En el emblemático Festival Internacional de Berlín -conocido como la Berlinale- y más concretamente en su sección Generation, dedicada a temáticas infantiles y juveniles, compite la coproducción uruguayo-brasileña Mulher do pai, dirigida por Cristiane Oliveira, que tuvo su estreno internacional el sábado (y que en las salas montevideanas se podrá ver a fines de mayo). En ella trabajan varios uruguayos: Verónica Perrotta es una profesora uruguaya, Jorge Esmoris regentea un bar y el artiguense Diego Trinidad interpreta a un joven contrabandista. Según adelanta la sinopsis, la historia trata de una adolescente (Nalu) que vive con su padre en el campo, cerca de la frontera entre Brasil y Uruguay, y “cuando él descubre que su hija se ha vuelto mujer, surge una proximidad ambigua entre ellos”, hasta que “la intimidad se transforma en celos cuando Rosario [el personaje de Perrotta] pasa a ocupar un lugar importante en sus vidas”.
Ayer a las 21.00 la diaria conversó con Perrotta y con el productor uruguayo, Diego Fernández (productor ejecutivo de Transparente Films). Ambos estaban en la recepción de un hotel berlinés, por irse a una fiesta organizada por el festival. Fernández dijo que lo que más lo impactó es cómo la ciudad “respira la Berlinale”: “Ves afiches por todos lados, más de 200 autos y camionetas con el logo del festival, en la plaza se montó un estudio de L’Oréal para la Berlinale, ves gente con la credencial del festival caminando por todos lados. El mercado es enorme”.
El productor explicó que el festival se organiza en dos polos: uno de stands para presentar películas, y otro para el mercado de coproducción y reuniones; además de los espacios de exhibición. En cuanto a esta edición, señaló que el énfasis se concentró en los inmigrantes, pero aclaró que “una cosa es el festival y otra muy distinta el mercado”.
El estreno fue en la sala donde originalmente comenzó la Berlinale, en 1951, que se ha convertido en un espacio deslumbrante. “Cuando entrás, no lo podés creer, son casi 800 butacas -que no ves ni en la primera clase de un avión-, con una calidad de proyección inédita. Con la fotógrafa dijimos: ‘Nunca más vamos a volver a ver una película así’, porque la calidad de imagen y sonido es tremenda. De hecho, la fotógrafa descubrió un par de reflejos que tenía la película y que ella nunca había visto”. La sala estaba llena, con entradas agotadas varios días antes.
Fernández conoció a Cristiane en 2006, y cuando ella comenzó a concretar el desarrollo de la historia, ganó un fondo de incentivo y comenzó a buscar asociados. “La recibí en Montevideo; en 2011, la productora se vinculó con el proyecto, y por eso participé en buena parte de la escritura. Y como también soy director, muchas veces di mi opinión sobre el guion, y mantuvimos una relación muy fluida”, señaló. Tanto se afianzó el intercambio, que seguirán trabajando con la productora brasileña, Okna, en lo que será la segunda película del uruguayo (después de Rincón de Darwin, en 2013), La teoría de los vidrios rotos, coescrita con Rodolfo Santullo. Según Fernández, será “una comedia al estilo de los hermanos Coen; sucede en un pueblo y está basada en una historia real que ocurrió en Melo, sobre un tipo de una empresa de seguros al que le asignan un pueblo del interior. Cuando llega, comienzan a aparecer autos prendidos fuego, y él debe enfrentar esa situación y un medio hostil”.
Verónica Perrotta contó que “la recepción fue muy cálida” en el estreno, quizá porque Mulher do pai trata una “relación entre un padre y una hija que se puede dar en cualquier lado”. Coincide con Fernández en que se trata de la “película brasileña más uruguaya del mundo”, y en que eso tiene que ver con que se rodó en “un pueblo de la frontera, pasando Aceguá [Vila São Sebastião, a 30 kilómetros de Bagé], en una zona que pertenece a lo que se llama ‘la estética del frío’ [por oposición al tropicalismo] en todo lo que tiene que ver con la música y la pintura. Cuando te vas a trabajar a Brasil y estás muerto de frío, te preguntas ‘¿qué Brasil?’. Río Grande do Sul es su estado más cercano a Uruguay por clima e idiosincrasia. La película también habla un poco de eso”.
Dice que cuando leyó el guion “le encantó”. Para transformarse en Rosario, Perrotta aprendió portugués, fue a clases de manejo y cerámica, y viajó con Esmoris a Porto Alegre para ensayar durante una semana. Ella se instaló unos días en São Sebastião, y acompañó muchas tardes a una docente de arte, para ver cómo eran sus clases. Los alumnos “no van todos los días, sino los días que pueden”, y los docentes prefieren eso a que se desvinculen por los trabajos rurales que predominan en el pago. “Desde ese lugar comencé a trabajar este personaje, alguien que viene de otro lado, que puede no compartir los prejuicios del pueblo” pero debe adaptarse a sus costumbres: las mujeres no pueden entrar al bar, donde hay un cartel que ruega: “Por favor, no entrar con armas”. “Y ahí tuvimos que entrar”, recuerda, riendo.
Mulher do pai “se desarrolla en función de Nalu, que es el personaje principal, y del padre. Lo que está bueno es que Rosario [la maestra] aparece en distintos momentos de la historia, habilitando a que se descubran distintas facetas de los otros personajes. [...] Es algo que podría haber tenido muchos enfoques, pero me gusta mucho lo que sucedió, me siento muy orgullosa de mi trabajo y de la película”, evalúa.