peruanos); el director y guionista argentino Alejandro Chomski; el actor, director y guionista gaúcho Werner Schünemann, y los uruguayos Mirella Pascual (actriz) y Pablo Vierci (guionista). Entre los muchos invitados (en su mayoría directores, actores y productores de algunas de las películas exhibidas) se destacan especialmente el brasileño Reginaldo Faria (famoso internacionalmente como actor de cine y de teleteatros, pero que es también uno de los mejores directores de cine de Brasil, con una obra relativamente escasa -que aunque comenzó en 1969 no llega a la decena de películas- pero especialmente sólida y vital) y el argentino José Campusano (uno de los más singulares e interesantes cineastas de la vecina orilla).

La selección de la programación, al igual que el año pasado, estuvo a cargo del crítico Jorge Jellinek, y el resultado es especialmente apetitoso. La película de apertura es la esperada Elis (Brasil, dirigida por Hugo Prata), que sigue la moda de biopics musicales brasileños, en este caso, centrada en la turbulenta personalidad de la cantante Elis Regina (1945-1982). Dos films con varias nominaciones al Oscar se exhibirán por primera vez en Uruguay: el drama Moonlight, acerca de la vida de un afroestadounidense (Estados Unidos, dirigida por Barry Jenkins, candidata a ocho premios Oscar), estará incluida en la sección Panorama Internacional; y Jackie, sobre Jacqueline Kennedy (Chile/Estados Unidos, Pablo Larraín, con tres nominaciones al Oscar) se proyectará como cierre del festival. También habrá una candidata al premio César de la Academia de Cine Francés, la francopolaca Las inocentes (Anne Fontaine, cuatro nominaciones) y tres de las ganadoras en las categorías principales de los recientes premios Goya 2017 (entre ellas la “mejor película”, Tarde para la ira, del “mejor director novel”, Raúl Arévalo). Una proyección especial de Juventud, divino tesoro (1950), de Ingmar Bergman, exhibida con destaque en la segunda edición del festival hace 65 años, rendirá tributo a la leyenda de que el director sueco fue “descubierto” internacionalmente en Uruguay (cosa que ya no tiene credibilidad, pero que es parte de la mitología de la cinefilia nacional).

La competencia iberoamericana incluye 14 películas oriundas de España, Portugal, Argentina, Brasil, Chile, México, Cuba, Perú, Colombia y Uruguay. La nacional es El sereno, ópera prima de Óscar Estévez (guionista de La casa muda) y Joaquín Mauad, descrita como un thriller psicológico, con Gastón Pauls y César Troncoso.

El panorama internacional incluye desde las más recientes producciones de directores históricos como el ruso Andréi Konchalovsky, el polaco Andrzej Wajda (fallecido en 2016) y el español Carlos Saura hasta una del interesantísimo veinteañero Xavier Dolan. Junto a films oscarizables se exhibirá una de las más impresionantes obras recientes del cine independiente estadounidense, la formidable Little Men, dirigida por Ira Sachs. Otros conocidos directores representados serán la india Mira Nair, el francés Dominik Moll, el brasileño Kleber Mendonça Filho, los españoles Isaki Lacuesta y Albert Serra, y los integrantes del jurado Lombardi y Chomski.

Este año el panorama Nuevas Miradas estará dedicado por completo al cine argentino independiente, e incluirá la nueva entrega del excelente documentalista Néstor Frenkel. En otras muestras tendremos dos estrenos de documentales uruguayos: De la Aduana a Nashville, de Julio Sonino sobre Jorge Nasser (en el ciclo Filmusic), y Mirando el cielo, de Guzmán García sobre el Grupo Comunitario Ateneos.

Sin haber visto la enorme mayoría de las películas de la programación (que se puede encontrar en http://www.cinepunta.uy/CATALOGO.pdf), se puede señalar que las mencionadas arriba están entre las que despiertan un interés a priori, teniendo en cuenta quiénes fueron sus realizadores o los premios que han obtenido ya. Como siempre, cabe esperar varias sorpresas entre los cerca de 60 largometrajes que van a ser exhibidos en esa intensa semana, así que los cinéfilos fernandinos, y los que puedan y quieran trasladarse a Maldonado, deben prepararse para una panzada de disfrute e información cinematográfica.