Como ya es habitual, el Programa de Fortalecimiento de las Artes de la Intendencia de Montevideo (IM), en coordinación con la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) y la Federación Uruguaya de Teatreros Independientes (FUTI), organiza una nueva edición del festival Montevideo de las Artes, en el que se podrá acceder a una decena de obras seleccionadas en las últimas ediciones del Programa. A este muestrario se suma la participación de cuatro grupos invitados de Maldonado, en memoria de la fallecida directora, actriz y docente María Emma Núñez, figura cercana a los festivales anteriores.
Serán casi 20 funciones que se realizarán durante los tres primeros fines de semana de febrero en dos sedes: las del Centro Cultural Florencio Sánchez, además de ser con entrada libre, contarán con el traslado en un ómnibus que saldrá desde la sala Verdi (Soriano 914) una hora antes de cada espectáculo; y las de la sala Zavala Muniz (con entradas a $ 100). Carlos Viana, coordinador del programa, recordó a la diaria que la primera edición surgió en 2014, en el marco de Montevideo Capital Iberoamericana de la Cultura, cuando se montó una carpa en la explanada de la IM. Las siguientes se concentraron en la sala Verdi, y este año se decidió apostar a la combinación de una sede en el Centro y otra relativamente lejos de él.
Entre los espectáculos seleccionados se podrá volver a ver la ópera prima de Federico Guerra, Snorkel, con la que sorprendió en 2011. A partir de una veintena de personajes, esta puesta dirigida por Bernardo Trías recorre los márgenes de un mundo claustrofóbico signado por las drogas, la prostitución, la corrupción y la violencia, a partir de un programa televisivo desde el que se registra el trajín social. Otra de las puestas que volverá a escena será la premiada Cocinando con Elisa, en la que Myriam Gleijer se luce con una potente interpretación de Nicole, la matrona encargada de transmitir los secretos culinarios a una tímida joven (Elizabeth Vignoli). Además, entre las seleccionadas se encuentran la celebradísima Muñeca rota, un policial sinfónico, de Lucía Trentini; y una nueva entrega de Flor nueva de antiguas risas, espectáculo codirigido por Jorge Bolani y Eduardo Cervieri, que fue el cuarto en el que Bolani trabajó sobre textos del argentino Roberto Negro Fontanarrosa, después de que en 1988 estrenó ¡Ah, machos!, que se mantuvo cuatro años ininterrumpidos en cartel, y luego dos versiones de Fontanarrisa. Bolani conoció al dibujante y escritor rosarino en 1993, cuando este quiso conocer la puesta de sus textos. La selección incluye asimismo a No se elige ser un héroe, también dirigida por Cervieri; Ni paz alguna, de Sofía Etcheverry y con dirección de Marisa Bentancur; Carta de una desconocida, a cargo de Fernando Gilmet; Lo que los otros piensan, de Domingo Milesi; y Trampa para ratones, de Ana Magnabosco, entre otras.
Símbolos y políticas
La nueva presidenta de SUA, Alicia Dogliotti, contó a la diaria que se trata de un festival que conoce desde adentro, ya que ha participado en varias puestas seleccionadas, como Seis, todos somos culpables (2014) y En el tiempo de las mariposas (2012). “En la primera edición y en la sala Verdi fue con entrada gratuita, con muchísima gente que no logró entrar. Tenía una convocatoria brutal, un impacto altísimo. Entendimos que eso [la gratuidad] era parte de la devolución a los vecinos porque ellos ya habían pagado por Fortalecimiento, y que debía hacerse de esa manera. El año pasado las dos gremiales [del sector], la SUA y la FUTI, se encontraron con la realidad de que se iba a cobrar 50 pesos, y estamos hablando en el plano simbólico, porque si para la IM es simbólico 50 pesos, para nosotros, simbólicamente, es algo que viola el principio del plan, que es la devolución gratuita a los vecinos”, expresó. Si bien celebra el festival, Dogliotti cuestiona que ahora el cobro en la sala céntrica sea de 100 pesos: “Lo simbólico y las intenciones se pierden, y creo que no colabora con el buen desarrollo del festival, ni con el buen entendimiento de las instituciones [SUA y FUTI], ya que el año pasado se dejó bien en claro” su defensa del acceso gratuito. “Reiteramos que nos oponemos al cobro. ¿Es algo tan trascendente y tan importante políticamente cargarles 50 o 100 pesos a los espectadores porque vienen a la Zavala Muniz y no al Florencio Sánchez? Son cuestiones que empañan las relaciones y los procesos”, sostuvo, y agregó que espera que 2017 sea un año de diálogos y de acuerdos.
La directora de Cultura de la IM, Mariana Percovich, dijo a la diaria que no responderá a las gremiales por medio de la prensa, porque no “hubo un cuestionamiento formal a la Dirección de Cultura” y lo que les interesa es que “el festival conquiste público, acerque gente a estos espectáculos y beneficie al sector”. De todos modos, señaló que “no es lo mismo hacer un espectáculo independiente y subvencionado en un teatro como el Solís que montarlo en un teatro como el Florencio Sánchez”, ya que, “por ejemplo, cuando apoyamos a alguna asociación benéfica, o cuando apoyamos a alguien que está haciendo un espectáculo a beneficio en el Solís, también hay costos, y esos costos se pagan. Es un teatro público, pero se trata de una sala con infraestructura cara de sostener, y nosotros destinamos fondos a muchísimas políticas, no es que nos sobre el dinero”, precisó.
En definitiva, se trata de “una evaluación que realizó la dirección del Solís en relación con su funcionamiento y su programación; y se llegó a un precio muy popular para esa sala, que además está muy por debajo de lo que suele cobrarse en el teatro independiente. Y no trabajar la gratuidad es parte de una política del propio teatro Solís. No es porque en el Cerro [donde se ubica el Florencio Sánchez] deba ser gratis. Son políticas de públicos: queremos que al Cerro se acerque más público para ver teatro”, sostuvo.